Aristóteles, los bienes relacionales y la felicidad

Fresco en El Vaticano. Pixabay
Fresco en El Vaticano. / Pixabay
Los bienes relacionales son un factor fundamental en el bienestar subjetivo (felicidad y satisfacción vital), y así se desprende de los estudios empíricos desarrollados en el ámbito de la Happiness Economics.
Aristóteles, los bienes relacionales y la felicidad

Señala Aristóteles en Ética a Nicómaco que nadie quisiera tener todas las cosas buenas del mundo a condición de estar a solo. Afirma el vecino de enfrente que los mejores momentos se disfrutan en compañía. Estas dos elocuciones, del pensador griego y del vecino de enfrente, son muy ad hoc en nuestro tiempo. No es nada nuevo el creciente individualismo y la atomización —el individuo isolado— que han tomado forma en los últimos lustros en Occidente. Esto es, más o mucha gente viviendo sola, o prácticamente sola, hogares reducidos, menos consistencia de las redes/estructuras sociales y por ende menor interacción social, principalmente con los llamados lazos fuertes (familia y círculo social próximo).

En el pensamiento dominante —el mainstream como se diría de modo científico—, esto que acontece parece no tener relevancia. Estamos ante nuevos estilos de vida, nuevas formas de desarrollo vital y convivencia, que son simplemente distintos y/o incluso mejores. Más tal aseveración queda ahí. No hay un análisis sobre las consecuencias de tomar un camino u otro, bien porque no interesa o porque nos adentramos en una complejidad en la que muchos —muy contundentes sin embargo en sus juicios y afirmaciones— no desean entrar.

En realidad, el haz de consecuencias derivadas en el plano socioeconómico a partir de de este cambio —debilitamiento— del capital social, son muy numerosas y desarrollan un consecuencialismo trascendente en el plano de "lo micro" y de "lo macro".

Pero en este texto deseamos destacar el efecto del citado individualismo-atomización en la sociabilidad de la persona y en la obtención de soporte emocional. A la postre, un efecto sobre su bienestar subjetivo: su felicidad y su satisfacción vital.

En este contexto conviene destacar un concepto que se ha ido asentando en la literatura científica en los últimos años: el bien relacional, los bienes relacionales. Sobre este tema, permítaseme el comentario, trabajan de modo notorio y notable los profesores e investigadores de la Universidade da Coruña, José Atilano Pena-Lopez, José Manuel Sanchez-Santos, Paolo Rungo y yo mismo, Matías Membiela.

La categoría bien relacional fue introducida casi al mismo tiempo por los siguientes autores: la filósofa Martha Nussbaum (1986); el sociólogo Pierpaolo Donati (1986) y los economistas Benedetto Gui (1987) y Carole Uhlaner (1989).

Los bienes relacionales se definen como outputs intangibles de naturaleza comunicativa y afectiva que se originan a través de las interacciones; o también son denotados como la dimensión comunicativo/afectiva, no instrumental, de las relaciones interpersonales.

Los ejemplos más visibles de bien relacional son la amistad, el amor recíproco, el compromiso civil, el sentimiento de pertenencia a un grupo y el compañerismo. Más concretamente, los bienes relacionales se producen y a la vez se consumen en el hogar y en eventos tan gratificantes como el de una cena entre amigos, unos primos que juegan juntos, una charla distendida entre compañeros de trabajo, la participación junto a otras personas en un coro o en una asociación de voluntariado y, sin más, en una conversación relajada entre un vendedor y un comprador en el supermercado de un barrio de pertenencia.

Los bienes relacionales son un factor fundamental a la hora de analizar el bienestar subjetivo (felicidad), y así se desprende de los estudios empíricos desarrollados en el ámbito de la Happiness Economics. Los bienes relacionales son, como apuntamos, el factor que recoge la "sociabilidad intrínseca", la "relacionalidad" no instrumental de la que tiene necesidad todo individuo como ser social que es.

En resumen y volviendo al inicio de este artículo, conviene reflexionar y analizar, razonar y debatir, las consecuencias que toda acción moral-social-política imprime en el en el bien común y en el bienestar de la persona. Porque cambios cualitatitivos como los vivido por nuestra sociedad en los últimos treinta años, sí tienen consecuencias, y en muchas ocasiones no son favorables. @mundiario

Comentarios