El cine es algo más grande que el lugar en el que vives

Sala de cine. / IG @judmm
Sala de cine. / IG @judmm
¿Qué va a pasar con los cines? Decisiones tan cobardes como obviar las salas para pasar los estrenos a plataformas digitales pueden acabar con las salas de cine y todas las experiencias que en ellas se viven.
El cine es algo más grande que el lugar en el que vives

Recuerdo mi primera vez en el cine. 'Taron y el caldero mágico' fue la película elegida por mis padres para acercarme a ese recinto oscuro, lleno de butacas y suelo enmoquetado. Una enorme pantalla blanca presidía la sala y reinaba el silencio entre las personas desconocidas que ocupaban sus asientos. Era el cine Zorrilla de Valladolid, en plena Plaza Mayor, ahora usado únicamente como teatro. De pronto luz, color y sonido. Una explosión asombrosa que penetra en el cuerpo y retumba en la caja torácica de nuestro esqueleto. Daba comienzo la función.

Y tras ella llegaron muchas, muchas otras.

Con 'Indiana Jones y la última cruzada' recuerdo un cine a rebosar, concretamente el Cine Vistarama en Portillo de Balboa 8, Valladolid, que ya no existe y en su lugar hay un supermercado. Mi madre y yo nos chocábamos con la gente en los pasillos de la sala. El revuelo era acogedor. Todos los que estábamos allí acabábamos de compartir una aventura divertida y la gente comentaba con alborozo lo que acababa de ver. A la salida nos esperaba mi padre, una de las pocas veces que se perdía una película en el cine.

Cines Vistarama. / bachilleratocinefilo.com

Cines Vistarama, Valladolid (años 80/90). / bachilleratocinefilo.com

Siendo más mayor comencé a ir con mis amigas, incluso con algún amor de adolescencia, de esos con los que no sabes si darte la mano en la oscuridad de la sala o dejarlo para el final de la película. Sea como fuere, siempre me importó más la película que el acompañante. Por eso, cuando pude, comencé a acudir sola a las primeras sesiones de tarde. Muchas veces he visto maravillosas películas en una sala de cine completamente vacía, toda para mí, y creo que es una de las experiencias más mágicas que se pueden vivir.

Recuerdo muchos viernes, sesión golfa, con mis padres, viendo el estreno de la semana y salir de madrugada soñando con ser superhéroe, atracador o detective, ¡qué sé yo!, mientras volvíamos a casa en coche escuchando al crítico de cine Pumares en su programa Polvo de estrellas.

Recuerdo también llevar a un novio de entonces a ver 'You’re the One', de José Luis Garci, a los cines Broadway, en el Paseo del Hospital Militar en Valladolid, unos multicines que aún existen. Ese día comprendí que el único hombre con el que podría ver películas en blanco y negro sin que se quejase sería mi padre.

Solo he llegado tarde una vez a ver una película, fue Los Picapiedra en los cines Mantería de la capital castellana, unas salas propiedad de Enrique Cerezo que cerraron en el año 2012. Los Pedro y Pablo de la época que resultaron ser más divertidos que los actuales.

En los cines Coca, en la plaza de Martí y Monsó, Valladolid, vi y lloré la muerte de Leonardo DiCaprio en 'Titanic' con distintas amistades. Fueron dos veces las que pasé por ese trauma y cuando quise hacerlo una tercera, esta vez arrastrando a mi madre a ello, no fue posible porque ¡no quedaban entradas! Mi enfado fue morrocotudo pero ella me arrastró en ese momento a ver 'L.A. Confidential' en la pequeña sala en la planta de arriba de los Coca y todos salimos ganando, vaya que sí.

Cines Coca, Valladolid.

Cines Coca, Valladolid (1975) / bachilleratocinefilo.com

En los alternativos cines Casablanca, en la calle Leopoldo Cano de Valladolid, he visto alguna que otra película extraña pero también inolvidable. Cine polaco en blanco y negro e indie estadounidense con actores que luego serían grandes estrellas. Entradas baratas y salas pequeñas con número de butacas reducidas. Un cine de otros tiempos que sigue abierto contra viento y marea porque los vallisoletanos somos muchas cosas, entre ellas, cinéfilos. Por eso se habló durante días de esas nuevas salas con sonido dolby surround que nos dejó a todos con el sentido del oído hiper estimulado para largo.

Ya casada, he visto cientos de películas a pesar de que mi marido se la jugó en el noviazgo llevándome a ver en nuestra primera cita cinéfila una de Torrente. Quedé tan estupefacta que, tras eso, le hice descubrir, en casa, algo de cine antiguo español como 'Un perro andaluz' (1929) de Buñuel o 'El Verdugo' (1964) de Berlanga. Las salas de cine nos han acompañado allá donde hemos estado. Nuestra primera película en 3D la disfrutamos en un cine de Chinandega (Nicaragua) a precio de 2,50 € mientras en España se exhibían a más de 10€  Pero la sensación fue tan vertiginosa que ni por el precio merecía la pena repetir.

