Benjamin Itaspes (VIII)

El Salvador. / barcelo.com
El Salvador. / barcelo.com
Itaspes regresa de Chile a su tierra natal, no sin antes enviar su innovadora obra a España y de recibir el cargo de corresponsal del diario La Nación de la Argentina. / Relato literario.

Varios nombres protectores fueron vitales en Chile para Itaspes, Poirier, Galleguillos, Lorca y Sotomayor. La vida de Itaspes se concentra en Valparaíso en improbables y hondos amoríos, en vagares a la orilla de la playa principalmente de Playa Ancha, invitaciones a bordo de los barcos, horas nocturnas y  ensueños matinales de juventud. Y antes de embarcar hacia Nicaragua conoció a don José Victorino Lastarria un gran chileno. Itaspes tenía desde hacía mucho una viva aspiración a ser corresponsal de La Nación de Buenos Aires, en donde comprendió el estilo mediante la ayuda de Paul Groussac, Santiago Estrada y el gran José Martí, aunque Groussac fue en realidad el verdadero conductor intelectual.

Eduardo de la Barra le ayudo a conocer al general Mitre mediante una carta de recomendación y fue el mismo general Mitre quien autorizó a Itaspe para ser parte de La Nación. Itaspes tenía un gran respeto por el general Mitre y también por el colombiano Rafael Núñez.

Con su cargo de corresponsal en La Nación Itaspes regresó a su tierra no sin antes escribir su primera correspondencia el 3 de febrero de 1889 un año después de escribir su primera innovadora y revolucionaria obra modernista: Azul…. Itaspes antes de regresar a su tierra fue víctima de una epidemia que azotó la ciudad y aventuras con el hampa chilena con su amigo el doctor Galleguillos Lorca al atender a un mafioso.

En su ruta por panamá fue testigo de carros cargados de negros que aullaban porque no se le habían pagado sus emolumentos y aquellos brazos sudorosos pedían al cielo justicia. Al llegar a su tierra se fue directamente a la casa de su infancia. Itaspes evita aquí hablar de su familia, de su recibimiento en casa y dirige su atención más bien a sus devaneos amorosos que se prolongaron hasta la ciudad de Chinandega, hasta llevarlo nuevamente a El Salvador. En San Salvador buscó a sus antiguas amistades y una de ellas le presentó al general Francisco Menéndez, entonces presidente de la republica quien era además agricultor y hombre probo y ferviente partidario de la unión centroamericana y hubiera sacrificado su alto puesto por ver realizado los sueños de Morazán, Cabañas, Jerez, Barrios y otros tantos.

En aquellos días el que estaba al frente del movimiento unificador era el presidente Francisco Morazán, él era uno de los más entusiastas del proyecto. A los pocos días Itaspes fue llamado por el presidente Menéndez quien me dijo- ¿quiere usted hacerse cargo de la dirección de un diario que sostenga los principios de la unión? Desde luego señor presidente- le respondí- está bien entonces daré la orden para que en seguida se arregle todo lo necesario.- al poco tiempo Itaspes  estaba al frente del diario órgano de los unionistas centroamericano y que por supuesto se llamaba ¨La Unión¨.

Itaspes estaba remunerado con liberalidad se le pagaba aparte los sueldos de los redactores, se imprimía en la imprenta nacional y se le dejaba todo el producto administrativo de la empresa. El diario comenzó a funcionar con éxito, tenía bajo sus órdenes a un escritor político de Costa Rica quien llevaba los artículos editoriales, Tranquilino Chacón, también estaba un colombiano famoso en Centroamérica como orador, taquígrafo, militar y revolucionario, Gustavo Ortega, también se encontraba bajo su dirección un malogrado poeta, mozo gentil que murió de tristeza y miseria quien conoció Europa antes de partir Equileo Echeverría.

Itaspes por aquella época conoció a una viuda y esposa de un famoso orador de Honduras, Álvaro Contreras, luchador de las tiranías y dominador de la palabra que tenía hasta un monumento y fundó un periódico que defendía los intereses peruanos. Su viuda tenía dos hijas a quien Itaspes conocía desde su infancia en casa de su tía Rita cuando ellas llegaban a alegrar las fiestas, con quienes bailó y cantaron cantos de la novena a la virgen, en las fiestas de diciembre. Ahora aquellas dos niñas eran todas unas señoritas, y una de ellas se había casado con el hijo de un poderoso banquero. Itaspes visitaba a la viuda para poder ver a la otra hija de la que muy pronto Itaspe quedó prendado y toda la sociedad se dio cuenta de su amor por la joven. El presidente le aconsejó que se casara, -señor es lo pienso hacer enseguida- le respondió Itaspes.

