Bailando con acosadores

El día de la Bestia - Alex de la Iglesia
El día de la Bestia, de Álex de la Iglesia.
Hoy he vuelto a ver al viejo sonrosado que me arroja comentarios. Al principio le hice caso, hasta que pareció que era una encarnación del demonio. / Relato

El otro día me dijeron que hay una chavala de amarillo haciéndose pasar por mí, que la ven corriendo por la ciudad. Quizá haya visto los vídeos que me sacan algunos entrometidos cuando visito el centro; la ciudad es mía, ¡jajaja! ¡Qué disparate! Soy una prisionera malnacida cuyo avión explotará.

El hijo de la camarera se adentra por mi calle corriendo con un paraguas en la mano, ¡ha encontrado su vocación! Su padre es Frankenstein desde que le dio un derrame cerebral, pero no es peor que el yonki inmortal que pasa de largo hablando solo...

Hoy he vuelto a ver al viejo sonrosado que me arroja comentarios. Al principio le hice caso, hasta que pareció que era una encarnación del demonio.

Desde que dejé de tener pesadillas sexuales, y celos irrefrenables, me da la impresión de que la población quiere meterme en su aquelarre. La vecina que me encuentro desafortunadamente cuando llevo un mal día, ex compañeras que quieren atropellarme con sus carritos, hombres en coche, criminales tomando café...

Además, me encuentro con chicas con mis looks pasados, con simples conciudadanos que me clavan la mirada y con familias que nunca dan limosna.

Superé esa intuición conforme a que no soportaba que hablasen de mí, pero creo que, cuanto mejor me va, peores son los comentarios.

Sin embargo, me apena entenderlo ahora: siempre que me habían metido caña, era porque estaba siendo exitosa. ¡Si pudiera reencontrármelos cara a cara! No sé lo que les diría, pero los pondría en su sitio.

Lejos quedan los años 2000, cuando me acosaba un tal Jordi, el cual todos me decían que lo conocían. Ya no temo tanto el aislamiento ahora que (en el confinamiento) todos lo han sufrido.

Me voy defendiendo, y la defensa es mi palabra, ya que me enfrento a mí misma en otras bocas... Ellas se encargaban de que yo no tuviese medios de emancipación, de libertad, mientras me hacían sentarme cada viernes en silencio, impasible, hasta que vinieran a buscarme. Se erigieron en amigas mías, divirtiéndose con el abuso y la vejación del instinto básico, puesto que mi mente estaba viajando al fondo de todo ello...

No sé en manos de qué mentes calenturientas estoy ahora, pero la trabajadora del banco me asoció el sexo masculino. "Aquí hay un error", le advertí ante los datos. Giró la pantalla: "hembra", escribió.

La condición humana, intentar descubrirla, es caer en un pozo sin fondo cuando eres huérfana y no pagas ni tu Seguridad Social, al igual que las caras esconden crudas realidades.

Mis acosadores son inofensivos por ahora. Soñé que la policía me pegaba un tiro, e interpreto que el descuido de mis vecinos y el abandono de la pandemia, el fuerte resurgir patriarcal, me ha depositado en un mal lugar.

Todo transcurre al contrario de mis expectativas, todos aplastan mi voluntad. Se unen para no sentir nada por mí, silenciándome, bloqueando mis fuerzas. Sé que valgo mucho, llegan a reconocerlo, para que sepa el porqué. Pero esta vida está resultando bien aburrida, al igual que vergonzante, puesto que mis sueños caen en el olvido en el momento en que bajo del escenario. @mundiario


  
 

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