Un Xurelo, políticos de izquierda y un cementerio nuclear

Xurelo. / Mundiario
Xurelo. / Mundiario

A  4.000 metros de profundidad y 300 millas, dirección noroeste, del cabo Fisterra, la basura nuclear vertida por Europa en el mar, ha "dibujado" un fondo marino en el que no se sabe si se pescan peces o votos de un imaginario Nunca Máis.

Un Xurelo, políticos de izquierda y un cementerio nuclear

El próximo día 16, en A Coruña y en el marco del "Mar de Mares", reviviremos los que tuvimos la oportunidad de seguir de cerca, muy de cerca, la travesía realizada por un pesquero con casco de madera que, con cuatro marineros (incluido el patrón) y un puñado de políticos de Esquerda Galega, ecologistas, periodistas y reporteros gráficos, aquellos días de incertidumbre de septiembre de 1981 cuando los gallegos caímos en la cuenta de que el problema en la pesca atlántica no era el anisakis sino la basura atómica.

Galicia, según los organizadores de la protesta marina del 81 del siglo XX, no quería entonces ni quiere ahora cementerios nucleares. Pero en aquellos momentos, sólo los ediles y diputados de Esquerda Galega -liderada por Camilo Nogueira- , los ecologistas y los periodistas acudieron a la llamada a una protesta que se hizo sonada merced a una "arroutada" que ninguna otra organización secundó. A pesar de que todos sabían -sabíamos- que más o menos periódicamente, buques cargueros de distintos países (especialmente holandeses) transportaban en sus bodegas decenas de bidones con un importante contenido de residuos nucleares en su interior (que eran vertidos subrepticiamente allí donde barcos de pesca gallegos faenaban habitualmente para realizar capturas de peces  que vendían en las lonjas de pescado de las provincias de Pontevedra y A Coruña para ser consumidos por los habitantes de dichas provincias y del centro de España) a donde se transportaba en camiones frigoríficos diariamente.

Casi dos días de navegación desde el puerto de Ribeira, situaron al pesquero con base en este puerto, allí donde los cargueros holandeses arrojaban al mar su pesada carga letal en unas operaciones que repetían desde el año 1949 buques de distintos pabellones europeos.

A pesar del compromiso contraído por la Comisión Europea de informar sobre el control que las autoridades españolas realizan de aquellos vertidos (paralizados en buena hora gracias a la acción de los tripulantes y políticos, periodistas y ecologistas desplazados a la fosa marina a bordo del "Xurelo" hace 41 años) nadie puede verificar a día de hoy el daño ocasionado por aquellos vertidos en un mar en el que se localiza la Fosa Atlántica, fuera de las 200 millas de la Zona Económica Exclusiva española pero donde faenaban y faenan muchos buques pesqueros españoles, en su mayoría gallegos, hecho que permite decir que el vertido nuclear se realizaba con el consentimiento del Gobierno español, o bien Europa ocultaba a España que tal vertido se llevaba a cabo poniendo en peligro las vidas de los marineros y los consumidores del pescado capturado en la zona. 

Siete años más tarde, el "Xurelo" repitió "aventura", regresando a la fosa atlántica en compañía de otros dos barcos fletados por los ayuntamientos de A Coruña y Vigo, y una embarcación de Greenpeace. Pudieron constatar que los vertidos nucleares al mar proseguían en la fosa atlántica. Nada más. Solo la protesta de unos pocos y la mención de los residuos nucleares en el mar produjo lo que todos pretendíamos: que la basura nuclear no continuara vertiéndose en la fosa atlántica.

Esto se ha logrado; pero lo que la UE no aclara -y España guarda silencio, a pesar de todo, al respecto- es en qué condición se encuentra esa fosa y cuál es el control que sobre ella mantiene España. @mundiario

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