¿Podemos dialogar con China?

Banderas de EE UU y China.
Banderas de EE UU y China.
Quienes defendemos la economía de mercado y el libre comercio, ¿tenemos derecho a frenar a esta gran potencia comercial que es China, o recelar de ella?
¿Podemos dialogar con China?

Defendemos nuestra democracia liberal occidental, como el sistema político más adecuado, o el menos imperfecto de todos y por ello lo queremos llevar a todos los países, incluso, a veces, lo queremos imponer con sanciones y hasta con otros métodos más contundentes.

El pilar fundamental de este sistema, sin duda, es el parlamentarismo que, a su vez, significa diálogo, debate, “parlamento”, que, tras el diálogo y el acuerdo, emite leyes.

Este sistema lo mantenemos en nuestras sociedades occidentales, con más o menos imperfecciones y carencias, y lo ofrecemos a todas las sociedades con las que nos relacionamos, sin imposiciones ni complejo de superioridad, en diálogo abierto, o ésa debería ser nuestra estrategia con todos los países.

Desde luego, con China no lo es. Desde Estados Unidos la estrategia predominante es la de una competencia abierta, que significa “contener” o “frenar” a China. Desde la Unión Europea la estrategia es más suave: predomina el “recelo”, que significa apertura, comercio, intercambio..., pero sin llegar al diálogo abierto, con reservas: no debemos pasarnos en “contemporizar” con China porque... Y se menciona una lista de “peros” o “prevenciones”, lista muy variada, dependiendo de la zona en que nos situemos.

Una potencia a tener en cuenta

Como resulta que China ha vuelto a la esfera internacional con fuerza, y ha vuelto para quedarse, nuestra reacción, la de Occidente en general, es contener a China, o desconfiar de ella. Veamos qué queremos decir con ello:

¿Queremos contener a China, o recelamos de su ascenso económico? Pues éstos son algunos datos de este ascenso en los últimos 40 años:          

De ser la potencia 120ª en PIB en 1978 ha pasado a ser la 2ª en PIB y la primera en PPA, desde 2014; ha multiplicado por 4.000 su renta per cápita; han salido de la pobreza 700 millones de personas, y acaba de eliminar la última bolsa de pobreza extrema; su crecimiento económico contribuye en un 40% al crecimiento mundial. ¿Queremos frenar a China en este crecimiento que nos beneficia a todos? ¿Por qué recelamos de que el 20% de la población mundial mejore sus condiciones de vida? 

Y en cuanto al desarrollo industrial y tecnológico, algunas cifras: 

China ha superado a Estados Unidos en número de robots operativos; produce el doble de vehículos que Japón + Estados Unidos; cuenta con 910 millones de usuarios de internet (el triple que Estados Unidos); está en 2º puesto en inteligencia artificial a nivel mundial, pero invierte en ella doble que Estados Unidos; está en primer lugar en economía digital, con un volumen de pagos 20.000 veces superior al de Estados Unidos.

¿Por qué queremos frenar tal desarrollo? ¿Por qué nos produce desasosiego? ¿No debería, por el contrario, estimularnos?

En el avance del conocimiento en estos 40 años, varios datos significativos: 

El 44% de los jóvenes llega a la Universidad, en sus más de 2.000 Universidades; cada año se gradúan más ingenieros y científicos que en el resto del mundo junto...  Lo que, unido a otras cifras sobre sus avances en conocimiento y ciencia, no parece que deba frenarse, ni producir prevención alguna. Es más, según afirmación de Javier Solana en su reciente conferencia en Madrid, “el potencial intelectual y tecnológico de China es ocho veces el del resto del mundo junto”.

En el tema de salud pública China tiene aún mucho camino que recorrer, aunque el 95% de su población tiene ya una cobertura básica. Siendo el primer país que sufrió la pandemia del Coivid-19, ha sido también el primero en superarla para sus 1.400 millones, salvo pequeños focos residuales. Ha desarrollado sus propias vacunas y las está llevando masivamente a países de África e Hispanoamérica ¿No podríamos dialogar con China sobre los aciertos y errores de su política sanitaria respecto al Covid y su política de aplicación de la vacuna en otros continentes? Porque no parecería sensato frenar a China en este objetivo ni desconfiar de ella.

