El Fratricida: Caín (IV)

Camino de Santiago en Melide (A Coruña). / Xurxo Lobato
Camino de Santiago en Melide (A Coruña). / Xurxo Lobato

Antes que nada quiero dejar claro que no fue por envidia que lo hice, sino por dinero, fama y gloria, por eso fue en realidad y no por envidia, lo de la envidia es lo que siempre se maneja en la calle y principalmente en las iglesias, en los templos, las mezquitas y sinagogas. / Relato.

El Fratricida: Caín (IV)

Recuerdo que desde pequeño fui un loco enamorado de la naturaleza, y todavía hoy lo sigo siendo, aunque a veces no lo parezca, desde la piedra antigua o paleolítico y también desde la piedra nueva o neolítico, pasando por el mesolítico hasta la edad de los metales yo fui feliz en los bosques, cultivando y aprendiendo de ella y a la vez descubriendo la presencia de dios y de Dios en toda la naturaleza, era un apasionado panteísta, pero desde la primera vez que  intenté agradarlo con un obsequio de madera, con una simple escultura de madera, ya nada fue igual para mí en la tierra ni en el cielo, es que él me aborreció, me sentí como un perro al que se le tira a la calle o se le dan migajas y todo por una inocente sierpe de cedro que fabriqué un día de descanso, yo me resentí mucho con él cuando me repudió por esto, porque después con todo y todo lo que yo hiciera por agradarlo, él nunca estaba contento conmigo, mientras que con las ofrendas de mi hermano Abel siempre estaba feliz como una lombriz, principalmente con las ofrendas de corderos.  Un día de tantos encolericé, me llene de ira e hice lo que hice, maté a mi hermano, lo descuartice, lo hice trizas y esparcí sus miembros por los cuatro puntos cardinales.

La noticia corrió como pólvora por todo el territorio y sin broma ni exageración le dio la vuelta al orbe en menos que canta un gallo, ¡sin tratar de burlarme de la inteligencia del gallo claro!, y si no  fue así que muera yo otra vez antes que mi amigo termine de redactar mi relato, porque lo que más deseo desde hace mucho tiempo es descansar espiritualmente de una vez y para siempre, ¿no les parece que es lo menos que puede con frenética vehemencia un maldito fratricida como yo? Pues bien, le puse punto final a mi hermano y ya, fin de la historia, ¨Caín mató a su hermano Abel¨.

Antes que nada quiero dejar claro que no fue por envidia que lo hice, sino por dinero, fama y gloria, por eso fue en realidad y no por envidia, lo de la envidia es lo que siempre se maneja en la calle y principalmente en las iglesias, en los templos, las mezquitas y sinagogas. No, no fue por eso les repito, que quede claro ya de una vez, fue más que todo por indignación,  ira, por rabia, sí, principalmente fue por eso, pero no fue por envidia, es que a decir verdad eso de la envidia para mí no tiene sentido, fíjense bien en-vi-día, imagínense o invidere que en lenguaje de Dios es mirar con malos ojos al otro ¡oh merde alor! Si eso es correcto, entonces en todo caso al que miré con malos ojos fue a dios y no a mi pobre hermano q.e.p.d, porque yo nunca padecí de esa enfermedad que se trasmite primero por todos los sentidos y luego se te esparce por la mente y el corazón hasta llenarte todo de en-vi-día, hasta morir de envi-dia avanzada o hasta morir de cálculo de en-vidia o de infección renal envidial o por cirrosis envidiar o trastorno psico somático  envidiares o por perturbación envidial o de cáncer uterino envidiris, o por derrame cerebral envidiaritis y hasta por vejez y tristeza envidialitica y por ultimo por diarrea invidiarr. Vos sabes, eso no, eso nunca, jamás de los jamases eso me paso a mí.

Un simple jornalero como yo, que siempre  supo ganarse el pan con el sudor de su frente a como se los dejo establecido a mis padres,  no tenía necesidad de envidiar nada a nadie mucho menos a su propio hermano, es cierto, Abel tenía muchas posesiones no lo puedo negar, pero yo jamás les repito sentí envidia por él, al que miré con malos ojos  fue a Monsieur God, eso es otra cosa muy diferente, y no a mi propio hermano quien era un Santo; porque su sangre clamó desde el seno de la tierra el día que lo asesiné.

