Compostela: El final del Camino de Santiago (6)
Uno de los eslóganes de la ciudad es "Santiago, donde la lluvia es arte" y es verdad que la lluvia le da a Compostela un aspecto diferente: las rúas se ponen inmaculadas.
-Las Rúas.
Cuando después de cierto tiempo se regresa a Santiago uno siente una enorme satisfacción: volver a visitar alguno de sus monumentos, admirar sus sorprendentes perspectivas o simplemente pasear por esta ciudad singular: es una de las actividades más gratificantes que alguien puede ofrecerse.
La parte interna del antiguo recinto amurallado de Compostela, el casco antiguo, es todo ello un gran monumento: un conjunto de calles, casas, palacios, conventos e iglesias que componen un museo al aire libre, abierto, donde las piedras toman un definitivo protagonismo.
Santiago es una ciudad de piedra labrada, de piedra trabajada en que aparece en sus distintas funciones, estilos, materiales, mostrándonos por sí mismas una variada y rica utilización.
Desde el descubrimiento del sepulcro del Apóstol en el siglo IX, Compostela es faro de la cristiandad, meta de peregrinos y peregrinaciones que siglo tras siglo se ha ido acrecentando convirtiéndose en una ciudad universal, conservando intacto su casco antiguo, sus monumentos desde el inicio de su desarrollo.
El estilo fundamental que destaca en el casco antiguo de Santiago es el barroco, construido en el siglo XVIII con la peculiaridad de esta zona: el barroco gallego el estilo de placas compostelano presente en conventos, iglesias, pazos y casonas.
Santiago debe visitarse en verano pero también en invierno, con sol pero también con lluvia, de día pero también de noche, las piedras en Compostela, toman distintos aspectos a diferentes horas del día.
Se puede observar, sentados en la escalinata de la Quintana, la piedra dorada en la plaza cuando al mediodía le da el sol, cuando el sol cae al atardecer es buen momento para ver las tonalidades que produce en el Pórtico de la Gloria.
Pero también de noche es buen momento para apreciar los rincones que con distinta iluminación nos ofrece la Rúa Nueva, o la magnitud estimada de sus plazas rodeadas de edificios a cual más grande, iluminados, donde la noche pone su contrapunto.
Uno de los eslóganes de la ciudad es "Santiago, donde la lluvia es arte" y es verdad que la lluvia le da a Compostela un aspecto diferente: las rúas se ponen inmaculadas, apareciendo sobre ellas los reflejos de los balcones y galerías de las casas circundantes.
Por el centro de la calle o por los soportales algún transeúnte pone una nota de contraste en esa hermosa imagen que plasman las piedras y la lluvia.
A las losas de granito de las calles, pulidas, gastadas de tanto pasear, parece que la lluvia les favorece.
Federico García Lorca , en sus "sete poemas galegos" cantaba así a Santiago:
Chove en Santiago,
meu doce amor.
Camelia branca do ar
brila entebrecida ó Sol.
Chove en Santiago,
na noite escura
herbas de prata e de sono
cobren a valeira lúa.
Olla a choiva pola rúa,
laio de pedra e cristal.
Olla no vento esvaído
soma e cinza do teu mar.
Soma e cinza do teu mar
Santiago, lonxe do sol;
agoa da mañán anterga
trema no meu corazón.
(Traducción: Llueve en Santiago, mi dulce amor. Camelia blanca del aire, brilla su tristeza al sol.
Llueve en Santiago, la noche es oscura. Hierbas de plata y de sueño están cubriendo la luna.
Mira la lluvia en la calle, son de piedra y de cristal. Mira en el viento esvaído sombra y ceniza del mar.
Sombra y ceniza del mar, Santiago, lejos del Sol. Agua de mañana antiguo estremece el corazón).
(Continuará). @mundiario