Diario de un peregrino: Cervera de Pisuerga-Santo Toribio de Liébana, 10 de mayo

Peregrino pescando. / FrAn LaREo para Mundiario
Peregrino pescando. / FrAn LaREo para Mundiario

Más románico, hoy palentino y cántabro y llegada a nuestro destino: Santo Toribio de Liébana

 

Diario de un peregrino: Cervera de Pisuerga-Santo Toribio de Liébana, 10 de mayo

La niebla y la lluvia de la noche presagiaban una última jornada dura; sin embargo, la mañana se presenta prometedora, con cielo parcialmente cubierto y sin vestigio alguno de niebla, ni en el valle ni en las cumbres.

Tras comprobar los bicigrinos en el itinerario que tenían previsto, que no había posibilidad alguna de coincidir conmigo para resolver una incidencia o avituallarse, no tienen más remedio que llenar las mochilas con líquidos y alimento. A las once de la mañana ellos emprenden su ruta por caminos y yo por carretera. La confluencia será en Potes en torno a las cinco de la tarde.

Un paseo por Cervera de Pisuerga me permite comprobar lo que había leído: una localidad que conserva restos de un pasado floreciente, según evidencian los abundantes blasones que aparecen en las fachadas de sus casas y las arcadas de piedra de las puertas de entrada.

La iglesia de Santa María del Castillo estaá cerrada y tengo que  conformarme con leer la descripción que aparece en el exterior y realizar algunas fotos. Está situada sobre una roca que domina la villa y su estilo es gótico florido. Preside el altar mayor  una talla de la Virgen, realizada en madera policromada, originaria del siglo XIV. Su estructura exterior no presenta nada reseñable, en mi modesta opinión.

Tardé en encontrar el heremitorio rupestre de San Vicente, situado en las afueras de Cervera, conocido popularmente como cueva de los moros. Se trata de una de las muchas ermitas de este tipo existentes en Cantabria y Palencia, utilizadas por los cristianos que huían de la invasión árabe. Parece que su origen es del siglo VIII. Está excavada en la roca de un promontorio y consta de una pequeña nave rematada con un ábside, precedido del presbiterio, reservado para los monjes, resto del tempo para los feligreses, una sacristía y, en el exterior, una pequeña necrópolis de sepulturas antropomorfas. Exteriormente se aprecian las dos bocas de entrada, de forma redondeada. Según quienes han estudiado este heremitorio, más tarde se construyó una pequeña iglesia de estilo románico, de la que no queda nada.

Ya en la carretera que conduce a Potes desde Cervera de Pisuerga, me detengo en la localidad de San Salvador de Cantamuda, para visitar la colegiata del mismo nombre, de estilo románico montañés palentino, edificada en el siglo XIII. Imposible visitar el interior, pese a las reiteradas llamadas al número de teléfono que aparece en la puerta del templo. Tiene una sola nave, tres ábsides, un  sencillo y atractivo pórtico cubierto y torre principal con espadaña, a la que se accede por un torreón exterior. El altar tiene la peculiaridad de asentarse sobre siete columnas románicas.

A pocos km., en el lugar de Lebanza, se levanta  una abadía que lleva el nombre de Santa María de Lebanza. Fue fundada en el siglo X por los condes lebaniegos Alfonso y Justa, que también fundaron la de Santa María de Lebeña en el Valle de Liébana. Del templo primitivo no queda resto alguno; la abadía actual, de estilo neoclásico, fue erigida en el siglo XVIII. Reseñaré, por curioso, que este conjunto se encuentra a 1.300 metros de altitud, en un lugar desde el que no se va a ninguna parte; tal vez por eso lo eligieron en su día los fundadores.

Una parada en el alto de Piedrasluengas, a 1.355 metros de altitud, para contemplar el al fondo el Valle de Liébana, 300 metros de altitud. Este lugar está  prácticamente,  en la línea divisoria de las provincias de Palencia y Cantabria.

Tras reunirme con los bicigrinos en Potes, recorremos juntos los últimos 3 km. entre Potes y Santo Toribio. Estamos solos, nadie a nuestro alrededor, silencio, el sol del atardecer y, ya en el interior del templo, un levísimo canto gregoriano que, junto con la penumbra, nos invita a pensar en estos días, en los objetivos que perseguíamos con nuestra peregrinación, en la convivencia fraternal durante estos días, en el cansancio, en nuestras familias y amigos y en nuestro mañana.

Visitamos el claustro y nos tenemos que limitar a contemplar desde el exterior la capilla el Lignum Crucis que se conserva en Liébana. Según la tradición, Toribio de Astorga, cuando regresó de Jerusalén a España a mediados del siglo  V, trajo una fracción de la cruz en la que murió Cristo. Habrá quién se pregunte si eso es cierto; lo importante no es eso sino el que existen personas que, a través de la fe, creen que eso es posible y, sobre todo, que piensan en lo que representa la cruz de Cristo.

Junto con el Lignum Crucis, se llevó a Liébana el cadáver del ya Santo Toribio de Liébana, uno y otro se depositaron en el monasterio cuando éste se erigió en el siglo VIII.

Ya en el exterior, nos abrazamos los cuatro, significando que habíamos alcanzado un objetivo común, con independencia de los objetivos e intenciones de cada uno de nosotros.

Unos km. más y el reposo en el Hotel El Oso, en Cosgaya, a 12 km. de Potes. Llegar aquí es lo más parecido a llegar a casa. Lo regentan cuatro hermanas, las hermanas Rivas González, pues sus padres, los fundadores, Cari y Severo, disfrutan de un apacible y merecido descanso, repartido entre Santander y Cosgaya. Sus primeros clientes fueron el excelente pintor Francisco Núñez Losada, que tan bien plasmó en sus lienzos el espectacular paisaje de los Picos de Europa, y su esposa Concha; hoy sigue siendo visitante asiduo del hotel el bicigrino Arturo, que ahora está con nosotros.

Además de la acogida familiar, la comodidad de sus instalaciones y el lugar en el que se encuentra, el Hotel El Oso tiene una cocina de primerísima calidad; sus especialidades son los cocidos lebaniego y montañés y las carnes.

¡Me olvidaba!, no me lo perdonarían. Braña y Marcelina, forman parte de la casa, dos espectaculares hembras de la raza San Bernardo, que reciben cariñosamente a todos los visitantes. Gracias por ser así, Ana, Teresa, Irene y Cari. @mndiario

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