“Escribir es entablar un diálogo con la memoria”, confiesa José Luis Ferris

Portada del libro Palabras contra el olvido. / A. S
Portada del libro Palabras contra el olvido. / A. S

“La novela y el relato los necesito para estar, para contar una historia desde un lugar en el mundo. La poesía la necesito para ser”, declara el escritor en un momento de la entrevista.

“Escribir es entablar un diálogo con la memoria”, confiesa José Luis Ferris

José Luis Ferris (Alicante, 1960) es un prestigioso escritor que goza de una amplia y brillante trayectoria. Ha obtenido diversos premios y reconocimientos como el accésit del Premio Adonais (1984), Premio Azorín de Novela (1999), Premio Málaga de Novela (2009) y Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías (2017). Ya en su infancia comenzó a demostrar su pasión por las letras por lo que no es de extrañar su excelente dominio del lenguaje además de su tesón y su innegable humanidad.

Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y Doctor en Literatura Española por la Universidad de Alicante. Ha publicado los poemarios Piélago (1985), Cetro de cal (accésit del Premio Adonais 1984), Niebla firme (1989) y Poemas del agua y de la noche (2010), así como las novelas Bajarás al reino de la tierra (1999, Premio Azorín), El amor y la nada (2000) y El sueño de Whitman (2010, Premio Málaga). Es autor de una decena de libros infantiles y, en calidad de ensayista, investigador y biógrafo, ha publicado cuatro obras de referencia: Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta (última edición revisada, actualizada y ampliada, 2017), Maruja Mallo. La gran transgresora del 27 (2004), Carmen Conde. Vida, pasión y verso de una escritora olvidada, (2007) y Palabras contra el olvido. Vida y obra de María Teresa León. 1903-1988 (2017). También es autor de Suite de las ciudades. Antología Poética de Federico García Lorca (Alicante, Puente de los espejos, 2017)

Actualmente reside en Alicante, su ciudad natal, donde se dedica a la docencia universitaria (Universidad Miguel Hernández), a la creación y a la investigación literarias.

-José Luis, hablemos primeramente de tu antología poética sobre Federico García Lorca, Suite de las ciudades, publicada el pasado mes de octubre por la editorial Eléctrico Romance. ¿Qué novedades encontraremos aquí respecto a otras antologías de este autor?

Partimos de que esta antología es un encargo editorial y de que el objetivo de Eléctrico Romance era llegar a todo tipo de lectores. Quedaba descartada así una edición demasiado voluminosa, especializada y erudita. El objetivo era llegar al gran público,

recoger en sus páginas, precisamente, la variedad inherente de este autor, la que define su personalidad y sus contradicciones, sus dudas y su admirable coherencia de creador maravilloso, original y carismático. Quería mostrar en no más de cien páginas todos los Lorcas que hay en Lorca: condición de hombre luminoso y de criatura angustiada, oscura, atormentada por la muerte y por la vida. De ahí surgió esta publicación en la que, tras el título de Suite de las ciudades. Antología poética, el lector se va a encontrar con una obra y una trayectoria vital divididas en tres tiempos, tres ideas y tres espacios.

-¿Qué te movió a sumarte al acontecimiento puesto que este año se cumple el 120 aniversario del nacimiento del poeta? ¿Crees que es necesaria una fecha, digamos redonda, para que la gente se interese por la vida y la obra de un artista?

Al acontecimiento del aniversario se sumó el editor. Yo simplemente acepté el encargo con sumo agrado. Lo que me entristece, claro está, es que tengamos que recurrir a las fechas, las conmemoraciones, los centenarios…, para leer a un autor; un autor que debería ser un fenómeno vivo y permanente, sobre todo cuando se trata de un clásico como Lorca, Cervantes o Rosalía de Castro, por citar a tres escritores de los miles que dignifican nuestras lenguas. En cualquier caso, si no fuera por estas efemérides, muchos ni siquiera tendrían su año de gloria. Luego, encima, nos toca ser agradecidos.

-Por lo que he leído, se trata de una recopilación que adquiere una forma tridimensional. ¿Cómo es esto?

Sí, la antología está basada en el número tres. Tres son las etapas vitales de Lorca. Tres fueron los periodos poéticos del autor del Romancero gitano. Tres han sido los espacios de su periplo humano. Y puedo seguir citando más coincidencias con ese triángulo que acaba siendo trágico.

-Tú escribes poesía y narrativa. ¿Qué te proporciona cada una de ellas?

Son dos lenguajes distintos. La novela y el relato los necesito para estar, para contar una historia desde un lugar en el mundo. La poesía la necesito para ser. Los primeros son casi un oficio, una labor que requiere disciplina, perseverancia y pulso, mucho pulso, con las palabras. La segunda es una necesidad, de ahí que me resulte sagrada.

- En el 2016 salió a la luz tu obra Miguel Hernández: pasiones, cárcel y muerte de un poeta. En tu opinión, ¿qué destacarías de esta biografía?

