Caminando a ciegas, tropezando en cualquier lugar

Decía Gabriel García Márquez que “hay que contar las cosas que suceden a diario y hacen parte de lo cotidiano, esas situaciones que nos recuerdan que estamos vivos”. Por ello, esta reflexión que resulta de situaciones vividas en muchos lugares en los que la pandemia fue cerrando el cerco y amigos y familiares dejaron en buen número de acompañarnos. 

Hoy, superada la crisis sanitaria, es tiempo de dejar atrás el pánico y mostrarnos dispuestos a ayudar, especialmente a aquellos a quienes la angustia y el dolor intentaron romperles el alma y aunque lo hayan olvidado, ansían tener de nuevo paz, como las madres que han derramado sangre brotada de sus ojos, pero no de su alma, y los pueblos que conservan el anhelo de libertad, aunque el sol se siga ocultando a sus espaldas y vean a sus hijos partir, sin nada más que la ilusión de una oportunidad para vivir.

¡Eres lo que das a los demás! Extiéndeles una mano, no te canses de darles aliento y motivación para que, llegado el momento y al son de los tambores con ellos celebrar, como enviado del Maestro, quien lleno de bondad hará brotar agua viva de sus corazones, como agente transformador que cura sus heridas y más allá de sus desventuras, es paciente y lleno de confianza infunde esperanza, levanta la mirada y camina por la vida portador de un mensaje consolador.

Cuídate de no restarle importancia a las cosas pequeñas, puede que en ellas esté lo que buscas, estoy convencido de que lo que necesitas, lo encontrarás. Por eso, no te acompañes de los que se resisten a usar sus ojos y se mantienen caminando a ciegas, tropezando en cualquier lugar, estrellándose a cada rato, lastimándose, negándose a triunfar. @mundiario