La empanada de Sánchez

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. / Twitter @sanchezcastejon
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. / Twitter @sanchezcastejon
¿Cumplir y Deliver son la misma cosa? Para una buena comunicación, el significado de las palabras es esencial. Y más esencial es, aún, una correspondencia entre palabras y actos.

- Pedro, ¿no estás cansado?

- No. -respondió él a su mujer, y añadió:  Gracias a este colchón tan mullido llevo bien el Gobierno de España.

- ¿Sigues con la misma idea?

- Sí, cariño. Lo hago por nuestro país.

Vistiendo un traje sobrio, que le sentaba de fábula, Sánchez se preparó para convocar una reunión privada con Yolanda Díaz. Acababa de enviarle un amable WhatsApp y se estaba acercando a la sala de reuniones. Solo estarían Irene Montero y Yolanda Díaz. Sánchez sudaba, más que por la calidez de su Armani, por la premura de iniciar su nuevo proyecto; Montero podría no ser suficientemente parca en palabras. Regocijado como un chaval de doce años, Sánchez entró triunfante en la sala de reuniones. Yolanda ya estaba sentada, presidiendo la mesa.

-Siéntate, hijo. -dijo Yolanda.

Sánchez se acercó.

-Yolanda, creo que ese sitio me corresponde a mí.

Yolanda ladeó su cabellera de mechas rubias y la agitó. Aquel día su jefe tenía un brillo inusitado.

-Yolanda, quiero comentarte algo…

-Hay que esperar por Irene.

-Montero puede demorar mi discurso, y también lo que quiero hacer. Lo que voy a hacer.

Díaz veía un brío tan inmenso en los ojos de Sánchez que sintió un profundo pellizco en la boca del estómago, pero lo contuvo a tiempo. Había que acoger cualquier voluntad.

-Pedro, Irene también merece estar aquí. Todos somos “Matria”.- dijo Díaz, condensando alegremente su concepto de la vida.

Pedro sonrió, aparentemente agradado por el discurso de la "cogobernanta", pero no hubo tiempo para nada más, pues la puerta se abrió de pronto.

-Disculpad, hombre y mujer. Mujer y hombre…

-Montero, no sigas. – Era el momento de mostrarse inflexible, pensaba Sánchez.

-Hombra, hombre, hombro… -siguió diciendo Irene Montero, mientras el hombro que pronunciaba coincidía con el hombro que estaba tocando, el de Sánchez. Sánchez se dio la vuelta y sonrió, e Irene, indiferente a sus encantos, se sentó frente a Yolanda.

-Voy a empezar a trabajar en Deliveroo.- soltó Sánchez sin más, sin dar tiempo a que Montero se hubiese adaptado a su asiento.

-¿Deliveroo? – preguntaron Díaz y Montero al unísono.

-Sí.- repitió Sánchez. La sonrisa que estaba poniendo a aquellas dos féminas era irresistible. -Supongo que sabréis que Deliveroo reparte comida a domicilio… Y quiero colaborar con ellos, a pie de calle.

Yolanda intervino.

-Pedro, ¿no crees que estás dejando de lado tus obligaciones como jefe del Ejecutivo?

-Como jefe del Ejecutivo mi misión es ejecutar, hacer cosas. I like to make…

Cuando Sánchez comenzaba con el inglés, Yolanda querría estrangularlo, pero había que dialogar con él.

-Bien- convino Díaz- pero lo que haces debe ser dentro de las funciones propias de Jefe de Gobierno.

- Y, ¿cuáles son, si puede saberse?

Consciente de su superior inteligencia, la sonrisa de Sánchez fue pareja a su razonamiento.

-Escuchad. -siguió diciendo- Deliveroo es una empresa de origen británico, me he asesorado bien. Colaborando con ellos, como presidente de España, doy la imagen de luchar por mi país como un trabajador más. ¿No es ese el lema de nuestro partido? Partido Socialista Obrero Español.

Yolanda dio un ligero zarandeo a sus mechas, impresionantemente logradas; un maravilloso golpe de sol.

-Porque mi misión es cumplir, Yolanda, hoy inicio mi andadura en Deliveroo.

Yolanda Díaz se soliviantó.

-¡Hombre, Pedro! Deberías habérnoslo consultado antes. Como presidente del Gobierno que eres…

Pedro Sánchez se incorporó.

-Como Presidente de Gobierno que soy esta es mi decisión.  Una decisión inapelable. Mañana me lo agradecerás, lo hago por el partido. Y por la proyección de nuestro gobierno hacia otros países. Un acto simbólico, pero que tendrá repercusiones a escala mundial.

Pedro Sánchez llevaba cierto tiempo llevando diversas viandas a los domicilios españoles y se sentía orgulloso. Solo se le resistían las empanadas. Le estaba costando repartir el asombroso manjar gallego y que consiguiese llegar intacto, sin mancharse de grasa. Peor aún, sin desear catarlo. La entrega de hoy era una empanada de zamburiñas de tamaño mediano; olía tan deliciosamente... ¡En fin! Contención. Timbró y esperó a que abrieran la puerta, mientras recolocaba la rosa roja  en el hojal, su símbolo del partido. Le molestaba tener que esperar con su preciosa sonrisa congelada, y decidió pensar en su nueva colaboración, y en la forma de hacerla; algo que sentía como un triunfo para su partido y, sobre todo, para el Gobierno de España.  Para sus repartos escogía siempre una bici, no una moto. El dirigente de un país siempre debía dar ejemplo.  Las nuevas generaciones se lo agradecerían…

Riders on the storm…

Into this world we´re thrown…

Seguían sonando en su cabeza los acordes de la canción del grupo The Doors. Y seguía esperando que abrieran la puerta.

