McArthur resucita en Taiwan

China en Asia
China en Asia
Desde el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China, en 1979, Estados Unidos no tiene relaciones diplomáticas con Taiwan.
McArthur resucita en Taiwan

Una de las frases atribuidas a McArthur (esa especie de controvertido virrey norteamericano de Extremo Oriente) es que Taiwan sería un portaviones permanente de Estados Unidos frente a la China de Mao. Después -tras las tensiones entre la China Continental y la Unión Soviética- vinieron la diplomacia de Kissinger, el viaje de Nixon a China, y las Declaraciones conjuntas chino-norteamericanas a través de las que se establecieron las relaciones diplomáticas en 1979.

El “portaaviones” Taiwan quedó fondeado y sin munición, porque en esas declaraciones Estados Unidos aceptaba “urbi et orbe”, el principio de la existencia de una sola China, y la tesis china de que Taiwan es una provincia autónoma de la República Popular China. De hecho, los Estados Unidos no tienen relaciones diplomáticas oficiales con Taiwan, aunque -siempre de acuerdo con las Declaraciones Conjuntas- sostiene el mantenimiento de relaciones especiales de tipo cultural y económico con la isla.

La política ultranacionalista de Trump, y su desorientada política internacional, vinieron a coincidir en el tiempo con una agresiva guerra comercial que impuso un bloqueo comercial y tecnológico a Chin y a sus empresas. La carrera por el 5G, en la que Chin se sitúa en cabeza fue uno de los detonantes. Y ahí reaparece Taiwan como portaaviones. En este caso, más bien como portamisiles.

Carrera tecnológica

Según afirman los expertos, ni China ni Estados Unidos son líderes en una tecnología de base que ambos necesitan para su propia carrera tecnológica: los chips y los superconductores. Un tema en el que, junto con Corea, Taiwan tiene la llave a través de la empresa TSMC (Taiwan Superconductor Manufacturing Corporation), que produce chips imprescindibles para avanzar en Inteligencia Artificial, en la fabricación de telefonía móvil inteligente y en computación de alto rendimiento.

Para terminar de completar la encrucijada, en enero de 2020 sale reelegida como presidenta de Taiwan Tsai In-wen, que radicaliza sus reivindicaciones independentistas respecto a la República Popular China. Sus mensajes independentistas -coincidiendo con los conflictos en Hong Kong- se agudizan, hasta el punto de que el gobierno chino llega a insinuar que su irrenunciable reivindicación del oficial carácter de la isla como provincia autónoma puede llevarla a utilizar la fuerza si fuera precisa. Y, consecuentemente, realiza algunas demostraciones e incursiones aéreas.

La respuesta no tardó en llegar: Estados Unidos y Taiwan inician la negociación para la venta a Taiwan de misiles Patriot tierra-aire (600 millones de dólares). Y, ya en la recién iniciada era Biden, su secretario de Estado, Blinken, encuentra en este asunto un hilo del que tirar para enmascarar un conflicto económico y tecnológico. A la vez que esgrime motivaciones ideológicas, está intentando poner en primer plano disensiones, desde hace tiempo dormidas, entre China y otros países asiáticos, en torno al problema de la soberanía sobre distintas islas. Conflictos desde hace tiempo aletargados que afectan a las relaciones de China con diversos países, desde Filipinas hasta Japón.

Mantener la vida en paz

Mientras tanto, China, a la vez de reafirmar la consideración de sus derechos últimos sobre Taiwan, y de mostrar su disposición a utilizar la fuerza, ha ido adoptando el camino práctico, contratando a 100 ingenieros de la taiwanesa TSMC, para tratar de avanzar en su carrera tecnológica de los nanochips.

Lo que ocurre es que Estados Unidos ha encontrado un filón para generar conflicto en relación con China, por parte de varios de los países que hace menos de un año firmaron, precisamente con China el mayor tratado comercial del mundo

Por el bien de todos, esperemos honradamente que Antony Blinken fracase en su osado y hasta peligroso doble esfuerzo (venta de armas y resucitar conflictos de soberanía), porque la competitividad entre las dos primeras potencias económicas mundiales no compensa los riesgos de intervenciones armadas. Intervenciones que Estados Unidos ha usado con demasiada frecuencia. Una zona del mundo donde habita más de la mitad de la humanidad bien merece mantener la vida en paz. @mundiario

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