Fue a él al que miré mal, es que me tenía muy resentido por ser yo tres veces maldito y él tres veces sanctus que es lo mismo a decir enojado en lengua germánica Got der Vater, Got der Sohn, Got der Heilige. La verdad que cuando me enojo caigo siempre en tremendas contradicciones conmigo mismo y también con los demás ¿no les ha pasado eso alguna vez cuando han estado enojados? Yo no sé qué puedo ganar con discutir con él como les dije desde el inició de este polémico relato, pero sinceramente necesito desahogarme, es que este peso que cargo por culpa de mi crimen me pesa mucho en la conciencia , y a la vez, francamente me  complace el haberlo hecho, es que cuando lo hice me sentí perturbadoramente feliz, me sentí  como les pasa a los perros que no dicen que murieron muertos de felicidad, sino que simplemente murieron irracionalmente feliz , o como los que mueren en los placeres del mundo, entregados a la vida hedonistas y que además se justifican diciendo que todo es por culpa de la esposa que los abandonó , o por la vida traumática que llevaron desde la infancia, o por el abandono de los padres, o por la muerte de un ser querido y se dicen a gritos o entre sollozos ¨¿Por qué tuvo que morir mi esposa aquella noche de octubre, o porque tuvo que irse mi marido con la muchachita aquella o porque Dios me mandó esta enfermedad terminal o porque tuve que nacer en aquella familia y no en la familia real de Inglaterra, y qué si hubiera tenido un padre no sería raro y hubiera estudiado para músico  o pintor o para ser modelo en Paris, y que si hubiera nacido blanco sería todo diferente?. En fin, siempre una justificación o un mecanismo de escape psicológico para morir equivocados. Y ¿qué me decís de aquellos que claman a dios  día y noche sin encontrar respuesta y que decepcionados se alejan de Dios en busca de los frescos racimos de la lascivia en donde entregan toda su espiritualidad en aras de la concupiscencia?  En fin, la lista es infinita, ¿podemos decir entonces que los designios inescrutables de Dios todopoderoso, omnisciente, omnipresente, creador del cielo y de la tierra de todo lo invisible e invisible y Señor y Dador de Vida y de su hijo amado quien vino a la tierra engendrado no creado por obra y gracias del Santo Espíritu…  son una ley universal?

Bueno, entonces que quede claro que yo no asesine a mi hermano por envidia , y no es que yo me esté justificándome ni mucho menos, pero la verdad sin temor a Dios, yo lo maté por culpa  del mismo dios, y todos aquellos que creen lo contrario están equivocados, yo solo quería que Yavé Sabaot tomara en cuenta mi oblación  tanto o más que la de mi hermano Abel, ¿me entendes?, así es la cosa ¿no les parece que lo mejor que hubiera hecho era matar de una vez y para siempre a dios y no a mi propio hermano?, porque para mi Dios está muerto desde que permitió que yo matara a mi propia sangre. Yo eso hubiera hecho, eso era lo mejor que tenía que haber hecho, y así me hubiera proclamado dios de una vez por todas. Dicen que toda sabiduría viene del temor de él, pero ¿saben qué?, les digo un secreto que resuena en mi corazón , a veces me siento como el gran escogido, sobre los cielos o como si yo fuera el verdadero Dios de todo lo visible y lo invisible o como si yo fuera realmente Yavé Sabaot.                                                                                                                                                                                     Es que Dios está muerto para mí y no trato de parodiar a nadie. Yo soy dios y por eso es que soy un iluso, pedante, engreído y resentido como Nietzsche. Además me identifico mucho con el Rey Nabucodonosor quien se creyó Dios y terminó enajenado como yo, vagando entre los bosques, paramos y montañas enloquecido por Dios, comiendo yerba y pasto como el buey, andrajoso con el cabello crecido como las plumas del águila y sus uñas como la de los pájaros. Y todo aquel que lo veía no podía creer que se trataba del rey babilónico que se proclama dios a los cuatro vientos, hasta que un día el rey loco y pordiosero de Nabucodonosor, terminó aceptando su equivocación y entonces Dios le regresó la lucidez, la salud y la higiene  mental que nunca  había tenido, porque eso sí, él es el verdadero ¨Yo soy el que soy¨, debo admitirlo para mi propio bien; porque el lugar que piso santo es, ya que él sabe humillar a los que se comportan con orgullo e irrespeto y además, porque cuando hablo así me siento como una zarza que no arde y te llena de abrojos, o sea, me siento equivocado, con problemas y sin autoridad.  @mundiario

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