"Abecedario imposible", el malabarista juego de palabras de Salomé Chulvi

Abecedario Imposible. / Mundiario
Abecedario Imposible. / Mundiario

La escritora nos enfrenta al reto de una lectura diferente, que se puede concebir tanto como prosa, por su forma, la sucesión ininterrumpida de palabras “con sentido”, un sentido, como veremos, que va más allá de la pura aliteración; o como verso, por su fondo.

"Abecedario imposible", el malabarista juego de palabras de Salomé Chulvi

La escritora de Catarroja Salomé Chulvi nos presenta un libro tan sorprendente como estimulante, su título, Abecedario imposible, describe a la perfección el impulso creador de las veintisiete composiciones, tantas como letras tiene el abecedario del español, que integran este volumen editado con primor por Olé Libros, grupo editorial que dirige desde Valencia Toni Alcolea, infatigable activista cultural que desde múltiples frentes espolea la creatividad y el compromiso con las artes escritas.

El libro se abre con un sucinto prólogo del poeta y presidente de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (CLAVE) Juan Luis Bedins, que logra pincelar los trazos fundamentales de un texto “difícil de encasillar” y que destaca por su originalidad y singularidad. En efecto, la escritora nos enfrenta al reto de una lectura diferente, que se puede concebir tanto como prosa, por su forma, la sucesión ininterrumpida de palabras “con sentido”, un sentido, como veremos, que va más allá de la pura aliteración; o como verso, por su fondo, de donde es posible extraer un ritmo marcado por los signos de puntuación, que como un gong producen múltiples tonos acústicos, donde cada palabra se hilvana con la posterior y la precedente buscando, y hallando, un nuevo significado, y donde es posible discernir un orden armónico, lejos del fácil automatismo.

He aquí, pues, un libro redactado en tautogramas, es decir, textos cuyas palabras comienzan todas por la misma letra, un juego a priori complejo pero que demuestra el carácter inconformista de su autora y un ingenio poco común, tanto como para crear un género nuevo, híbrido, y sin embargo, autoconclusivo, por lo que tiene de irrepetible.

Entre los diversos temas que podemos rastrear a través de este ecléctico abecedario destaca la crítica social, así denuncia Salomé Chulvi la política cainita, la estratificación y la violencia doméstica: “Inés idolatraba idiotas, idealizándolos”, “jerarquizados jornaleros jíbaros”, “Mi marido me mata”.

Reproduzco dos fragmentos, de la R y la X, para ejemplarizar lo que he venido comentando:

Ramón rescataba recuerdos, rentablemente. Reactivaba registros: regresiones. Rejuvenecía regañinas remotas, recetas reconstituyentes, raigambres, relaciones rotas.

Xavier xilografiaba xilófonos. Xano xerografiaba xerófilos. Xavier-Xano: X. Xilófaga xenofobia.

El volumen, además, se presenta con un gran atractivo que lo convierten en un objeto hermoso, apetecible: su bello grafismo. Las ilustraciones de Kolo, de un expresionismo marcado por la preferencia de líneas rectas y el uso del blanco y el negro, con su infinita gama de grises, que el dibujante emplea en todas y cada una de las escenas que ilustra, una por cada letra de este abecedario imposible que un malabarista arlequín, trasunto de la autora, voltea en el aire con voluntad de equilibrio. Con la misma destreza y habilidad Salomé Chulvi nos mantiene en vilo durante todas las páginas de este libro único. @mundiario

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