Con el beneplácito de la viuda y su hija Itaspes preparó su matrimonio, y curiosamente por aquellos días junto con su mejor amigo Francisco Gavidia se compenetró en la floresta de Víctor Hugo y en la lectura mutua de los alejandrinos al francés en donde le surgió la idea de la renovación métrica que debía de ampliar y realizar más tarde. Gavidia era el hombre que tenía la facultad del ensueño alta, fue tanto así que siendo muy joven iba leyendo por el Sena el periódico en donde leyó la ejecución de un inocente. Aquello le impresionó tanto que escuchó como toda la naturaleza le gritaban ¨es necesario que alguien se sacrifique para lavar esa injusticia¨. Y sin pensarlo se arrojó al río en donde alguien lo miró y pudieron sacarlo de inmediato fue conducido al consulado de El Salvador. Gavidia en su país escribió bellos libros y plausibles obras dramáticas y llegó a ser director de la biblioteca nacional de la capital salvadoreña.

El 22 de junio de 1890 se llevó a cabo la ceremonia civil de Itaspes, ese mismo día las tropas del general Carlos Ezeta se encontraban acuarteladas en Santa Ana y se rumoraba que entrarían a la ciudad del Salvador,  Ezeta era el brazo derecho y mimado del presidente Menéndez se murmuraba que Ezeta se había querido casar con la hija mayor  del presidente, Teresa, se rumoraba también que Ezeta tenía disensiones con algunos ministros del presidente como el doctor Delgado e Interiano.

La ceremonia de Itaspes se llevó a cabo en casa de la novia y a la hora del almuerzo el general Ezeta apareció y desde que se sentó se mostraba muy nervioso, se levantaba a cada momento para  hablar con el director del telégrafo, Amaya. Itaspe muy fatigado sin haber probado un trago se fue acostar temprano, porque en aquellos días el novio hasta que se casará por la iglesia tenía derecho a dormir con la esposa,  y con la firme decisión de no asistir al baile que Casa Presidencial ofrecía  se quedó dormido.  A la medianoche se escucharon detonaciones, cañoneos y tiros dispersos todo lo cual Itaspes lo atribuyó al contingente de Santa Ana. En la madrugada el ruido de caballos y armas lo despertó, se detuvieron en la puerta pronunciando su nombre y diciéndole si estaba el general Ezeta, Itaspes solo supo responder que estaba cansado y que no quería pasear suponiendo que se tratara de alguna invitación para un báquico desvelo, al poco rato se alejaron los caballos.

Por la mañana llamaron a la puerta e Itaspes se encontró con una de las criadas de su mujer, ¨dicen las señoras que están muy inquietas con usted suponiendo que le haya pasado algo con lo de anoche¨, Itaspes muy sorprendido le dijo -pero que es lo que ha ocurrido- que ya no es presidente el general Menéndez le han matado, ¿y quién es el presidente ahora? El general Ezeta. De inmediato Itaspe salió para la casa de su esposa y al pasar por casa presidencial pudo ver cadáveres con charcos de sangre tirados en el suelo, muy consternado entró al Hotel Nuevo Mundo a tomar una copa. Se sentó en una silla cerca de donde se encontraba un hombre con el cuello vendado por un pañuelo lleno de sangre, estaba vestido de militar y se encontraba ebrio, sacó un revólver y tranquilamente le apuntó diciéndole –diga, Viva el general Ezeta, -si señor- le respondió Itaspes -Viva el general Ezeta, así se hace y de inmediato guardó su revólver.

En casa de su mujer se le narró todo lo que había sucedido en el baile presidencial, en donde se encontraba la flor de la sociedad salvadoreña cuando de pronto se escuchó el ruido de fusilería en el momento que el palacio se encontraba rodeado de tropas. Un general que entró ordenó prisión para unos ministros. A esa hora el presidente se había ido a acostar. La guardia de casa presidencial se batía con los sublevados, hubo gritos, desmayos y gente corriendo. Teresa la hija mayor del presidente gritaba que llamaran a Carlos ¨el tranquilizará todo esto y dominará la situación¨. Señorita -le gritó alguien- es el general Carlos Ezeta el sublevado. El presidente había abierto la habitación y arengaba a sus tropas, se escuchó un viva el general Menéndez, pero este de inmediato cayó muerto, los médicos certificaron que no tenía ni un balazo y que lo que había pasado era un paro cardiaco, el cadáver fue expuesto y el pueblo pudo ver que no tenía ningún balazo. @mundiario

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