¿Cuánto vale el arte, cuánto vale la vida?

Cual si fueran hordas, cientos de visitantes luchan codo a codo en el Louvre, por un selfie con la Mona Lisa. ¿Cuántos reparan en el valor de la obra? Cada mes, salta un conciudadano del “puente del Saprissa” y debemos preocuparnos no por la estadística, sino por el valor de esa obra maestra que es una vida que vuela sin remedio desde el barandal, hacia su destrucción.

Es tan estrecha la acera, tan baja la baranda y tan fuerte la fuerza lateral de los autos que cruzan esta tristemente famosa pasarela de concreto que aquellos que ya perdieron el alma en la entrada del puente, no requieren de mucho mayor empuje, para destruir el encargo que nos recuerda el papa Francisco, Jesús nos entregó; “construir la obra de arte que es nuestra propia vida”.

Bien lo dice la cita inicial del famoso libro de Hemingway, Por quién doblan las campanas: “(...) La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por tanto, nunca preguntes por quién doblan las campanas; porque están doblando por tí” - John Donne.

Ha de dolerte como a mí, cada rastro de sangre que sube como la bruma del cañón del Río Virilla, sin dirección alguna, golpeándonos a todos, anunciando como triunfadora a la muerte.  Por ello, ayudemos cómo podamos a quienes tenemos cerca y muestran rasgos de deterioro en el lienzo de su piel, a quienes pronuncian palabras desabridas o tienen ausencia total de ellas, cual pincel que se cansó de colorear alegrías, sueños y emociones; por favor, ayudemos a quienes solo tienen como norte cruzar el corredor de la muerte en aquel triste lugar, rompiendo en mil pedazos el regalo de Dios, dejando con ello, inconclusa y para siempre, la obra que alguna vez comenzó. @mundiario