Pueblo a pueblo, los caminantes recorren el Camino Francés
La jornada del primer día terminará en Sarria después de recorrer 41 kilómetros. A los peregrinos les espera una larga caminata desde el inicio en O Cebreiro hasta la llegada en Sarria.
Los viajeros acometen el Camino con espíritu animoso, sin tener en cuenta la inclemencias del tiempo, a paso vivo, mientras se cuenta algún chascarrillo, se pisa algún charco, la lluvia resbala por el chubasquero, pantalón de plástico y mochila, mojando toda la ropa.
Una de las casas en Poio, es un bar sin rótulo, La Posada del peregrino, donde aprovechan para desayunar. La dueña saluda a un peregrino que repite por décima vez -pensé que se había muerto- le dice sin más -pasé muy temprano- le responde disculpando la grosería. La dueña les presenta un libro de firmas para que dejen su dedicatoria al camino y les estampa el sello sobre las credenciales del peregrino.
Hay un solo cuarto de baño, una peregrina que está dentro se ha olvidado de pasar la llave -disculpe- dice el peregrino al verla con los pantalones bajados, es el peregrino que estrena zapatillas nuevas, anatómicas, se adaptan bien al suelo, suerte de encontrar el número adecuado.
Cuando salen del bar sigue lloviendo, empezando el camino en una larga bajada al verde valle. Amplio paisaje sobre el fértil valle, de fincas pequeñas, minifundio propiciado por el sistema de las herencias galaicas. Al fondo las redondeadas montañas gallegas llamadas Medas, de suelo granítico, antiguo.
Fonfria do Camiño
La procedencia del nombre de este pueblo es Fons Frígida, fuente fría, indica la fuente que hay en el pueblo. Zona de inviernos helados, en la bajada hacia el rio Navia. Aquí estuvo el hospital de Santa Catalina, desde 1535 hasta el siglo XIX, ofreciéndose al peregrino dos mantas, sal, agua y lumbre. Se ve la iglesia de San Juan restaurada en 1964 cuyo frente da a la carretera, de espaldas al camino. En su interior conserva un cáliz con inscripción del antiguo hospital.
Pronto termina el municipio de Pedrafita do Cebreiro, empezando un largo descenso por el de Triacastela. Es un paisaje distinto. Vuelve la suavidad al terreno, se escucha el rumor del agua corriendo en fuentes, arroyos y prados, separándose el camino de la carretera.
Biduedo
El nombre le proviene del gran número de abedules, bidueiros en gallego, que hay en la zona. Se pasa por delante de la iglesia de San Pedro.
El camino discurre hacia el valle, haciéndose muy llevadero, entre árboles, zona de eco.
Galicia tiene identidad propia desde el año 600 a.d.C., época de los celtas. La romanización no fue totalmente asumida. Después llegaron los suevos, que entroncaron con los celtas, los Godos, y los árabes marchando enseguida. El reino de Asturias incorporó al país Gallego, independiente, siempre muy suyo.
Filloval
Se cruza la carretera, bajando a través del monte por una angosta "corredoira". Camino lleno de piedras por donde corre el agua, pasan personas y animales, pero ningún vehículo con ruedas. A ambos lados, una hilera de viejos castaños sombrean el camino en los días de Sol.
Cerca están las canteras de Cementos Oural, de donde llevaban los peregrinos las piedras de Cal hasta los hornos de Castañeda y construir la Catedral de Santiago.
Un largo trayecto bajando por camino sin arreglar, senderos por los que no pueden transitar ni los carros del país. Acompañadas de su dueño, las vacas andan a duras penas, huele a estiércol.
Es la época en que se renueve la cama de los animales. El abono orgánico creado por los Tojos en la parte baja de las casas, para abonar los campos.
As Pasantes
El camino pasa entre las casas del pueblo, que tiene iglesia del siglo XVIII, retorciéndose por la ladera de la montaña, encima del valle de Triacastela.
(Continuará)