El interior del casco antiguo de la ciudad de Santiago de Compostela (VI)

Plaza de Cervantes. / JRB
Plaza de Cervantes. / JRB

Santiago es una ciudad de piedra labrada, de piedra trabajada que aparece en sus distintas funciones, estilos, materiales, mostrándonos por sí mismas una variada y rica utilización.

El interior del casco antiguo de la ciudad de Santiago de Compostela (VI)

Las calles incitan a andar, a hablar con admiración, a observar  una ciudad que mantiene su aspecto dieciochesco, granito labrado en los estilos románico, barroco o plateres­co, llena de iglesias, conventos, colegios, pazos o casas nobles que produce sensación de grandeza.

Santiago es: meta de peregrinos, solemne y espiritual, romántica y melancólica, recogida en sus rúas asoportaladas pero también es alegre y bohemia, fruto de los muchos estudiantes que la pueblan durante el curso académico. Compañerismo y buen humor caracterizan a la juventud estudiantil que año tras año vemos a la salida de las clases recorriendo, a la una y a las siete de la tarde, las calles del Franco y la Raíña, pareciendo una fiesta continua. Con la llegada del primer sol primaveral, grupos de estudiantes se sientan en las escaleras de la Quintana contemplan­do el mar de granito de la plaza y la Torre del Reloj.

La arteria principal del casco antiguo, el interior amurallado de la ciudad medieval, es el trayecto que transcurre desde Porta da Mámoa hasta la Plaza de San Roque, en el final de la Algalia, desde la calle Entremurallas a la calle Entremuros.

Desde Porta da Mámoa arranca la calle Huérfanas, peato­nal, muy comercial, con las tiendas de toda la vida, anti­guamente se llamaba calle Dos Ferreiros, arriba y abajo por la calle Huérfanas se observa todos los días un ir y venir de personas que van dinámicas a sus quehaceres, los paisanos de la comarca a realizar sus compras, amas de casa a la plaza de abastos, estudiantes a sus facultades, curas hacia la Cate­dral, turistas, peregrinos y algún visitante japonés.

Al final de la calle a la derecha se encuentra el Convento de Ntra. Sra. de los Remedios. Después sigue la calle Calderería, las Cinco Calles y la calle del Preguntoiro antiguamente llamada Preconitorium, pregón.

Es una Compos­tela de centro comarcal, de comercios variados, con muchos visitantes de la gran comarca de alrede­dor. Más adelante está la plaza de Feijóo, que tiene en su Sur un bonito palacio, y en la esquina Norte el Convento de San Paio. Por el Preguntoiro vamos observando varias casas seño­riales  hasta llegar a la Plaza de Cervantes.

Una plaza donde desembocan varias calles importantes, lugar de paso de una a otra zona, donde se mezclan calles y ambientes, San Agustín y la plaza de abastos, la Azabachería y la Catedral, El Preguntoi­ro y el Toral, las Algalias, Casas Reales y los peregrinos, la Troya y los estudiantes, pasando de un lugar a otro.

Una plaza de losas de granito, con palacios, casas de altos soportales, con fuente en el centro cuyo fuste se remata con busto de Cervantes. En la casa que hace esquina con el Preguntoiro estuvo instalado el Ayuntamiento desde 1686 hasta el siglo XVIII en que pasó a Raxoi, es una amplia casona de cuatro plantas con una larga balconada en el primer piso.

La Plaza de Cervantes siempre ha sido un centro importan­te en la ciudad, antes se llamó Plaza del Pan y después Plaza del Campo, aquí estaba el Palacio de Altamira y se abrió el segundo banco en Galicia. En el Este de la plaza está la Iglesia de San Benito del Campo.

Continuando por la calle Algalia de Arriba se llega a la Placita de San Roque lugar donde estaba la Puerta de San Roque, una de las de acceso a la ciudad desde el Norte en las murallas de la ciudad. Volviendo atrás pasamos por la calle Cuatro Vientos hasta la calle San Miguel, donde está el Palacio de don Pedro, la Casa Gótica del siglo XIV, muestra del poco gótico civil que existe en Santiago, en la esquina de la casa destaca el torreón gótico en la fachada una rica cornisa con alerón y canecillos.

Antes fue Museo de las Peregrinaciones. La puerta tiene arco ojival un antiguo portalón de madera con dos anillas redondas para abrir con la enorme llave, sus cinco herrajes en cada hoja son decorativos y muy llamativos. Enfrente está la Iglesia de San Miguel Dos Agros.

Volviendo por la calle de la Troya se encuentra la Casa de la Troya, antigua fonda de estudiantes que sirvió de escenario a Pérez Lugín para su novela desarrollada en la Compostela del siglo XIX. Es una típica calle composte­lana rodeada de casi­tas estrechas y bajas, con ventanas, balcones, galerías, paredes encaladas, otras dejan como contraste ver la piedra.

La casa de la Troya tiene planta baja, dos pisos y ático, un balcón saliente en el segundo piso entre dos ventanas, en el ático balcón detrás del alero, a la izquierda del primer piso hay varias placas conmemorati­vas.

(Continuará). @mundiario

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