Habitación 300: Una cortina de humo que eclipsa los astros y las misiones militares

Inti, dios del Sol.
Inti, dios del Sol.

El pueblo es duro, es salvaje, la vida es así. Intento trascender como si viniese la muerte en una tormenta de arena, cuando España fuese una selva devastada... / Relato literario

Habitación 300: Una cortina de humo que eclipsa los astros y las misiones militares

Todo se ha vuelto diferente a lo que estimaba, pero la realidad no ha cambiado: era algo que combatí con todas mis fuerzas, con mi ilusión, ¡pero no he podido hacer nada!

De bebé también era depresiva, pero lloraba menos de lo que vomitaba. Sin embargo, crecí unida a la esperanza de crecer. De hecho, hablando de los secretos con mis amigas, me remontaba a los cursos pasados con nostalgia. Mi conocimiento los embellecía.

La ansiedad me llevó a abandonarlo todo: la pintura, el baile gallego, la costura. Adoro estas artes, ahora volví a pintar, bailo sola, ¡visto de vicio!

Pero no estoy sola, me acechan, me critican, me desean… Me adoran, me asesinan. Para lo bueno hay que tener gente, ante lo malo hay que esconderse de la gente o no haberles hablado… ¡Es todo harto grotesco a mi debilidad!

Llevo un tiempo haciendo llamadas con el móvil por la noche, de ultratumba, oscuras y liosas declaraciones de pesadilla. Acaban bloqueando mi número, yo amanezco como una rosa.

Quisiera mejorar la realidad que me oprime, que no me viniese desde todas las perspectivas, vivir en un mundo ideal.

Me he propuesto ser feliz después de haberlo perdido todo, y esta pérdida se refiere a una profunda decepción en los afectos, cuando para ello he decidido renunciar al respeto para vivir por mi cuenta. Es decir, sé que no tengo nada y que nadie me quiere, pero soy virtuosa y agradecida, de modo que, con mis cuatro extremidades íntegras y el tiempo para mí que me concede la marginación, haré el milagro de mi felicidad.

Allá a donde voy, me rodea la mediocridad, me persigue el mal, soy miel para las moscas. ¿Qué es del diablo en todo esto? Ateos demoníacos, herejías a mis oídos, una persecución inquisidora, apologías del pecado… ¿Y yo soy el Anticristo? ¿Cuántos muertos de hambre se ha cobrado la religión?

La autoridad tiene su hogar, todos tenemos problemas. La ciudadanía es pillaresca y la autoridad corrupta: entonces, no está tan mal mi clandestinidad.

Los que cumplen los tópicos de la sociedad vigente, no saben vivir. Lo sé y me consuela. Los veo venir, algunos me persiguen asombrados. No me importan, sé que me adoran y no son queribles. Yo soy querible y preservo la fe del amor. Quizá amo a Jesús o a la mañana, lejos, muy lejos del sol.

Me refugio en las creencias, pues construyen mi pensamiento. Nadie sabe lo que pienso, nunca pensé obtener estas conclusiones. Pero ellas me hacen fuerte, porque sé la verdad, o al menos me defiendo con mi verdad.

El pueblo es duro, es salvaje, la vida es así. Intento trascender como si viniese la muerte en una tormenta de arena, cuando España fuese una selva devastada por la usura y la lujuria.

No hay dios ni presidente, ni valores, ni amor libre. Espero que nuestra naturaleza rebrote y, en la noche, el pueblo salga a mirar las estrellas, con humildad y la fascinación de los amantes. @mundiario



   

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