Bueno, para mí es uno de los libros fundamentales de mi trayectoria literaria. Se publicó por primera vez en 2002 y no ha dejado de reeditarse y crecer hasta hoy. Creo que mi decisión de contar la vida del poeta con las técnicas de la novela de no ficción, apoyándome en una rigurosa documentación, sí, pero aprovechando el poder del lenguaje, la seducción que nos proporcionan las palabras, fue un acierto. Me permitió complacer a ese lector exigente que roza la erudición y llegar al mismo tiempo al corazón de un público poco cultivado, sencillo, muy poco habituado a la lectura.

-También eres autor de cuentos infantiles, y me consta que has impartido conferencias y que has mantenido charlas con los jóvenes. Ahora, con las nuevas tecnologías y la consecuente tendencia de sintetizar al máximo, ¿crees que realmente ha aumentado el interés por la obra de Miguel Hernández?

Creo que se han hecho muchos esfuerzos por aproximar al poeta a los jóvenes y a los niños. Editorialmente hablando, en la última década se han publicado trabajos muy interesantes, no sólo nuevas antologías de Hernández. Hay un Miguel para pequeños de 5 años, de 8, de 12 y de 15 años. Disponemos de una bibliografía nada despreciable que ayuda a conocer al autor de Perito en lunas y a interesarse por su obra. En este sentido puedo decir que sí que ha ido creciendo el interés por un poeta que, si ir más lejos, lleva años siendo tema preferente de Selectividad. Otra cosa es el interés que pongan en ello los docentes. Llevo años acudiendo como invitado a colegios y compartiendo emociones y experiencias con estudiantes de todas las edades que me han demostrado su amor por el poeta. Los artífices de esa fascinación por Miguel Hernández son, sin duda, los maestros. En sus manos está realmente el interés por él y por la literatura.

-Maruja Mallo, una mujer transgresora; Carmen Conde, una mujer silenciada, y María Teresa León, una mujer emancipada. Tres autoras excepcionales, ¿qué te ha incitado a escribir sobre ellas? ¿Por qué estas tres?

Escribir es siempre entablar un diálogo con la memoria. Cuando acabé la biografía de Hernández me di cuenta de que había demasiados asuntos pendientes con autores olvidados, pero, sobre todo, demasiadas deudas con mujeres que siendo fundamentales en la Historia (la nuestra más que otras), habían sido deliberadamente borradas del recuerdo. Maruja Mallo fue la primera que traté de recuperar dado que nadie, ni siquiera los más expertos en su generación y en su tiempo, eran capaces de contar de ella más que alguna anécdota frívola. Con Carmen Conde ocurría algo parecido salvo que su caso era más paradójico. Había pasado toda su vida en España. Su presencia en la cultura de este país vertebra todo el siglo XX. Fue la primera mujer en entrar en la Real Academia Española. Sin embargo, tras su muerte, sufrió un olvido total por parte de unos y de otros. Se aproximaba su centenario y me pareció el momento oportuno de dedicarle la biografía que aún no tenía. El caso de María Teresa León responde a otras motivaciones ya que ella, por sí misma, es el paradigma de la mujer republican, la escritora completa de su generación, la feminista combativa, la intelectual comprometida, la activista política y cultural y, sobre todo, un símbolo del exilio. A ello cabe unir su vida al lado de un personaje literario tan potente como Rafael Alberti, que ensombreció en gran medida su gran obra, prácticamente desconocida hasta hoy. Ha sido históricamente otra olvidada, escasamente valorada y nada leída.

-En tu libro Palabras contra el olvido, vida y obra de María Teresa León, publicado el pasado año, leemos en la introducción “que la dificultad aparece cuando tratamos de separar la vida de María Teresa León de su propia obra”. ¿Crees que ocurre lo mismo con el resto de los escritores?

La verdad es que en todas las figuras literarias que he biografiado se da la circunstancia de que la vida va indefectiblemente unida a la obra. Son las dos caras de una misma moneda. En Miguel Hernández es un hecho determinante. En María Teresa León se da el mismo fenómeno. Carmen Conde hace una poesía (sobre todo la escrita entre 1939 y 1952) que tiene un profundo valor íntimo y testimonial. Sin embargo, hay escritores que separan sus textos, sus ficciones y hasta su poesía de una aparente vida personal. Al menos no se advierte una correlación clara o directa entre las dos.

-¿Escribir la biografía de un personaje célebre es una buena opción para acabar con los tópicos que le afectan?

La biografía te permite hacer eso precisamente, investigar hasta el fondo para colocar al personaje en el lugar que, honestamente, crees que le corresponde, sin ningún tiempo de condicionamientos, prejuicios o leyendas. A veces, ciertos hallazgos no caen bien en los lectores que tenían una idea preconcebida de un autor o autora, de algún personaje histórico, pero descubrir la verdad y ponerla sobre el papel es un deber moral del biógrafo. En mi caso siempre ha servido para beneficiar al personaje biografiado, ya que tanto sus éxitos como sus errores le humanizan, le aproximan a nosotros.

En el caso concreto de Miguel Hernández siempre digo que detrás de la construcción de su relato biográfico hubo una rigurosa labor de rescate y desescombro, de distanciamiento de los tópicos que hicieron de él una bandera, un mártir y un pobre cabrero. Devolverlo a su estado natural, a su condición de militante apasionado de la vida, limpio de leyendas, fue la labor que guio siempre mi trabajo.

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