Conversaciones con el maestro pintor Fernando Soria

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Obra de Fernando Soria

Un pintor que me enseñó la teoría de la pintura más que la práctica.

Conversaciones con el maestro pintor Fernando Soria

Cuando yo –un pintor en ciernes– en el año 2000 empecé a visitar al pintor Fernando Soria y a su encantadora esposa Ina –poetisa de gran sentimiento– vivían en la calle Cervantes de la localidad San Juan de Alicante, por encima de la Casa-Cuartel de la Guardia Civil, aprendí la teoría de la práctica de la pintura. Fernando era un neo-impresionista famoso y excepcional: maestro de la luz levantina sorollesca. En aquellas visitas yo quería conocerle, más como pintor que como persona, luego supe de la gran tragedia que fue para ellos la muerte de su única hija Beatriz en 1983. Me enseñó el cuadro de Beatriz que dejó sin acabar cuando la hija murió, joven, puesto que el matrimonio de Fernando e Ina se celebró en 1956. Nunca le pregunté si la hija estaba casada o soltera, lo que sé es que no tenían nietos. Les quedaba solamente un sobrino.

He aprendido que el arte de la pintura es una vocación, el arte por el arte porque amamos la pintura, trabajamos con entusiasmo, y cuando creamos el tiempo no pasa, se detiene como un misterio

Yo le pregunté una vez -ingenuamente- cómo se llegaba un ser un pintor de éxito y reconocido, cómo se salvan los obstáculos de las ventas, y Fernando como había estado en París, en los años de la guerra civil, y sabía francés me dijo: De mon temps, monsieur, on n´arrvait pas. Que con el tiempo pude traducir como: En mi tiempo, señor, no nos detuvimos. Que es parecido a lo que le dijo una vez Degas a un joven pintor. “En mis tiempos tampoco sabíamos cómo se llagaba ni al éxito ni a la ventas, ni a cómo llega hasta ti un marchante de arte. Pasa sin enterarte".

Llegué a entenderlo a medidas. He aprendido que el arte de la pintura es una vocación, el arte por el arte porque amamos la pintura, trabajamos con entusiasmo, y cuando creamos el tiempo no pasa, se detiene como un misterio; entonces es cuando nos transmutamos en espíritu, elevados hacia otro estado incontrolable. Mejor dicho, pintar es un estado cercano al Tránsito a la Transmutación. Su característica es de tal intensidad que nos domina, como podría ser un psicotrópico o una droga, es un estado donde la luz se ilumina más, la fuerza se apodera de nuestras líneas y pinceles, y los colores se llenan de euforia, es cuando llegamos al éxtasis.

Evidentemente, a algunos pintores no les satisface el transito espiritual, porque han de comer, pagar alquileres y comprar materiales. Pero la moraleja de esta disertación es que todos aquellos pintores que se hicieron famosos, tampoco tenían fe en sus inicios, es decir, que la fama, y las ventas llegan o no llegan, según la suerte o las carambolas donde juega el pintor. Pero sin duda alguna, uno también ha de poner de su parte, haciéndose visible, estando en las exposiciones, en los grupos de amigos y colegas, y si es necesario haciendo auto-promoción, nadie va a ir a tu estudio a ver tus obras, sino que han de sacar tú del taller aunque sea para donarlas.

Lo que quería decirme es que yo no tenía un estilo personal, como él, o los grandes pintores, porque en el estilo personal, reside el gran secreto de los pintores, en el de ser diferente a los demás

Tras varios años de amistad, yo le pedí que me presentara una exposición individual que hice en 2002 en el Ateneo de Alicante, a lo que accedió gustosamente y me dijo que pintaba como un Madrazo. Luego le pinté un retrato surrealistas, saliendo su cabeza de una paleta de pintor, y él, agradecido, me dio uno de sus cuadros, pequeño de la paya de San Juan. Yo por aquellos años trataba de pintar lo mejor que sabía, pero una vez me dijo: “Ramón, tú pintas muy bien, pero yo no veo a Ramón”. Lo que quería decirme es que yo no tenía un estilo personal, como él, o los grandes pintores, porque en el estilo personal, reside el gran secreto de los pintores, en el de ser diferente a los demás. Aquí, ahora, en esta tesitura, he encuentro, y siempre recordando sus sabias palabras que son oro puro, y tratando de buscarme a mí mismo y a mi estilo que huye sin control como el agua derramada de un grifo.

Fernando Soria (1922-2009)  tiene un museo de pintura en San Juan (Alicante). @mundiario

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