Kennedy: ¿Quién?

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Portada de Kennedy (obscenity).

Dentro de dos días se abrirán los 3100 documentos del asesinato del presidente John F Kennedy. Nos encontramos ante informes elaborados durante cuarenta años por los servicios de inteligencia. Respecto a este asesinato, les propongo acceder a cuatro fragmentos –del cual hoy Mundiario publica el primero en exclusiva- del libro Kennedy (obscenity) que escribí hace cuatro años. Si me acompañan analizaremos la clave 01 del magnicidio.

“Su leyenda sedujo a la leyenda. El suyo fue el misterio oculto en el corazón de la caldera de la ilusión y el engaño (1). Para algunos, era el mal encarnado, para otros, el tipo más simpático del mundo”

 

De quien habla –pregunte. Mi Director levanto los ojos y con suavidad en una media penumbra dijo:

–Es Korshack, “il consiglieri” de la Mafia. Vivía en el 10624 Camino Chalon, en Bel Air, de Los Ángeles y era “el abogado de los chicos malos” (2). Su distinción, su sabia lujuria, las relaciones que establecía daban a la Mafia un aire fresco. Pero en el FBI era el número de fichero 92-789ª, y nadie nunca le investigo.  Dominick Dunne confeso años más tarde que esa inmensa y lujosa mansión fue la “primera casa que fui en mi vida en la que había un guardia con un arma de fuego en la puerta” (3) Hizo una pausa para describir al verdadero Padrino. Era delgado, no muy alto, con una sonrisa agradable y multitud de contactos (4). Se cuentan anécdotas por miles, desde levantar una huelga en Hollywood por una llamada de Nancy Reagan a un amigo y el decir: “estará resuelta el lunes, pero dile a Reagan de quien viene el favor”. Mi Director hacia grandes esfuerzos por separarse de esa fantástica marea de simpatía que le impregnaba el Supermob, he intento entrar en la capa dura y espesa del asunto, con una sola pregunta:

–Tú piensas, tal vez, ¿este no sabía de la trama del asesinato de Kennedy?

–No sé –respondí

–No se atrevían –los del FBI a tocarle. Durante años le instalaron un micrófono de los de la época conectado a la red telefónica. Le bautizaron “Pequeño Al”.

– ¿Le descubrieron algo?

–Poco, si conversaciones con los otros jefes mafiosos y siempre aparecía un tal Sr Lincoln, del que aun dudamos si era el seudónimo que le identificaba o un personaje misterioso ubicado en otra esfera del complot. Frend Law se detuvo, dio vuelta a una hoja en la que tenía apuntada algunas ideas y señalo con el dedo: así lo veo yo, de las cinco familias mafiosas, él era el SuperMob, el grande. Su tarea era mediar entre el crimen y la legalidad. Luego estiro una hoja de papel y me mostro un gráfico de rectángulos conectados con flechas dibujadas con lápiz rojo. Aparecía CIA-Comisión del Crimen y entre ambas la unión era el Supermob: Korshack.

– ¿No es demasiada especulación? –pregunte. El respondió:

–Diríamos que lo visible es el grupo de Carlo Marcelo –el jefe de la Mafia de New Orleans– quien señala claramente la necesidad de asesinar a Kennedy, luego los hombres de Chicago agrupados en torno a Sam Giancana que colaboraban con la CIA para matar a Castro a través de un tal Maheu que conectaba con el Director del programa de Operaciones Especiales de la CIA Wiliam Harvey quien fue sustituido  a finales de 1963 por Desmond Fizgerald. Mi jefe se puso de pie, caminaba lentamente, luego se giró para mirarme y preguntar: ¿nos falta algo? En ese momento extraje un papel doblado y mostré otro gráfico y dije:

–Me obsesiona la conexión entre La Mafia y la CIA.

Nota: Kennedy (obscenity) a la venta en Amazon. @mundiario

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