Dame el mechero o te quemo los huevos

Alfredo Landa en El Crack (1981).
Alfredo Landa en El Crack (1981).
Con 39 años, Garci se llevaba el Oscar en la categoría de Mejor película extranjera por Volver a empezar (1982), primer español en alcanzar esta gloria. Un año antes, estrenaba la mejor película de cine negro española: El Crack.
Dame el mechero o te quemo los huevos

Alfrendo Landa, a quien el gran público tenía (y en gran medida tiene) asimilado con lo que se ha dado llamar el landismo, ese género que va intrínsecamente unido a la figura de Alfredo Landa y la multitud de comedias ligeras y picantes que rodó, se enfrentaba en El Crack al duro trabajo de borrar de la mente del espectador esa imagen y dar el pego por completo del detective solitario y taciturno llamado Germán Areta.

Para lograrlo no hay mejor primera frase adjudicada a un personaje en la historia del cine que esta: “Vareta, dame el mechero o te quemo los huevos”. Y un Landa Areta (sí, el segundo apellido de Alfredo coincide con el de su personaje en El Crack) de rostro serio y seco, mirada fría, cazadora de cuero, sujeta en su mano derecha, bajo la mesa del bar donde cena un filete con patatas acompañado de una copa de vino, una pistola que presiona los testículos del ratero que, junto a su compañero, pretenden robar en el bar.

“Vareta, dame el mechero o te quemo los huevos”. Esta es la frase que escribieron en el guión Garci y Valcárcel y que define el personaje de Landa en menos de medio minuto. Chimpún.

En El Crack vemos la esencia de Garci, todo lo que ama y conoce: el cine de genero, sobre todo cine negro, el boxeo, Madrid, Nueva York, la falta de corrección política que tan bien sienta, el humo del tabaco y esa esencia de buen y cabreado cine español. “He querido que El Crack fuera una de esas películas que parecen sueños, que van encabronándose a medida que avanzan, y donde, además, pudiera quedar reflejada bastante de esa sucia verdad que nos rodea. El Crack, igualmente, es por encima de todo, una película española, negra, pero española.”, escribía Garci sobre su obra.

Para los que, extrañamente, no hayan visto esta maravilla, que sepan que no hay un solo movimiento de cámara o línea de diálogo que sobre en El Crack. Nada sobra, nada falta. Está guisado al punto.

Madrid es el elemento urbano esencial de la película ( “En el cine negro, el paisaje es un estado anímico”, explicaba Garci en un artículo) y todos los planos generales que rodó, sobre todo de la Gran Vía, son oro puro para el nostálgico. Algunos de los cuales podemos ver en El crack cero (2019).

Uno de los clímax o momentos culminantes de esta película es la explosión del coche de Areta. “Yo no entendía del tema, pero les pregunté: “¿Cuánto le metéis para una explosión normal? ¿Cuarente? Ponedle cien. Y creo que acerté porque a todo el mundo le impresiona la primera vez que la ve”. Pues sí, Don José Luis, acertó de pleno. El espectador se queda petrificado en la butaca o sofá tras esa explosión, no solo por el efecto especial sino por lo que todo él significa. Areta se rompe, hace crack, y la venganza se pone en marcha.

Una venganza que no se realiza en Madrid, donde transcurre casi toda la película, sino que nos vamos hasta Nueva York, toda una hazaña en las producciones españolas de los 80. Garci rodó con un equipo muy reducido para ahorrar costes y sin permisos porque Manolo Summers, otro gran director español (y padre de David Summers, cantante de Hombres G) le había advertido de que lo de pedir permisos en la gran manzana era un engorro y que lo mejor era aventurarse a rodar sin ellos. “Si os pillan y os echan, os vais del lugar y volvéis a la media hora. Dicho y hecho”, cuenta Garci.

El Crack se estreno en Barcelona el 1 de abril de 1982 y en Madrid el 6 de abril del mismo año. Compitió en cartelera con Gente corriente, dirigida por Robert Redford; Toro Salvaje, dirigida por Martin Scorsese con Robert De Niro en el papel del boxeador Jake LaMotta; o Patrimonio Nacional de Luis García Berlanga.

Cuenta Javier Muñoz, escritor, director y guionista cinematográfico, coautor del guión de El Crack cero (2019), que la película tuvo una tibia acogida en cines y que tras 75 días en la cartelera de las dos grandes ciudades se valoraba pasarla al circuito de reestrenos en provincias. Pero una carambola del destino cambió el (poco) éxito de El Crack. Garci ganó el prestigioso concurso de cuentos Puerta de Oro el 23 de junio de 1982 y Jesús Hermida quiso entrevistarlo al día siguiente de la entrega de premios en el Telediario de TVE (antes solo existía TVE, por tanto, la cuota de audiencia era estratosférica). José Luis Garci, muy hábilmente, recordó en esa entrevista que tenía en cartel su última película, El Crack. Ese fue el definitivo pistoletazo de salida de esta obra maestra del cine negro que llegó a recaudar cien millones de pesetas. Después llegaron El Crack II (1983) y El crack cero (2019), en esta última con Carlos Santos interpretando a Germán Areta y Miguel Ángel Muñoz como "El Moro".

El paso del tiempo no ha hecho más que encumbrar El Crack hasta ser considerada, merecidamente, obra de culto, y ejemplo de lo que es contar bien una historia, dirigir magistralmente a unos actores (por ejemplo, María Casanova en el papel de Carmen, Manuel Tejada como Alberto “El Guapo” o Miguel Rellán como Cárdenas “El Moro”, son algunos de los compañeros que dan la réplica a un magistral Alfredo Landa, no solo aguantando el tipo sino sacando matrícula de honor), ambientar a la perfección una película de género y, en definitiva, escribir y rodar, como solo un maestro sabe, una película.

Un maestro que, un par de años después de El Crack, y con 39 años, ganaba el Óscar por su película Volver a empezar en la categoría de Mejor película extranjera (de habla no inglesa), siendo así el primer español que lograba esta hazaña. No sería hasta once años después que un español ganase el mismo galardón, en este caso Fernando Trueba, por Belle Epoque (1993).

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