La sombra de Franco es alargada y la suya, señor Puigdemont, empieza a serlo

Mariano Rajoy, jefe de Gobierno de España y Carles Puigdemont, expresidente de Cataluña. irishtimes.com
Mariano Rajoy, jefe de Gobierno de España y Carles Puigdemont, expresidente de Cataluña. / irishtimes.com

Puigdemont es rehén de sí mismo y su egolatría está consiguiendo que la corrupción institucional de su partido y del PP pasen inadvertidas.

La sombra de Franco es alargada y la suya, señor Puigdemont, empieza a serlo

Ser independiente me ha costado no ganar dinero, y mucho, y ganarme también muchos haters de todos los partidos, sectas y comunas. Digo esto porque, como siempre, no voy a cortarme ni un pelo, aviso.

La vuelta al mundo en ochenta días de Puigdemont ha hecho que el PP, que no tardará en morir de viejo, siga su curso victimista y rancio de la defensa de España, como si España fuese solo el PP y Puigdemont fuese solo Cataluña.

No voy a entrar en el ideario político del President en su exilio de hoteles de cinco estrellas, porque ya lo he hecho en muchos artículos. La prensa europea, incluido el Jueves francés, lo ha dejado claro: la balcanización de la Unión Europea significa volver a la diferenciación de los pueblos por su singularidad genética y un mazazo durísimo a una integración económica y social, nada fácil por ahora, de países enfrentados durante siglos, arrasados por las dictaduras y las oligarquías.

Dicho esto, las continuas alusiones al franquismo que ha hecho Puigdemont y diversos políticos independentistas no solo me agotan, sino que empiezan a producirme arcadas.

Parece que el señor Puigdemont y los dirigentes de su partido, bastante pijos con sus blazers, corbatines y martinelis, son los únicos que han padecido las consecuencias del franquismo. Parece que Cataluña ha sido la única subyugada por el fascismo.

Señor Puigdemont, ¿le cuento cómo afrontó mi abuela materna, viuda, y sus cinco hijos el franquismo en Murcia? ¿Le cuento, señor Puigdemont, cómo fusilaron a uno de mis tíos y como los amigos y familiares que podían echarle una mano a mi abuela huyeron a Brasil y a Argentina? Muchos de ellos ni siquiera llegaron a pisar el continente americano. Murieron hacinados en un barco de mierda. ¿Le cuento,señor Puigdemont, cómo deliraba mi abuela los últimos días de su vida, gritando que debíamos correr a los refugios antiaéreos?

Solamente espero que, detrás de la mayor parte de los independentistas, haya un sentimiento de repulsa absoluta a las instituciones de nuestro sistema de Gobierno y que ese sentimiento sea el que verdaderamente anime a corregir las injusticias y avive la convivencia de los diferentes pueblos y comunidades que conforman nuestro territorio sin necesidad de balcanizar España.

Espero que, detrás de ese independentismo, haya mucha gente cabal, harta de la corrupción de los partidos, y que ambicione profundamente  una regeneración de las administraciones y de sus diferentes gestores. Espero que, detrás de muchos votantes a Esquerra o a las CUP, no haya ningún tipo de sentimiento nacional inspirado en la supremacía étnica y moral.

Lo dudo en Puigdemont, que además quiere equiparar su estatus social y político al de otros hombres y mujeres que se dejaron la piel contra el franquismo. Usted no es más que mi abuela, cojones. Ni es Puig Antich.

Sabe que usted y los suyos se pasaron de frenada, y que el comportamiento cívico de miles de personas en las calles nos salvó de una catástrofe.

Lo peor de Puigdemont es el favor que le está haciendo al PP con su victimismo, beatificando así el 155 y desviando la atención mediática de todo el choriceo a gran escala del partido de Rajoy. Aunque me temo que el partido que representa Puigdemont  será tema en las próximas oposiciones a auditoría y contabilidad en mi provincia.

Puigdemont no es Oriol Junqueras, con el que no puedo compartir su ideario, porque, bajo ese disfraz del progresismo de la unilateralidad, predomina la supremacía étnica y, sobre todo, cuando sabemos que Cataluña y España, afortunadamente, no son Chechenia ni el Kurdistán.

Lo que nos deja al descubierto los recientes acontecimientos es un hecho consumado en la Europa del siglo pasado. Los mediocres son peligrosos, muy peligrosos.

Y Puigdemont comienza a parecerme un hombre peligroso. Tan peligroso como Rajoy. Las sombras de estos dos van a ser muy largas, por desgracia.

Comentarios