Cervantes y Lope. Vidas paralelas, unas biografías escritas por Mary Shelley

Portada del libro./ Calambur
Portada del libro./ Calambur

Como quien cuenta una fábula, la autora de Frankenstein relata las vidas de Lope y Cervantes desde una perspectiva en la que épica y talento son una misma cosa.

Cervantes y Lope. Vidas paralelas, unas biografías escritas por Mary Shelley

Cervantes y Lope. Vidas paralelas es una joya que la editorial Calambur publica con la intención de preservar a nuestros clásicos; política, por cierto, que no comparten todas las editoriales.

Se trata casi de una fábula más que de una biografía y que la escritora Mary Shelley elabora con afecto y sutilidad, sin efectos grandilocuentes, sin buscar la apología por la apología de dos genios, cuya influencia innegable se presiente todavía en adaptaciones, estrenos y continuas reediciones.

Lo que la escritora inglesa pergeña en estas vidas es un ideario romántico al que se acomodan los dos creadores, cuyas vidas no estuvieron exentas de una épica memorable y donde sus personajes, tramas y argumentos se dejaron llevar por un pulso creativo que indagaba en la propia experiencia; una experiencia inspirada en ese lastre emocional y traumático que jamás abandona a los supervivientes de guerra y a esos que no saben cómo solucionar sus lides sentimentales en un mundo donde orden, religión y obediencia al rey rigen la fortuna o la desgracia de los destinos.

No sorprende, por su cariz romántico, que Shelley destaque sobre todo en la biografía de Cervantes, su osadía en la batalla, su encierro y la  fuga, creando, por lo tanto, una atmósfera tan tensa y, en ocasiones tan venturosa, que el propio autor de El Quijote pasa a convertirse en una clase de personaje de intrigas varias, un apasionado aventurero que toma la libertad individual y colectiva como únicas metas.

La propia escritora se percata de su afortunado error y dedica las páginas finales de estas biografías a un análisis literario de las obras más representativas de Lope y de Cervantes. Lo mejor de todo es que, de la mano de Shelley, todo lo que acontece en estos autores parece inédito, porque ella, solamente ella, logra esa resignificación heroica de los años que vivieron los dos genios, a los que la posteridad sigue otorgándole el marchamo de la autenticidad.

Las certezas se extinguen en un relato donde la afectación, sin ninguna clase de boato, reside en aquellos momentos en los que la violencia, la depresión y la pobreza asaltan a Cervantes y a Lope. Lo que Shelley hace, con una aparente puerilidad, el lector de hoy lo interpreta en clave romántica, bajo ese espíritu byroniano con el que la escritora dota a sus homenajeados, sin descuidar la admiración hacia una literatura que analiza con fruición, con talento filológico, refiriendo el trabajo de otros biógrafos e interpretando acertadamente el contenido de poemas, romances y textos en prosa.

El trabajo de Shelley constata el efecto perdurable que tuvo y tiene el Siglo de Oro de nuestras letras en autores de cualquier nacionalidad, consolidando, por ejemplo, la modernidad y la ruptura de un Quijote en el que la autora de Mathilda enjuicia de igual manera la ironía y la desgracia con la que Cervantes construye a su personaje.

Por no hablar de la extensa descripción argumentativa que Shelley hace de La Dorotea, de Lope, incidiendo en las diversas emociones que celos, traición y amor sincero producen en el lector.

La facilidad con la que analiza vida y escritura para crear una confusión agradecida entre personajes y autores le atribuye a Shelley un valor añadido, como que lo narrado y lo vivido no dejan de ser el mismo ejercicio de estilo para quien se acerca a las obras de Cervantes y Lope con la humildad y el temor de saberse superado.

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