- ¡Por fin! -exclamó Sánchez.

- ¡Oiga, está empapado! -dijo el chico que abrió la puerta.

-Fuera está diluviando, hijo. -dijo Sánchez, sin dejar de sonreír.

-Por favor, ¡suelte la empanada! ¡Mamá! ¡El repartidor no quiere soltar la empanada!

- ¿Qué pasa aquí?  -preguntó una mujer de buena presencia, acercándose a su hijo. -Ah, es usted.-dijo ella.

-Sí, soy yo. -reconoció Sánchez. Sacó su rosa roja del hojal, y se la regaló a aquella mujer, ante la mirada atónita del chaval y la sonrisa de su madre. No era el momento de pelear por una empanada, aunque fuera de zamburiñas. Sánchez hizo un ademán de cabeza, se dio la vuelta y regresó a Moncloa, pedaleando en su bici.

Riders on the storm…

Into this world we´re thrown…

El mundo dependía de él y cumplía bien con su misión de no contaminar. Los otros “riders” de Deliveroo eran motoristas.

Habían trascurrido tres meses desde su valiente decisión, y Sánchez sabía que Yolanda intentaba ponerle la zancadilla.

- Pedro, hay que cortar por lo sano con esa obsesión tuya de entregar a troche y moche. - dijo Yolanda, sin más, al verle.

-Yolanda, no quiero hablar del tema de nuevo.

-Vas a escuchar, mal que te pese. Los autónomos deben dejar de ser explotados.

- ¿A qué diablos te refieres, Yolanda? ¿Te refieres a los riders?

-No es necesario que muestres tus conocimientos sobre inglés. ¿Crees que tu anglofilia me impresiona?

-   Más que anglófilo, soy anglófono. Y colaboro con Deliveroo en bicicleta.

- ¿Y eso qué tiene que ver? ¿A qué viene eso ahora?

- No es muy habitual que el presidente de un Gobierno trabaje a este nivel.

-No, no lo es.

Unos nudillos llamaron a la puerta e Irene Montero se asomó.

-Traigo proyectos frescos.

-Dinos. -concedió Yolanda, con voz conciliadora.

-Conocéis de antemano mi visión. Niños, niñas, niñes. Hay que abarcar todas las realidades.

-Estoy de acuerdo… - convino Díaz- pero la concisión es importante en todo mensaje. Matria abarca mejor todas las palabras que utilizas.

-Lo sé. Matria, Matrio, Matrix…

- ¡No te consiento que profanes mis teorías, Irene!

- Debemos incluir todas las realidades, Yolanda. Hay que incluir los cuartos y los medios…

- ¿Los cuartos y los medios? -preguntaron Sánchez y Díaz al unísono.

-Sí. Niño y cuarto, niño y medio, niño y menos cuarto y niño en punto. Por supuesto, hay más variantes y, no quiero decir que luego niña no tenga y cuarto…

-Me está dando dolor de cabeza. -dijo Sánchez. -Voy a seguir repartiendo.

Los ojos de Yolanda Díaz hervían de furia. De nada le servían hoy sus mechas californianas. Matria, se dijo. Matria, Matria… Tenía su propio mantra para calmar su rabia.

- Hoy reparto, no una, sino dos empanadas de zamburiñas. Tamaño familiar. -Sánchez comenzaba a ensalivar. -Por nada del mundo me perdería eso.

A Díaz se le encendió de pronto una bombilla.

- ¿Te gusta la empanada de zamburiñas, Pedro?

-Me apasiona.

- ¡Haber empezado por ahí, hombre! Te regalaré una buena empanada de mi tierra.

DELIVERS

En un vídeo remitido por una amiga, Sánchez comenzaba diciendo:  ”I define myself as a politician that delivers.” Me defino como un político que cumple. Los subtítulos traducían deliver como cumplir. Buscando en un viejo diccionario bilingüe, cumplir se traduce como execute, comply o fulfill (quizás la palabra más precisa, pues literalmente es llenar algo completamente) Según el mismo diccionario, Deliver abarca varios posibles significados: liberar, rendir, recitar, rescatar, servir o incluso descargar (un golpe) Y también despachar un pedido; puede que por eso la empresa británica Deliveroo se llame así, aunque ya no esté en España por motivos que exceden del contenido de este artículo.

 Se puede entregar, pero hay que ver de qué manera se entrega; o cumplir, pero la cuestión es de qué forma se cumple. Porque si lo dicho hoy es lo contrario de lo que se dijo hace media hora, el compromiso a la palabra dada deja mucho que desear, o es inexistente. De forma que incluso las palabras, si no van acompañadas de un significado real, no sirven de nada. En el vídeo citado Sánchez dijo: I like the facts, I like to make.  We pass the laws… Le gustan los hechos. ¿Eso qué significa? ¿En qué se traduce? Le gusta hacer… A todos nos puede gustar hacer cualquier cosa, pero ¿qué…? ¿Qué cosa? Y por supuesto también aprueban leyes… Generalidades que necesitan una concreción material. Un discurso coherente es harina de otro costal, no hojarasca.  Sin duda, Sánchez cumple años, reflejados en su canoso mechón frontal. @mundiario 

Comentarios