“El cine siempre está relacionado con algo que es mucho más grande que el lugar en el que vives”, así resume Pedro Almodovar, en la entrevista que ofrece a la revista Fotogramas del mes de noviembre 2020, lo que significa acudir a las salas.

Ir al cine es una aventura que comienza con la misma decisión de ir y la elección de la película. Los estrenos de los viernes siempre fueron un acontecimiento para muchos ciudadanos y el fin de semana giraba en torno a una película. A veces, incluso, si no eras de los primeros en ir, algún compañero de clase o trabajo podía reventarte el final (recuerden el jaleo que se montó en 1999 con 'El sexto sentido' de M. Night Shyamalan).

¿Y ahora, qué va a pasar con los cines?

Los informes anuales del ICAA lanzaban datos sobre algo ampliamente conocido, las salas de cine se mueren: en 1968 España contaba con 7761 pantallas frente a las 3695 de 2019. Aunque hace unos años vivíamos un esperanzador resurgimiento. Entre abril de 2018 y abril de 2019, el número de locales de exhibición en España pasó de 697 a 723, según el Censo de Salas de Cine llevado a cabo por la AIMC.

En este 2020 aún está por ver cuántos han sobrevivido pero la foto fija que se muestra es muy negativa. Primero, desde la FECE (Federación de cines de España) alertan de que “En los últimos quince días (hablamos de este mes de noviembre), el porcentaje de cines abiertos en España ha pasado del 87% al 48.8%, como consecuencia de las distintas medidas adoptadas por los Gobiernos autonómicos”.

Y lo explican así: “Esta reducción de cines afecta directamente a todo el territorio debido a la peculiaridad de este sector, donde los estrenos de nuevas películas se producen de forma simultánea en todo el país, y, por tanto, el cierre en una o varias regiones desencadena la cancelación de los estrenos previstos, dejando a los cines de otras regiones, y que, sí están abiertos, sin producto”.

España es el único país de la Unión Europea que ha fraccionado el mercado de las salas de cine, ya que en todos los Estados miembros se ha aplicado un enfoque estatal en la aplicación de las diferentes medidas restrictivas que afectan a las salas.

Piden, además, una ampliación de período subvencionable para justificar las ayudas ICAA. Las restricciones y cierres de esta segunda ola harán imposible cumplir los requisitos fijados para justificar las únicas ayudas que el ICAA ha concedido a las salas de cine que, aunque el sector reconoce y agradece al ICAA la ayuda concedida, a la vista de la evolución del mercado y de las nuevas restricciones impuestas por las CC.AA son claramente insuficientes.

Dichas ayudas, imprescindibles y necesarias para el sector, fueron diseñadas para un escenario distinto al actual y por tanto el sector considera fundamental ampliar el periodo subvencionable para que las ayudas sean una realidad para los cines.

Para poder justificar estas ayudas y no tener que devolver las cantidades concedidas, es necesario que los cines mantengan su actividad. Sin embargo, la segunda ola de la pandemia lo ha cambiado todo, y las salas de cine se están viendo obligadas a cerrar de nuevo sus puertas de forma temporal en varias Comunidades Autónomas. […] de los 13 millones de euros presupuestados para ayudas al sector, solo 10 millones de euros se han concedido en ayudas, por lo que el sector solicita al ICAA que no se pierda el sobrante y que estudie la fórmula adecuada para poder realizar una nueva convocatoria de ayudas al sector como apoyo ante los nuevos cierres y medidas restrictivas a la actividad.”

Sumemos a toda esta situación que grandes compañías cinematográficas deciden pasar sus estrenos a plataformas digitales por miedo a que los espectadores no acudan al cine. ¿Por qué no iban a acudir si en los cines no se ha producido ningún brote de contagios tras más de cuatro meses que lleva el sector abierto al público?

Decisiones tan cobardes pueden acabar con las salas de cine y todas las experiencias que en ellas se viven. El cine español, con Santiago Segura y su 'Padre no hay mas que uno 2' a la cabeza, han demostrado, sin embargo, gallardía en estos momentos a diferencia del gigante Disney que, literalmente, está dinamitando el cine tal y como lo conocemos.

Me entristece profundamente que las próximas generaciones no pisen una sala de cine en su vida. Que el cine sea para ellos únicamente una pantalla, o pantallita, desde la que acceder a un catálogo infernal donde perder el tiempo hasta seleccionar una película de esas que se hacen como churros para rellenar el inventario, básicamente lo que hace Netflix con el 95% de sus películas, un detrito tras otro.

En fin, lectores, esta no es la columna de una vieja chocha que vive en el pasado, esta es la columna de una treintañera que considera el cine un factor cultural más, y acudir a las salas un elemento de ocio inigualable que no necesita de “experiencias” futuristas como el 3D o la renovación de las salas con butacas que se mueven, permiso para comer como cerdos en la oscuridad o ¡qué se yo que invento absurdo más! Para acudir a las salas solo hace falta una cosa: buenas películas. @opinionadas en @mundiario

Comentarios