El Club del Mar, una muralla de apartamentos para albergar al turismo de masas

Fachada delantera del Club del Mar. / Foto Iñigo Lanz
Fachada delantera del Club del Mar. / Iñigo Lanz

Esta inmensa urbanización de la Playa de San Juan de Alicante es, con sus 330 m de longitud, la obra más grande del Racionalismo Levantino.

El Club del Mar, una muralla de apartamentos para albergar al turismo de masas

En 1929 Le Corbusier propuso para Río de Janeiro un edificio de varios kilómetros de longitud que bordeara la costa, posteriormente volvió a proponer otro proyecto similar para la ciudad de Argel. Ninguna de esas inmensas obras llegaron nunca a construirse, pero sí quedó constancia de ambas y, como la mayoría de los proyectos del arquitecto suizo, sirvieron como inspiración para arquitectos posteriores. Es el caso de Juan Guardiola, que tomó como referencia estas ideas para el diseño de la urbanización Club del Mar de la Playa de San Juan de Alicante.

Hemos constatado en artículos anteriores que Guardiola buscó inspiración en obras de grandes arquitectos, véase el caso de la Torre Pirelli para el Edificio Vistamar, y que era dado a la espectacularidad en sus construcciones, por eso estos proyectos de Le Corbusier debieron resultarle fascinantes. Basándose en ellos intentó construir un edificio de más de dos kilómetros que uniera la ciudad de Alicante con la playa de la Albufereta, que discurriera paralelo a la costa y pegado a la ladera de la Serra Grossa.

Esta obra nunca llegó a finalizarse, pero ha quedado constancia de ella por sus dos extremos. El inicio es un bloque que se quedó aislado y que está situado al final de la playa del Postiguet, frente a la estación del “trenet” de la playa del cocó y al lado del “scalextric”. El final del edificio está construido detrás de la Finca Adoc. Entre ellos han quedado 2 Km de carretera y toda la ladera de la sierra.

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Extremos del edificio de la Serra Grossa, separados 2 Km. / Iñigo Lanz

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Extremo del edificio de la Serra Grossa en la Albufereta. / David Sardaña

Seguramente la frustración por no poder terminar este edificio hizo que la idea de una construcción larga y curva quedara pendiente. A finales de los 60 vuelve a utilizar la idea a menor escala y proyecta el Club del Mar en la Playa de San Juan, cerca de otras construcciones propias como la Urbanización La Rotonda. El edificio no destaca tanto por su valor arquitectónico como por sus dimensiones, 330 m de longitud, altura variable entre 14 y 16 plantas y más de 800 propiedades (entre viviendas, locales y plazas de garaje). Otra característica es su planta curva que crea dos zonas bien diferenciadas de la urbanización. La parte interna es la orientada al sur, por lo tanto recibe la luz del sol todo el día. Es donde se encuentran las terrazas de los apartamentos con sus miles de toldos, la visión de todos ellos extendidos en las horas de la tarde es muy impactante y da la dimensión del edificio y del fenómeno turístico. Estas terrazas dan a la zona recreativa de la urbanización, que está dotada con jardines, piscina, pistas deportivas y locales comerciales situados en los bajos del edificio. La parte trasera es la dedicada, como siempre, a las escaleras exteriores y galerías y da al aparcamiento comunitario. Su vista es bastante impactante ya que está compuesta por pasillos que conectan todas las puertas y son tan largos, en algunos casos, como la propia fachada. Cada vivienda posee pared en ambas caras, entrada por la parte trasera y terraza por la delantera, quedando así separadas una tras otra por los tabiques laterales.

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Fachada trasera del Club del Mar. / Iñigo Lanz

A la hora de abordar la ilustración lo que más me llamaba la atención era la fachada delantera cubierta de toldos donde se alternan los extendidos y los recogidos, me recordaba a una secuencia de ceros y unos de código binario. El resultado es una vista esquemática de esa cara del edificio reducida a dichos toldos, donde los recogidos, en negro, representan ceros y los extendidos en azul representan unos. El mensaje escrito en código binario es obvio, “Urbanización Club del Mar de la Playa de San Juan de Alicante. Juan Guardiola 1970.”. Con esta referencia a la incipiente informática quería hacer un homenaje a los artistas del Centro de Cálculo de Madrid, de los que formó parte el alicantino Eusebio Sempere, quien ha influenciado muchas de mis ilustraciones del Racionalismo Levantino. Este grupo es contemporáneo de estas construcciones (inició sus andaduras en 1965 en Madrid en un edificio diseñado por Fisac) y su trabajo se centró en la creación de arte utilizando el potencial de las primeras computadoras.

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Ilustración del Club del Mar. / Iñigo Lanz

El Club del Mar, además de su repercusión arquitectónica, tuvo un gran impacto en los alicantinos de varias generaciones. Durante los años 80 y gran parte de los 90 del s. XX, salíamos de marcha por Alicante durante el invierno, pero los veranos, desde fogueres en junio hasta fiestas de Sant Joan en septiembre, se salía por la playa. Los primeros “litros” de la noche nos los tomábamos siempre en los bajos del Club del Mar. Si no puedo decir que mi primera borrachera fuera allí, porque estaría mintiendo, sí puedo asegurar que muchas de las primeras tuvieron lugar en este edificio. Pasábamos horas jugando al duro y bebiendo chupitos de “tócame los huevos” en alguna terraza de los bajos del edificio, disfrutando de las noches del verano levantino junto con amigos y molestando a los vecinos de los apartamentos superiores. Hoy en día la urbanización permanece cerrada a los no residentes y sus bajos ya no son bares. Pero para los alicantinos de mi edad han quedado los recuerdos de una juventud donde cada momento se vivía con la intensidad de lo nuevo, ya que casi todo nos pasaba por primera vez.

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