El interior del casco antiguo de la ciudad de Santiago de Compostela (I)

Escaleras de la Plaza Quintana. / JRB.
Escaleras de la Plaza Quintana. / JRB.

Santiago es una ciudad de piedra labrada, de piedra trabajada, que aparece en sus distintas funciones, estilos, materiales, mostrándonos por sí mismas una variada y rica utilización.

El interior del casco antiguo de la ciudad de Santiago de Compostela (I)

LAS RUAS

Cuando después de cierto tiempo se regresa a Santiago se siente una enorme satisfacción volver a visitar alguno de sus monumentos, admirar sus sorprendentes perspectivas o simple­mente pasear por esta ciudad singular es una de las activida­des más gratificantes que alguien puede ofrecerse.

La parte interna del antiguo recinto amurallado de Compostela, el casco antiguo, es todo ello un gran monumento: un conjunto de calles, casas, palacios, conventos e iglesias que componen un museo al aire libre, abierto, donde las piedras toman un definitivo protagonismo.

Desde el descubrimiento del sepulcro del Apóstol en el siglo IX Compostela es faro de la cristiandad: meta de peregrinos y peregrinaciones que siglo tras siglo se ha ido acrecentando convirtiéndose en una ciudad universal, conser­vando intacto su casco antiguo, sus monumentos, desde el inicio de su desarrollo.

El estilo fundamental que destaca en el casco antiguo de Santiago es el barroco: construido en el siglo XVIII con la peculiaridad de esta zona, el barroco gallego, el estilo de placas compostelano presente en conven­tos, iglesias, pazos y casonas.

Santiago debe visitarse en verano pero también en invier­no, con sol pero también con lluvia, de día, pero también de noche: las piedras de Compostela toman distintos aspec­tos a diferentes horas del día.

Se puede observar sentados en la escalinata de la Quintana, la piedra dorada en la plaza cuando al mediodía le da el sol. Cuando el sol cae al atardecer es buen momento para ver las tonalidades que produce en el Pórtico de la Gloria, pero también de noche es buen momento para apreciar los rincones que con distinta iluminación nos ofrece la Rúa Nueva, o la magnitud estimada de sus plazas rodeadas de edificios a cual más grande, iluminados, donde la noche pone su contrapun­to.

Uno de los eslóganes de la ciudad es: Santiago, donde la lluvia es arte. Es verdad que la lluvia le da a Santiago un aspecto diferente, las rúas se ponen inmaculadas apareciendo sobre ellas los reflejos de los balcones y galerías de las casas circundantes. Por el centro de la calle o por los soporta­les algún peregrino pone una nota de contraste en esa hermosa imagen que plasman las piedras y la lluvia. A las losas de granito de las calles, pulidas, gastadas de tanto pasear parece que la lluvia les favorece.

Federico García Lorca, en sus Sete Poemas Galegos cantaba así a la ciudad:

-Chove en Santiago,

meu doce amor.

Camelia branca do ar

brila entebrecida ó Sol.

-Chove en Santiago,

na noite escura

herbas de prata e de sono

cobren a valeira lúa.

-Olla a choiva pola rúa,

laio de pedra e cristal.

Olla no vento esvaído

soma e cinza do teu mar.

-Soma e cinza do teu mar

Santiago, lonxe do sol;

agoa da mañán anterga

trema no meu corazón.

(Llueve en Santiago, mi dulce amor. Camelia blanca del aire, brilla su tristeza al sol. Llueve en Santiago, la noche es oscura. Hierbas de plata y de sueño están cubriendo la luna.-Mira la lluvia en la calle, son de piedra y de cristal. Mira en el viento esvaído sombra y ceniza del mar.-Sombra y ceniza del mar, Santiago, lejos del Sol. Agua de mañana antigua estremece el corazón). @mundiario

(Continuará)

Comentarios