Como respiro, también escribo

Cecilia Vicuña
Cecilia Vicuña.

La palabra poética se descuelga por el vacío para someternos a la más esperanzadora reacción de humanidad ante la existencia vana, displicente, despiadada, indecente y vulgar. Un todo sin límites.

Como respiro, también escribo

ADVIERTO DE LA FRAGANCIA DE LAS NUBES. Ese es el emblema celeste que apostilla el discurso de lo nombrable en la muerte y en la vida. En ese orden exclusivo: lluvia que disemina su aporte de frescura. Así la poesía de Carmen Boullosa descarga el designio que expresa en su poesía. Esa fortaleza que, aun resquebrajada, persiste en su actitud de implicación inherente a lo que se es, “La poesía no es lo que respiro, es lo que soy”. Y esa existencia declama en su frágil apariencia un robustecido atributo humano. El milagro de la palabra, “(…) el recuerdo del olor a tierra mojada / en los arriates del corazón (…) que Francisco Basallote compusiera en la crin del viento poético que insufla la dicción sonoramente extraña de su paso.

La escritora mexicana nos adentra en el oído de un mundo sordo, para que le narremos las historias que olvidó, desde el silencio de un poema abierto en mitad del susurro, “El círculo roto, el murmullo que desatendido se multiplica, / se convierte en ejército con mil frentes / sonido inacabable, incomprensión inacabable.”

Carmen Boullosa

Carmen Boullosa. / Mundiario

EN EL DESCONCIERTO HALLAMOS UNA TRAMA DE MISTERIO.  Y la sensación de extravío nos duele y lacera. “Un coito no sabe contener ni expresar,  / ni satisfacer mi sentimiento de ti”. Cecilia Vicuña es una elongación del amor encontrado. Es la moneda que el niño alborozado celebra camino del kiosco. Una suerte de suertes. Amuleto de signos apreciados en su diseño de construcciones pasajeras. Esas “basuritas” como ella las llama.

La disolución de la precaución por la asunción de lo vigorosamente visual y pasajero. Es un recuerdo atávico. Sin tiempo pero con memoria usada, gastada y vuelta a recobrar. Lucy R. Lippard señala que su obra es “un arte político que es espiritual, abstracto, mínimo y que no calza en ninguna de las definiciones conocidas. Calza en una sensibilidad que es indígena y es futura a la vez.” La indicación de la creadora chilena es nítida,  “Reciprocar, el fundamento de la igualdad.” Y ese hecho femenino, templanza de su rumor natural, es desfile de sencillas acuñaciones de esa moneda que ríe en el bolsillo del niño y se malogra en el siete que raja el del adulto.

VOLÁTIl DENSIDAD TU QUEHACER COSTOSO Y SUFRIDO. Hasta asomarnos a la barandilla del siglo XX y verlo venir con su humanidad de hombre rotamente intacto. “¡Y si después de tantas palabras, / no sobrevive la palabra!” César Vallejo y su piel invernal y parisina es antecedente de la de Julio Cortázar -¡Oh Maga..!

¿Dónde estás para contener mi escritura en el juego de la Rayuela y dar saltitos sobre la muerte hasta encontrarnos?-. El espectro de la perdición nunca doblega a la poesía. A la vida sí. Es la razón de su trasexistencia. Su clamor es vivaz atuendo, aunque el luto riña con la flor por su deseo de hacer del color negro la corola de fúnebre compostura de su cabecera. El poeta peruano nos dicta su conciencia a quemarropa. No es un francotirador que se aposta para disparar. Sus ráfagas son íntegro mandamiento de humanidad, de pura humanidad para el lenguaje transgresor e insuperable de su labor cuidada, sensible, a corazón desprendido e “inteligencia” generosísima y juanramoniana,  “Silencio. Aquí ya todo está vestido / de dolor riguroso; y arde apenas, / como un mal kerosene, esta pasión.” La poesía esa casa con el farolito encendido, que abriga hospitalidad en la oscura noche. @mundiario

 

Comentarios