En cuanto al comercio internacional, en 2020 China es la primera potencia mundial en comercio exterior; el volumen de su comercio exterior se ha multiplicado por 172 desde 1978; es el primer socio comercial de 148 países, incluidos la Unión Europea y los Estados Unidos; acaba de suscribir el mayor mercado común del mundo, con los diez países del Sudeste asiático, y con Japón, Corea, Australia y Nueva Zelanda. Un mercado común, el mayor conocido hasta ahora en la Historia, que afecta a más de 2.300 millones de personas, con más del 30% del PIB mundial, y, con la posible incorporación de India, alcanzaría al 50% de la población mundial, con supresión progresiva de aranceles. 

El necesario diálogo

Quienes defendemos la economía de mercado y el libre comercio ¿tenemos derecho a frenar a esta gran potencia comercial o recelar de ella?     

China es el mayor responsable de la contaminación del aire, en cifras absolutas, y contribuye en gran medida al deterioro del planeta, pero, al mismo tiempo, es líder mundial en todas las energías renovables, invierte doble que Estados Unidos y la Unión Europea juntos en investigación y en medidas de todo tipo para frenar el cambio climático, incluido  el desarrollo del coche eléctrico y autónomo, en el que es ya líder mundial, y tiene como objetivo para 2035  que el vehículo de combustión se reduzca en un 90%.  

¿No podríamos dialogar con China para aunar esfuerzos y debatir políticas y tecnologías para salvar el planeta? O ¿también en esto debemos frenar a China y desatar suspicacias?

Dialogar con China sobre estos temas no debe ser algo abstracto: el diálogo puede llevarse a cabo de forma continuada entre Gobiernos, o entre “think tanks”, organizaciones científicas y médicas, universidades, dirigentes políticos, partidos... Y en multitud de Foros multilaterales en los que China está presente, multitud de reuniones y visitas de los diversos Ministerios.

¿Podemos dialogar con China sobre todos estos avances que mencionamos? ¿Podemos discutir, matizar o rebatir todas esas cifras? ¿Podemos dialogar sobre las políticas económicas, educacionales o científicas que está siguiendo China y contrastarlas con las nuestras, por si pudiéramos “copiarles” algo, o “enseñarles” algo

En los medios occidentales cualquier dirigente político que visita China está obligado a interpelar al anfitrión chino sobre los derechos humanos. ¿No podría, en lugar de “interpelar”, hablarse de “dialogar”? 

Y diálogo significa intercambio de razones, de palabras: cada uno pregunta al otro, o intercambia puntos de vista: cada uno de los interlocutores consulta al otro, opina... Sería razonable, y beneficioso, preguntar cómo se cumplen cada uno de los derechos humanos –la ONU enumera 143- por cada uno de los interlocutores o países, cuando se reúnen sus dirigentes, y no sólo sobre “algunos” derechos humanos, sino sobre todos y cada uno de los derechos que enumera la Carta de Naciones Unidas. Ojalá ese “diá–logo”, según la etimología griega, se impusiera en todas las reuniones internacionales y multilaterales, para examinarnos mutuamente sobre su cumplimiento.

¿Podemos dialogar con China? Parece meridianamente claro que podemos y debemos “dia-logar” con China y es IMPRESCINDIBLE hacerlo como intercambio y debate; y muy urgente, para abordar seriamente los graves problemas que acechan al mundo del siglo XXI, y también las grandes esperanzas que nos reserva este siglo, si de verdad dialogamos con China.

Ahora bien: este dia–logo, inter-locución, o intercambio de argumentos, razones..., para que sea efectivo, para que conduzca a algo positivo, exige un requisito irrenunciable: que sea en pie de igualdad.  ¿Pueden Estados Unidos o la Unión Europea iniciar o aceptar tal  dia–logo, en pie de igualdad? ¿O tantos años erigidos como árbitros, jueces, o señores nos lo impiden? 

China está ahí, espera, no tiene prisa, desde su filosofía confuciana de largos plazos, segura de que el diálogo llegará. @mundiario

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