El congrio de la Costa da Morte

Ese lobo feroz de los mares, negro, gris o colorado, cuyo nombre es invocación de respeto, cuya mandíbula es una tenaza inclaudicable que puede arrastrar a un hombre hasta el abismo, es una pieza difícil pero muy apreciada en la Costa da Morte, donde los pescadores acreditan su virilidad enfrentándose a la envergadura de algunos ejemplares.
Sobre una estructura mínima de pino del país, doblegados y destripados, cuelgan cuan largos son, abiertos en canal. Como muestrario antediluviano, penden perforados para que pase el viento más occidental y oree bien la pieza por dentro y por fuera y no protesten paladares exquisitos de más allá de Pedrafita do Cebreiro, degustadores tradicionales desde la época de los muleros maragatos que se enfrentaban a las montañas que les separaban de Galicia. Cuerdas y sogas para los barcos, en trueque histórico por congrio y bacalao seco, este pez anguiliforme ha hermanado a dos pueblos tan alejados como Muxía y Calatayud.
Secador de congrio. / Arturo Franco Taboada
En Galicia se comió el congrio seco con ajada en el pasado, más o menos como el bacalao, del que hace tanto tiempo se han incorporado algunas de las mil recetas que en esta parte de Galicia, que fue el Norte de Portugal, tuvieron.
Con coliflor, brandada de bacalao, etc. Los bilbilitanos descubrieron el congrio seco, oreado al viento y especial para la cuaresma, guisado con garbanzos o patatas, en sus intercambios comerciales de hace cuatrocientos años entre las dos villas. @mundiario