Blanca Miosi, la proyección de una narrativa dirigida a todos los públicos

Hijo del pasado, novela./ B.M.
Hijo del pasado, novela./ B.M.

Blanca Miosi es una escritora que conjuga en sus novelas toda clase de géneros literarios para lograr el máximo entretenimiento en su legión de lectores

Blanca Miosi, la proyección de una narrativa dirigida a todos los públicos

Blanca Miosi nos presenta Hijo del pasado; aventura, thriller y acción en un legado narrativo que sigue fascinando a muchos lectores.

Blanca Miosi es una de esas escritoras que cuida mucho el concepto de género, pero sin descuidar la versatilidad que puede ofrecerle dicho término.

La capacidad para fusionar diferentes temáticas y estilos como el costumbrismo, la fantasía, el thriller o el romance en una misma novela la han convertido en una de las creadoras con mayor número de lectores en las plataformas digitales.

En sus textos, la ficción se atiene a los tópicos de la tradición literaria, pero lograr algo así no es fácil, aunque lo parezca. Predomina un dominio del ritmo y de la tensión que dinamiza continuamente la secuenciación dentro de sus novelas. Además, sus personajes ocultan siempre una identidad que se desvela a lo largo del relato como inesperada y cautivadora para el lector, un recurso atrayente y agradecido para quien busca el entretenimiento y la tensión en la lectura.

Para Mundiario, Blanca Miosi nos presenta un fragmento de su novela Hijo del pasado.

"Capítulo 45

Casa Hamilton, 2005

—Pero ¿qué es eso de la Common Law de Inglaterra y el montón de palabrejas que citaste? —Daniel parecía divertido.

—Dije lo primero que me vino a la cabeza, no sé si lo creyeron o no, pero traté de ser convincente.

—Estuviste magnífico, Francis, hasta yo quedé impresionado.

—¿Por qué les dijiste que nos habíamos reunido con Shaw en el restaurante?

—Ellos ya lo sabían, para mí también fue una sorpresa.

—Jamás había estado tan nervioso, mentirle a un agente federal y a un inspector de policía no es lo más corriente. Ahora resulta que estoy aquí para recuperar la casa, cuando solo vine  por un simple encargo de papá… Necesito un trago.

—Vamos, también yo lo necesito.

Sentados a la mesa de la cocina, cada uno tenía la mente en sus propias inquietudes. Para Daniel era raro tener un vaso de vodka polaca —la mejor, según Konstantin— en la mano a la hora del desayuno. Pero se sentía insólitamente desamparado. Después de vivir durante muchos años siempre al lado de una mujer, primero con Yvanna, quien lo había acostumbrado a seguir sus directrices, desde qué ropa interior ponerse a cómo llevar el corte de cabello, y después con Viveka, que con su manera modosa sugería, más que imponía, sus condiciones de vida, se dio cuenta de que sencillamente era un inútil sin alguien que se hiciera cargo de él y de sus necesidades básicas, como la preparación de una simple taza de café.

Mientras estuvo en casa de Bendahan, era Xía quien sin objeción se encargaba de todo lo referente a él, y cuando vivió solo en un apartamento por unos años antes de casarse con Yvanna, nunca pudo ordenar su existencia de la manera como logran hacerlo las mujeres.

Era un lugar adonde acudía a dormir y pasaba horas estudiando a solas con espacio suficiente para practicar artes marciales: un salón absolutamente desnudo excepto por el tatami de ocho piezas por ocho que cubría gran parte del suelo. Comía siempre fuera, un provecho que obtenía del restaurante donde trabajaba en horas de la noche, empleo que después cambió por el de portero de un club nocturno donde ganaba el doble y también el respeto de los que osaban causar problemas.

Su sola presencia los hacía salir sin ofrecer resistencia. Fue una época en la que su meta era llegar a ser neurocirujano y no había cabida para más, excepto para las artes marciales que Xía le había recomendado practicar para ayudarlo a drenar su energía dirigiéndola hacia su mente. Lo que al comienzo le parecieron simples cuentos chinos, al pasar de los años se tradujo en una mejor manera de concentrarse, obtener calma y serenidad ante las más complicadas operaciones quirúrgicas y en cualquier situación que se presentara en su vida, incluyendo las amorosas. Su físico resistente por naturaleza aprendió a sacar partido de sus ventajas. Se especializó en el Zhìmìng de gōngjí hé jízhōng —Ataque Mortal y Concentración—, una modalidad china poco conocida. La aprendió directamente de un maestro, pariente de Xía, y supo transmitir toda la energía cinética del atacante sobre su objetivo.

En pocas palabras, era capaz según su maestro, de desgarrar órganos y matar de un solo golpe. Esos años le dieron seguridad en sí mismo, y aunque era uno de los pocos hombres para los que la palabra «miedo» no tenía significado, el arte del ataque y la defensa personal acrecentó el sentimiento de invencibilidad que en ocasiones le hacía descuidar el peligro. Pero no estaba preparado para sufrir una traición. En ese momento, sentado frente a Francis con el pequeño vaso de vodka en la mano, se preguntaba cuánto más podría confiar en él. Alguien que miente con tanta desenvoltura como lo había hecho ante aquellos dos policías sería capaz de cualquier engaño. Pero ¿acaso no estaba él haciendo lo mismo?" @mundiario

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