China e India entre 1990 y 2015: ¿cómo transformaron crecimiento  en desarrollo social?

Shanghai. / Wei Zhu en Pixabay
Shanghai. / Wei Zhu en Pixabay
Sin duda China hizo crecer la tarta a mucha más velocidad que India en esos veinticinco años.
China e India entre 1990 y 2015: ¿cómo transformaron crecimiento  en desarrollo social?

Incrementar la producción nacional, o los ingresos y rentas que se derivan de la misma, suele ser el objetivo central para la mayor parte de los Gobiernos e instituciones del mundo. Que crezca al máximo se supone que mejorará el bienestar social. Cierto que en el mundo hiper tecnológico actual hacer que la tarta sea cada vez más grande podría dejar raciones cada vez más pequeñas para los que no son dueños del capital productivo. Pero, aun así, se supone que esas raciones más pequeñas de una tarda más grande darán como resultado que todos salgan ganando.

Solemos evaluar el tamaño de la tarta por el ingreso nacional bruto por habitante (INBpc) medio de cada país, y lo cuantificamos en dólares internacionales actuales en paridades de poder de compra, como hace el Banco Mundial para que las cifras y comparaciones no estén afectadas por el nivel de precios de dada país, ni por la inflación relativa a lo largo del tiempo.

Con estas cautelas y premisas para las dos sociedades de mayor dimensión del mundo, India y China (cada una de ellas con más de mil trescientos millones de habitantes), la evolución relativa de su crecimiento económico evaluado por el citado INBpc informa que mientras en el año 1990 India superaba en un veinte por ciento la riqueza media de China, veinticinco años después, en 2015, es China la que más que duplica el nivel de riqueza por habitante de India.

Sin duda China hizo crecer la tarta a mucha más velocidad que India en esos veinticinco años. A triple velocidad, por una combinación de mayor producción y menor crecimiento demográfico. En resumen: China es hoy el doble de rica que India, mientras que hace veinticinco años era menos rica.

 ¿Qué podemos decir del desarrollo o bienestar social respectivo?. Para evaluar tal cosa la medida más universalmente aceptada es el índice de desarrollo humano (IDH) que viene estimando Naciones Unidas. En las páginas 202-205 de su edición del año 2016 presentaba este indicador en todos los países del mundo para el período que va de 1990 a 2015. Dicho índice resume indicadores relativos a la esperanza media de vida y a la escolarización, dos aspectos del bienestar social que se consideran básicos.

Pues bien, cuando consideramos el nivel de desarrollo social alcanzado por China en relación al de la India las cosas ya no son tan exitosas como en lo relativo al crecimiento económico. Recogemos ambos aspectos en una misma gráfica.

Crecimiento y desarrollo.

Las barras azules recogen lo que ya hemos comentado en relación al crecimiento económico respectivo: India superaba a China en 1990 (120%) pero en 2015 apenas llega al 42% del ingreso medio por habitante de China. De ser más rica ha pasado a ser mucho más pobre en términos relativos.

Sin embargo en lo que atañe al nivel de desarrollo o bienestar social (las barras de color rojo que recogen el IDH de cada año) la situación relativa apenas se ha modificado. Obsérvese que en 1990 la situación de China (referencia 100) respecto a India era envidiable: menos rica (India marcaba 120) pero con mayor bienestar social (India solo llegaba a algo menos de 86). Pero a lo largo de los siguientes veinticinco años no ha mejorado esta segunda parte de la ecuación. En 2019 el porcentaje sigue siendo el mismo (84,7%).

De lo que se deduce que China, aun creciendo a un ritmo tres veces mayor al de India, no ha transformado dicho crecimiento en una mayor brecha de desarrollo social. China ha hecho crecer la tarta el triple que India pero no lo traduce en un mayor diferencial de desarrollo social (apenas se mantiene en un permanente mejor quince por ciento).

Es este un resultado que parece encajar con claridad en un modelo de crecimiento chino volcado en la inversión productiva (tanto pública como empresarial) pero que regatea esfuerzos en el consumo público (servicios educativos y sanitarios de cobertura universal). Si así no fuese el IDH de China tendría que haber superado el de India con mucha más claridad a lo largo de los veinticinco años analizados.

Pero no es así y eso quiere decir que aunque la tarta es mucho mayor, una minoría se queda con porciones cada vez más sustanciosas y que, al mismo tiempo, una parte desmesurada de la producción nacional anual se canaliza hacia el crecimiento futuro no hacia el bienestar actual.

Que China no estaría transformando adecuadamente crecimiento económico en desarrollo y bienestar social podemos ejemplificarlo con un referente distinto: Ucrania. Mientras en 2015 este país era un veinte por ciento más pobre que China en cuanto a INBpc (10200 dólares frente a casi 13000) el Índice de Desarrollo Humano de Ucrania superaba el de China, ocupando Ucrania una mejor posición en el ranking mundial de Naciones Unidas. Algo que sigue siendo cierto con datos del año 2019. @mundiario


Albino Prada es investigador de ECOBAS y miembro del Consejo Científico de Attac España. Autor de los ensayos El regreso de China y Riqueza nacional y bienestar social.

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