Donkey Punch es un thriller para jóvenes que sorprende por su manufactura

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Fotograma de Donkey Punch./ Sensacine.com

La película de 2008, dirigida por Oliver Blackburn, destaca por dignificar un género más que rancio y previsible dentro de la historia del cine americano.

Donkey Punch es un thriller para jóvenes que sorprende por su manufactura

Nunca me gustó "Scream" ni esa serie de imitaciones que brotaron como setas a finales de los noventa: "Sé lo que hicistéis el último verano", "Destino final", "Saw" (and so on).

Sin embargo, me encuentro con "Donkey Punch" que, dentro de las limitaciones que ofrece esta clase de thrillers, se atreve a darnos algo más: las tonalidades de luz a bordo del barco y en tierra nos recuerdan a esa enigmática película de "Calma total" y, en poco minutos, guionista y director definen  perfectamente esa apatía que muchos jóvenes experimentan cuando tienen todas sus necesidades satisfechas, cuando solo les queda como horizonte de expectativas una forma de ganar dinero más rápida.

El mundo de las drogas, del alcohol y la banalidad de una diversión que conduce al histrionismo y a la caricatura de los personajes están muy bien reflejados en la película,especialmente la primera hora, donde los juegos de luces expresan ese carácter de juventud perdurable en unos cuerpos adánicos que viven su particular idilio psicodélico con el éxtasis.

Después de cuarenta minutos, la película deja toda clase de manierismo para convertirse en un thriller típico, pero bien llevado, con pocas fisuras, y muy animado hasta el final, aunque un tanto predecible. Pero, bueno, es una película más que recomendable y rompe con el infantilismo de sus predecesoras.

Ay, que nos he contado de qué va.

Pero quizá eso sea lo menos importante; os diré que,al igual que, en "Calma Total", la acción principal transcurre en un barco donde la muerte de uno de sus tripulantes desencadena una reacción en cadena de acusaciones y recelos, y cuyo desenlace ya os lo podéis imaginar.

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