El independentismo en Cataluña comienza a escribir sus cuadernos negros

Joven delante de un coche incendiado./ EL PAIS
Un joven delante de un coche incendiado. / El País
Salga como salga, el daño es irreparable y la consumación del mal a través de la singularidad racial regresa a Europa después de dos guerras civiles en Yugoslavia.
El independentismo en Cataluña comienza a escribir sus cuadernos negros

Y, sin embargo, yo seré el fascista. Y volverán a amenazarme en las redes sociales. Pero, pese al miedo, no puedo someterme a la autocensura. No voy a ser cómplice del terror. En el estudio de mayor calado sobre Hitler que se ha escrito hasta la fecha, Joachim Fest sostiene que el fascismo no fue tal fascismo, sino hitlerismo. El ideario político antisemita se tornó en la consumación de un odio que determinó "la fabricación de cadáveres", como postularía  Hannah Arendt en sus diversos ensayos sobre el totalitarismo y la violencia.

Cataluña ha devorado a Cataluña. No hay vuelta atrás. Los daños son irreparables. Nada volverá a ser como antes en nuestra sociedad. Yo no volveré a ser el mismo después de ayer. Yo, el fascista.

No importa que sea una minoría. No importa ese hartazgo a defender, desde tantos medios catalanes, que los violentos no representan al independentismo pacífico de la revolución de las sonrisas. La empatía que, desde el socialismo, se había experimentado hacia ERC o hacia las CUP como activistas que protestaban contra la corruptela de los partidos nacionales y contra la obsolescencia de una monarquía, la española, estigmatizada por la deshonestidad y su propia erosión, ha sido el mayor de los errores. El mío, sobre todo. ¿Cómo he podido ser tan estúpido? El caso ADIGSA y la llegada de Torra al gobierno de Cataluña me hundieron en el escepticismo.

Ahora, la consumación de la violencia es toda una declaración de intenciones en las que el torrismo ha devorado a Rufián y al propio Torra. Cataluña ya no pertenece a Cataluña, ni a Europa, ni al mundo. Como escribiría Norbert Elías sobre Alemania y otros países regidos por la defensa de la singularidad racial, Cataluña ya está inmersa en el "pensamiento mágico".

No andaba desencaminado el pensador socialista, que vivió las fatales consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, al sostener, como Hannah Arendt, que ya no es posible el retorno a la racionalidad en este punto de la "revolución".

Todo es obra ya del terror y de la pasión. La singularidad racial se ha impuesto, arruinando una lengua y una cultura autóctonas.

La bondad y la pasión son los sentimientos más solidarios en todo hombre, frente a la razón que es utilitarista, egoísta e individual. Esa tesis rusoniana fue la condena de la Revolución Francesa y del comunismo. Que la pasión era suficiente para el nuevo despertar contra el imperialismo.

En sus Cuadernos Negros, el filósofo Heidegger, maestro y amante de Hannah Arendt, una de sus alumnas más avanzadas, y judía, deja clara su simpatía al nazismo con aforismos que estremecen: "Una voluntad espiritual e histórica de futuro que arranca de muy atrás tiene que despertarse" o "Acaudillar significa educar para la autonomía y la autorresponsabilidad (...), despertando así también a la existencia histórica", o "¿Dónde está el enemigo y cómo se crea?".

La sucesión de pensamientos en torno al nazismo como doctrina de elevación espiritual es recurrente en esta obra de Heidegger, quien criticó con tibieza el hitlerismo, incluso después de la certificación de los campos de exterminio.

Pero el problema no es el pensamiento mágico que prende en cada revolución. No. Lo peor está todavía por venir. Hannah Arendt lo analiza en su magistral trabajo Sobre la revolución, respecto al estalinismo.

En nuestro caso, y haciendo un poco literatura, me atrevo a escribir: cuando la vil y execrable violencia del Estado opresor, heredero del franquismo, se rinda o decida aplicar el 155, el pensamiento mágico buscará otro enemigo; el enemigo interior.

Y esto será terrible para Cataluña. Y para todos. Las revoluciones se anegan de la ideología de Rousseau de una manera casi connatural al envilecimiento de las masas.

De hecho, la búsqueda de ese enemigo interior ya ha empezado entre sus propias filas. ERC está noqueado, porque forma parte de ese enemigo interior que está contra la causa. ¿Qué causa? No importa ya la causa. Ni el horizonte de fatalidades.

Nadie puede controlar la pasión de las calles, que es generosa y solidaria, y que se refleja en la violencia, y que, además, está financiada. El independentismo empieza a perder la batalla mediática que había logrado con el Piolín y los porrazos de Rajoy. Pero eso tampoco importa ya. Cataluña tiene su propio Wacco.

Porque, detrás de la pasión, se ha consumado el gran mal de Europa, la identidad racial como elemento diferenciador. Basta que la extrema derecha también llegue a las calles. Que llegará y financiada también.

Y el socialismo es responsable de esta deriva en Cataluña y en Europa. El socialismo de un PSC que, no solo está anestesiado, sino desaparecido. Son también el enemigo interior junto a ERC. Porque la purga se ha puesto en marcha dentro del propio independentismo. Porque ya no hay ideario, si es que alguna vez lo hubo. Ya no hay razón, ni pragmática. Hay arrebato, entusiasmo, grandeza, raza, lo que, en los Cuadernos Negros, Heidegger define como "carácter".

Porque no hay nada más fraternal que la irracionalidad; es el inicio de todo despertar, aunque sea hacia la nada. "No es la primera vez que, en Europa, un Estado es aniquilado desde su propio interior", me comenta un profesor por wassap.

Y, sin embargo, yo seré el fascista. Una generación o varias generaciones de catalanes se perderán bajo la excitación adictiva del terror y las revueltas. Y es comprensible porque el terror es generoso, como su espoleta, la pasión. 

Pese a verse sometida al exilio para no morir gasificada, Hannah Arendt apenas criticó severamente a su maestro. Su crítica llegó tarde y fue tan tibia como la de Heidegger hacia el hitlerismo. ¿Por qué? Porque, personalmente, considero que la pensadora judía no quería aceptar que, en aquella Alemania, cuna de la filosofía después de Grecia y máxima expresión de la estética a través de la lengua y sus artes, fuese a ser víctima de la pasión. Del hitlerismo. Del pensamiento mágico. 

Y, sin embargo, yo seré el fascista. Y, sin embargo, yo seré el que reciba los insultos y las amenazas en Twitter y en Facebook como otras veces, pero no puedo dejar pasar por alto la inutilidad de la gloria, la banalidad del mal que ahora mismo se ejerce en muchas ciudades de Cataluña.

Ya no hay causa, ya no hay razones. Porque la anarquía es solidaria y autómata y, en este caso, se ha institucionalizado desde Waterloo. En griego, "anarquía", significaba "sin poder", pero también "sin origen". La anarquía no tiene trabas, ni argumentos. Porque nace sin origen y sin poder. El poder no es la violencia, es la autoridad. La anarquía es incompatible con la autoridad, pero no con la violencia que pertenece a todos. Por eso, no tiene origen.

Tengo miedo y el miedo es tan generoso como la pasión; son la misma cosa, el mismo horror, el mismo estremecimiento cuando leo en los Cuadernos Negros, de Heidegger: "(...) jamás ha surgido nada, solo gracias a una lucha que avanza anticipándose, es decir, gracias al sufrimiento y al peligro, es decir gracias al saber".

Y, sin embargo, yo seré el fascista. Pero apreteu. @mundiario

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