¿Cuál debe ser la labor de la Academia Xacobea?

Peregrino en la plaza del Obradoiro. / FrAn LaREo para Mundiario
Peregrino en la plaza del Obradoiro. / FrAn LaREo para Mundiario

Si pronunciamos la palabra academia y pensamos en sus orígenes, rápidamente nuestra mente se dirige a la Grecia clásica, y de la mano de Platón nos trasladamos al bosque sagrado que rodeaba la tumba de Academos

¿Cuál debe ser la labor de la Academia Xacobea?

En torno a la Academia Xacobea y el Camino de Santiago es posible tejer una red que nos permita percatarnos de los innumerables hilos que el Camino nos presta para elaborarla y de la utilidad, cuando no necesidad, de que haya alguien que impida que los hilos se enreden entre sí o se rompan y no permitan que la red sea efectiva. Esta deberá ser la labor de la Academia. Y ya partiendo de las dos palabras base, academia y camino, voy a iniciar el tejido de esa trama.

Si pronunciamos la palabra academia y pensamos en sus orígenes, rápidamente nuestra mente se dirige a la Grecia clásica, y de la mano de Platón nos trasladamos al bosque sagrado que rodeaba la tumba de Academos, héroe legendario de la mitología griega, bosque de olivos que estaba dedicado a Palas Atenea, la diosa de la sabiduría dentro del Panteón griego. Ese lugar fue el elegido por Platón como ubicación para su escuela filosófica allá por el año 387 antes de Cristo, escuela conocida con ese nombre, Academia, en honor al ya citado Academos. A pesar de los avatares sufridos a lo largo de los tiempos, de su destrucción durante la primera guerra con Mitrídates, la Academia platónica extendió su actividad hasta el año 529 de nuestra era, en que fue disuelta por el emperador Justiniano.

En ella tuvieron acogida los más diversos modos del saber, de profundizar en el conocimiento del mundo que rodeaba a la humanidad. Filosofía y matemáticas iban de la mano, acompañadas también por medicina, retórica y astronomía. De su especial atención a las matemáticas aplicadas daba razón la inscripción presente en el frontispicio de su puerta de acceso “No entre nadie que no sepa geometría”. Hay quien reconoce en la academia platónica los primeros pasos de lo que luego serían nuestras universidades.

Muchos fueron los discípulos que a lo largo de los siglos se formaron en ella. A todos nos viene a la memoria en primer y destacado lugar el nombre de Aristóteles y visualizamos la magnífica pintura mural que Rafael Sanzio de Urbino realizó en el Vaticano, representación que gira en torno a dos figuras centrales, el maestro Platón y el discípulo Aristóteles, rodeados por otros discípulos y por las figuras alegóricas de las ciencias que en la Academia se enseñaban. Son los inicios de la institución.

Pero ya en época más tardía, y refiriéndonos a la Historia de la Iglesia, no podemos obviar el hablar de otros dos académicos, ambos originarios de Capadocia, en Asia Menor, que vivieron a lo largo del siglo IV después de Cristo y que destacaron en su labor hasta tal punto que han merecido ser reconocidos como padres de la Iglesia oriental. Hablo de Basilio de Cesarea, san Basilio Magno, obispo de su lugar natal, mediador entre la iglesia romana y la griega en momentos en que las percepciones sobre cuestiones fundamentales como la divinidad de Cristo hombre y el reconocimiento de la Santísima Trinidad llevó a graves confrontaciones entre ambas. Él fue quien creó una gran institución ante las puertas de la ciudad sede de su dignidad episcopal, Cesarea, un edificio que fue utilizado como casa para los pobres, hospital y hospicio, el “Basiliades”, germen de la hospitalidad eclesiástica. Y san Gregorio de Nacianzo o Nacianceno, quien llegó a ocupar la primacía de la iglesia cristiana de oriente como arzobispo de Constantinopla.

Y ya en este breve recorrido a mí, al menos se me han venido a la memoria dos temas que relacionan academia y camino, porque si la Academia platónica se ubicó en un bosque sagrado, en el entorno del sepulcro de un héroe legendario, en el origen del culto jacobeo está otro, el bosque de Libredón, donde se encontró lo tumba del Apóstol, y si san Gregorio Magno fundó un hospital/hospicio, el Basiliades, ¿cuántos obispos fundaron a lo largo del Camino hospitales para acoger y albergar a los pobres peregrinos y atenderlos en sus necesidades y enfermedades? @mundiario

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