Diarios, de Max Aub: Toda una vida de escritor por la palabra dignamente comprometida

Desde la otra orilla del Leteo. Max Aub. «Diarios (1939-1972)». Edición, estudio introductorio y notas de Manuel Aznar Soler, Alba Editorial, Barcelona, 1998
Desde la otra orilla del Leteo. Max Aub. «Diarios (1939-1972)». Edición, estudio introductorio y notas de Manuel Aznar Soler, Alba Editorial, Barcelona, 1998

“No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura”. George Orwell

Diarios, de Max Aub: Toda una vida de escritor por la palabra dignamente comprometida

Amarga  ironía un olvido como el del polifacético exiliado español Max Aub, creador lleno de estancias,  injustamente tratado en esta España a la que tanto dio hasta su muerte en julio de 1972 en México. “Mis libros –escribe-, no se venden. No tengo editor- y sabe Dios si lo procuro- como no sea para mis libros de crítica (que no lo son, sino charlas de café)”. Se consideraba un escritor sin lectores, algo semejante a Azaña, aunque estoy seguro que esta comparación no le sería agradable. En Diarios habla  precisamente de la soberbia intelectual de quien fue el último presidente de la República española.

Sintió de una manera tan intensa el ser español, él que no había nacido en España, judío, hijo de madre francesa de origen alemán y padre alemán. Se consideró siempre tan dramáticamente hijo de esta tierra, tanto, que si el exilio significó una pérdida irreparable durante muchas décadas para el país – y no me refiero solamente a la literatura -, para él  supuso un vivir sin estar viviendo. Es el sentir amargo y solidario que traslucen las páginas de estos Diarios cargados de una emocional de  adioses finales, cuando se van presentando los incontenibles y dolorosos retratos de los que se van para siempre.

Todo Litoral, Prados, Cernuda, Salinas, Moreno Villa, junto a León Felipe, Domenchina, Rivas Cherif, Juan Ramón. Una lista entre la belleza y tristeza de los adioses del exilio con el mal de España como dolida huella de despedida.

Soledades de una muchedumbre que nos va desgranando el narrador con multitud de anécdotas, perfiles, datos, encuentros, desencuentros, envidias, desilusiones. El tiempo pasa y la mirada puesta en la patria lejana va perdiendo visibilidad, el horizonte se nubla. Palpita en el escritor una sucesión de secuencias, subjetivamente dolorosas, que sin embargo no lo ciegan para impedir ver la tragedia del éxodo en otros, muchos de ellos en apuradas condiciones económicas. Dolor producido por una derrota que fue digerida por muy pocos, entre ellos este inmenso Max Aub.

Labor encomiable  significa recomendar la obra de Aub hasta situarla en el lugar justo que le corresponde, la que hemos asumido los que conocemos su rica creación literaria. Elogiable compromiso el asumido por la Fundación Max Aub, radicada en Segorbe (Castellón), el trabajo de investigación de Aznar Soler y la de  Alba Editorial con la cuidada edición de otros importantes títulos del escritor, porque en los mediocres tiempos que corren en política, pueden despertar un sentimiento de solidaridad, que tan necesario puede resultar. En este caso lo que se pretende y desea es dar noticia comentada de la importancia literaria sobre la vida en el exilio mexicano de una legión de escritores e intelectuales españoles que desfilan por estas páginas  las cuales se inician  en febrero del 39, finalizando con   la muerte del autor en julio del 72. Poseedor de estilo narrativo directo, ameno y  ágil, casi cinematográfica, tan peculiar en las formas expresivas de la narrativa de Max Aub. Un ejercicio de lectura, continuidad de secuencias, saltos atrás y adelante en el tiempo, divagaciones, noticias de la creación literaria,  la lucha por no caer en el olvido, de los que han quedado impotentes, mutilados.  Sentidos a adioses.

Literatura recuperada de un capítulo de la historia que, como señalo, cada día se va envolviendo más en el implacable olvido. De ahí otro de los factores a tener en cuenta, el exilio provocado por esa sangrienta y tremenda guerra civil, forma parte muy rica de nosotros. Siendo, junto a la literaria, la que me obliga de vez en cuando, volver a la memoria de la derrota. Aportar con sanas maneras en la escritura y expresarla para el posible público lector. @mundiario

 

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