Se publican todas las entrevistas que ofreció José Ángel Valente

José Ángel Valente. / El País
José Ángel Valente. / El País

El volumen que edita Galaxia Gutenberg, recopila la totalidad de las entrevistas y encuentros que se publicaran del poeta gallego, José Ángel Valente a lo largo de toda su vida.

Se publican todas las entrevistas que ofreció José Ángel Valente

El trabajo de búsqueda y localización de los textos ha sido realizado por quien fuera amigo del poeta, Andrés Sánchez Robayna, que lo ha ejecutado con la linealidad cronológica más estricta: desde la primera noticia aparecida en prensa sobre el poeta, la concesión del premio Adonais en 1954, hasta su última entrevista, aparecida en una revista, publicada póstumamente, en 2001. El libro también recoge varios textos de carácter inédito que sumados al material gráfico, fotografías escasamente difundidas del autor, conforman un frondoso cuadro tanto de la producción poética como de su biografía.     

Pudiera ocurrir que el ánimo de exhaustividad, ante el proyecto de seleccionar lo mejor de la obra de cualquier autor, produjera un volumen inabarcable o tedioso, pero con un poeta como Valente, se agradece el rescate de cualquiera de sus intervenciones públicas. No es mero afán de totalidad lo que justifica este volumen sino el interés y el carácter infrecuente, en la literatura española contemporánea, de una obra como la de Valente.

El conjunto de estas entrevistas y diálogos varios se suma al internes crítico de su obra ensayística, y ofrece la singularidad de su naturaleza verbal: en el clima de la conversación, distinto a la linealidad disciplinar del texto escrito, el escritor enuncia o sugiere perspectivas e ideas no registradas en los ensayos.  

Octavio Paz, a propósito de estos aspectos, señalaba las diferencias entre lo escrito y lo hablado, advirtiendo sobre el riesgo de publicar lo que se ha comunicado en un encuentro exclusivamente coloquial, pues la expresión verbal, al verse reflejada en un texto podría adquirir una dimensión o un sentido inapropiados, incluso, contrarios al originario. Para el poeta mexicano lo coloquial suponía un lenguaje propio, distinto al textual, con características y registros también propios.

Valente no es de distinto pensamiento: lo comunicado oralmente pertenece a este ámbito, de ahí que todo lo expresado de este modo se sume como complemento a la obra escrita, conservando su propia atmósfera de divagación y peculiaridad reflexiva.  Por ejemplo, Valente, hablando de la memoria, matiza que el olvido es parte de la misma, dimensión de una dimensión mayor – la memoria -  que podría incluirlo. O bien, expone los vericuetos ocultos de la tradición literaria: cantico espiritual, de San Juan de la Cruz es, en realidad, “un comentario” del Cantar de los Cantares. San Juan, influenciado por sus lecturas de la biblia, y más sensiblemente por el cantar, recoge y reelabora su material simbólico, junto a contenidos de carácter popular, y el producto sublimado de  todo ello se convierte en su obra poética y mística, lo que considerando el exquisito nivel de su trabajo, lo convierten, a ojo de Valente, en el poeta más importante de la literatura española.

Como era de esperar, en el libro encontramos numerosas referencias a la poesía, a su definición, a su naturaleza, a sus relaciones con las otras artes.

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Para Valente, la poesía supone un conocimiento especial del mundo, distinto al filosófico: el pensamiento racional supone un proceso de los elementos discernidos de la realidad, mientras que en el poético, gracias a la “aprehensión sensorial directa del pensamiento”, según la expresión de Eliot que Valente cita, lo que se produce es una presentación de lo dilucidado a través de la imagen.  La razón conforma lenguajes instrumentales que convergen con los mediáticos, es decir, con los lenguajes del poder. Los intereses de la poesía son muy distintos, pues la poesía es un tanteo de lo cotidiano a la búsqueda de lo insólito. Su misión es receptiva e intuitiva, no dirige meramente contenidos ni los archiva.

La poesía supone un estado de atención, en definitiva, una ascesis. La poesía propicia el estado contemplativo y espera a que lo percibido devenga imagen reveladora de un origen nuevo. La realidad nace aquí, se ensancha, se dispersa,  o desaparece para metamorfosearse en otra. La poesía es un estado, una posición de espera generadora.

Otros aspectos importantes que estas entrevistas recogen con respecto a los intereses de Valente son sus lecturas de la cábala, la amistad con Lezama Lima, las aproximaciones a la espiritualidad y estética orientales, los aspectos secretamente comunes de tradiciones místicas y literarias distintas, o ese denominado “don de la ligereza” que, a propósito de una incursión en la obra de Chillida, el autor gallego señala como distintivo propio de todas las artes. @mundiario

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