Habitación 300: Los ángeles del Apocalipsis cabalgan una manada de toros

La luna roja.
La luna roja.

Decían que Galicia era el Paraíso, para mí este país es como una caja de zapatos para un crío. / Relato literario

Habitación 300: Los ángeles del Apocalipsis cabalgan una manada de toros

Le doy las gracias al Infierno, pues protejo el temor a allí descender de suicidarme. Sin embargo, siempre que rezo al caer la noche, le pido al Señor que me lleve, que me lleve consigo. Él me otorga nuevas esperanzas cada mañana.

Decían que Galicia era el Paraíso, para mí este país es como una caja de zapatos para un crío. Cada nota de esta melodía es una gota de lluvia, y, desde luego, en Galicia suena la lluvia más que las campanas y silencia nuestras agonías.

Hace unos días, yacía en cama y me sobresaltó un quejido de gato: creo que era ella, Nana, mi gata perdida. Siempre lamentaré su triste final, a pesar de que me magullaba y no agradecía la comida. Nana está allá en el Cielo, mecida por los ángeles. ¿Y si los gatos y los gorriones, los conejos y los pollos fuesen ángeles y su matanza un sacrilegio?

Lo que me inquieta ahora es el señor mayor que me encuentro muchos días. Al principio le hice caso porque me descubría el afecto del barrio, me decía alguna cosa al pasar. Ya estoy harta, una vez me dijo que llevo cuernos y el otro día me tocó la mano.

En un momento sospeché que fuese el padre de algún amante… Ahora creo que es el Demonio. La última vez que lo vi fue la mañana del 1 de enero en una fría calle del centro, iba con mi hermanastra y a ella trasladé mi incomodidad. Dio los buenos días al pasar.

Desde entonces, estoy haciendo un esfuerzo por que mi hermanastra no anule mis esperanzas en la vida, apartarla de mis hombres y seguir soñando.

He vuelto a menstruar dos semanas después de la endometriosis que me provocó el paso del meteorito sobre la Tierra, he de consultar la astrología. Puedo considerar que soy muy mujer, o que la pasión por la que estoy pasando hace sangrar mi vagina.

Tuve un desmayo de un instante y luego temblores, y creo que Dios posó su mano en mi vientre para sufrir todo aquello que estoy sintiendo.

La vida está siguiendo, dilatando las galaxias y las arterias, dándonos oxígeno a todos por igual, pero más a las que suspiran.

Lamento que nadie escuche mi respiración en los silencios, ya que dice cosas tristes. Y a ellos les da igual, siguen atrapados en sus sueldos y la lujuria. Me gustaría que fuesen bondadosos todo el año, no arrogantes y festivos. Pero los demás no conocen el lado oculto de mi sonrisa, en esta cara de luna… @mundiario


 

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