Antebellum o cómo mezclar feminismo, Black Lives Matter y patriarcado y salir airosa

Antebellum.
Antebellum.
Con un guión de brocha gorda y una estética visual atrayente, esta película mezcla el gore con el cine reivindicativo prestándose al debate tras su visionado.
Antebellum o cómo mezclar feminismo, Black Lives Matter y patriarcado y salir airosa

Supremacismo blanco, odio, racismo, terrorismo o extrema derecha. Conceptos por todos conocidos y presentado en conjunto en múltiples ocasiones hasta el punto de que no pensamos en uno sin linkarlo o relacionarlo con el resto instantáneamente.

Ideas poderosas que han sido limadas hasta tal punto que la singularidad de todas ellas se ha convertido en una exposición simplista para el fácil entendimiento de todos. Hasta el Instituto Español de Estudios Estratégico alberga un memorable (noten la ironía) documento de investigación del año 2017 sobre el supremacismo blanco que no tiene desperdicio.

Sea como fuere, el último presidente norteamericano en dejar el cargo, Donald Trump, no ha favorecido la comprensión y aceptación de un pasado que no debe olvidarse para nunca volver a repetirlo. Pero a su vez, ha provocado la creación artística de numerosas películas en las que se ha querido ensalzar a la raza negra, incluso, otorgando a actores afroamericanos la posibilidad de protagonizar films que en un pasado no muy lejano eran papeles asumidos por blancos.

Un pasado que la pareja personal y profesional formada por Gerard Bush y Christopher Renz (Bush/Renz) sacan a la luz en Antebellum con un guión de brocha gorda y una estética visual atrayente, no por nada ambos son conocidos por sus trabajos publicitarios y especialistas en la creación de narraciones de marca. El relato que nos acercan en Antebellum es el del supremacismo blanco estadounidense del siglo XIX que provocó la esclavitud de gran parte de la población negra en el país. Eminentemente deplorable en el sur y en los llamados Estados Confederados de América, once en total, presididos desde 1861 a 1865 por el demócrata Jefferson Finis Davis. Por lo demás, y para completar a fotografía de la época, de sobra es conocido por todos que el republicano Abraham Lincolm, recién elegido presidente en 1860, y partidario de abolir la esclavitud, fue a la guerra contra estos estados que se oponían frontalmente a cambiar su estilo de vida y su economía, fuertemente dependiente del trabajo esclavo.

Antebellum nos sitúa en esta época durante la primera parte del metraje, pero todo cambia en un parpadeo para adentrarse en terrenos más oscuros si cabe, como es el supremacismo blanco en pleno siglo XXI y una protagonista que aglutina en sí misma el pack de luchas modernas: el feminismo y fin del patriarcado más el Black Lives Matter. Too much. Pero la músico y actriz Janelle Monaé se echa a sus espaldas toda esta lucha  con naturalidad y se mete tan de lleno en ella que acabará salpicada de sangre, literalmente. Y es que, el Bikram Yoga da para mucho.

Bush y Renz saben jugar con las reivindicaciones actuales norteamericanas hasta llevarlas al extremo. Tan al extremo que es ahí cuando el guión se convierte en una historia ordinaria pero divertida y disfrutona para los amantes del género gore, como la que aquí firma.

Este filme, además de aportar entretenimiento, esconde tras una cortina transparente reivindicaciones que pueden llegar a ser irresponsables en cabezas de espectadores imbuidos por esta sociedad del click y el timeline. Para el resto, la inmensa mayoría, surgirá un interesante debate sobre si las acciones punitivas de unos pocos deben acabar con el sano e inconsciente divertimento de otros o si las obras artísticas del pasado deben censurarse bajo la mirada crítica del siglo XXI.

Antebellum puede verse en Movistar+ @opinionadas

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