Santiago para peregrinos: historia de la ciudad del Apóstol (2)

Peregrino. / FrAn LaREO
Peregrino. / FrAn LaREO

En las excavaciones en la Catedral se descubrieron enterramientos suevos de los siglos V al VII. El lugar fue abandonado no existiendo vestigios hasta la aparición de los restos en 813.

Santiago para peregrinos: historia de la ciudad del Apóstol (2)

Según los geógrafos clásicos el sol tenía su casa en Finisterre, describían como cada día se metía el sol en el océano -produciendo un ruido como cuando se mete un hierro candente en el agua-, según, claro está, los escritos de los clásicos.

Como hoy en día era lugar de peregrinación, ya desde los celtas era sitio sagrado -consideraban que desde aquí se embarcaban los espíritus de cada hombre hacia el otro mundo-.

Cerca de Santiago está el Pico Sacro, Monte Iliceno al que los romanos llamaban Sacer, era sagrado para ellos estando prohibido tocarlo con el hierro seguramente para no extraer el oro de su interior.

Dice la tradición que cuando se deseaba pedir algo al sagrado monte, se acudía con un trozo de pan, se ofrecía y se dejaba caer, mientras se exclamaba. -Pico Sacro, Pico Sacro, líbrame del mal que traigo-.

Más tarde en el año 411, los suevos se establecieron en Santiago, en las excavaciones realizadas en dos épocas sucesivas en la Catedral, se descubrieron unos enterramientos Suevos-Visigóticos de los siglos V al VII, posteriormente el lugar fue abandonado no existiendo vestigios ni necrópolis hasta después del año 813.

LA LEYENDA

Santiago el Mayor, llamado en hebreo Iacobus, Jacobo, era hijo de Zebedeo y de María Salomé hermana de la Virgen María, junto a su padre y a su hermano Juan el Evangelista eran pescadores en el mar de Tiberíades, trabajo que abandonaron para seguir a su primo Jesús de Nazaret que les llamaba Boanerges, hijos del trueno, por su temperamento y su forma decidida de ser, Santiago era uno de los doce apóstoles.

Después de la muerte de Jesús, Santiago predicó el reino de Dios en Judea, siguiendo las instrucciones recibidas de Jesús:-Id y predicad el evangelio por todo el mundo- a Santiago le correspondieron las lejanas tierras del Occiden­te, el Finisterrae el fin del mundo hasta entonces conocido.

Desembarcó en Cádiz atravesando la península por Mérida y Braga llegando a Galicia permaneciendo siete años en el lugar romano más importante de la época, Iria Flavia, hoy Padrón donde había un templo dedicado a la diosa Isis.

Según la tradición Santiago predicaba en el "Santiaguiño do monte" hoy hay una ermita, una fuente que dicen abrió golpeando con su bordón, unas piedras en las que se sentaba y otras en forma de altar, a este lugar acuden muchos peregrinos y, algún ofreci­do, sube las escaleras del monte de rodillas.

Después realizó su difícil trabajo de conversión en Finisterre, Aragón, allí se le apareció la Virgen, llanuras Castellanas y Andalucía, regre­sando después de diez años a Jerusalén. El rey Herodes Agripa I le mandó prender por agitador siendo condenado a ser decapi­tado en el año 44 de nuestra era.

Los discípulos Atana­sio y Teodoro recogieron su cuerpo y la separada cabeza, arrojados por los judíos fuera de las murallas y con algunos objetos personales los llevaron al puerto de Jaiffa en el que lo embalsamaron.

Posteriormente emprendieron viaje en una barca de vela que se dedicaba a transportar piedra, mineral de estaño, desde Galicia al Mediterráneo -a barca da pedra- no quiere decir que fuese hecha de piedra, trasportaba mineral.

Los discípulos llevaron el cuerpo al sitio donde había predicado el Apóstol, al Finisterre, poniendo rumbo a Iria Flavia, el puerto romano más importante de la zona, un emporio, entrando desde Arosa por el río Ulla hasta el puerto,  hoy Puentecesures, -La ruta del mar-, todavía hoy  A Ponte, Cesures,  pertenece a la parroquia de Iria Flavia, en vez de a la más cercana de Padrón, en medio de ambos lugares.

Anécdota: En el momento de pasar la barca un caballero sobre un brioso corcel que iba de bodas, resbaló cayendo al río, saliendo cubiertas sus ropas de vieiras: Pacten Iacubeus, de ahí el empleo de la concha como símbolo peregrino, la concha se tomó del escudo de armas de la Catedral. @mundiario

(Continuará)

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