La victoria andaluza
Lo hemos comentado en muchas ocasiones: “en política todas las victorias son efímeras y todas las derrotas provisionales”. El PP se ha convertido en Andalucía en una fuerza dominante con mayoría absoluta, y Juan Manuel Moreno Bonilla en un referente del PP en España. Y si se diera el caso, en un posible sustituto o recambio ventajoso de Feijóo.
Se ha desmentido rotundamente la teoría de muchos politólogos, expertos y encuestas, sobre la imposibilidad de alcanzar estas mayorías en España o en sus comunidades autónomas. Lo mismo que el PSOE no es Pedro Sánchez, el resultado andaluz no es el de unas elecciones generales, por mucho que se repita interesadamente.
Valentín Formoso no es el PSdG-PSOE, sino únicamente su secretario general. Pero, lo cierto, es que el resultado de Andalucía, es un indicador que obligará a cambiar estrategias, rumbos políticos y comportamientos en España y en Galicia.
Sin duda, los enfrentamientos y discrepancias internas del Gobierno de España, hechas públicas, amplificadas y convertidas en espectáculo y escándalo por algunos medios, tuvieron en estas elecciones sus consecuencias políticas. Asimismo los combates y heridas no curadas de unas primarias en el PSdG tendrán secuelas en nuestra tierra, de no cerrarlas inmediatamente.
La desmovilización de la militancia socialista y sus agrupaciones; la falta de empatía (que no de simpatía), la persistencia en querer arrinconar a los compañeros derrotados, y un lenguaje emocional que es sobre todo extra verbal, pasarán factura autonómica, y puede que, hasta municipal, de no corregirse. Las divisiones siempre producen desapego y desafecto colectivo.
Se demuestra en estas elecciones, como asunto colateral y entre otras muchas razones, que puede llevarse a cabo una buena gestión de gobierno – a pesar de las enormes dificultades como la pandemia o las consecuencias de la guerra en Ucrania– y no parecerlo en el imaginario colectivo, porque el mismo no opera con hechos sino con imágenes, que nos formamos y nos ayudan a formar los medios de comunicación sobre la acción del Gobierno de España.
Puede, al mismo tiempo, apenas resolver nada políticamente importante un gobierno, – aún disponiendo de mayorías absolutas – como el de Galicia, y a pesar de ello obtener muy exitosos resultados electorales autonómicos. Basta, con parasitar sobre muchos de los aciertos ajenos como propios y proyectar o justificar los fracasos competenciales sobre el gobierno del Estado.
En Galicia, con victorias y resultados muy favorables para la izquierda en los grandes ayuntamientos, se sigue insistiendo en defender cada cual su parcela, y se rechaza, hasta ahora, hacerlo de forma conjunta, reivindicando elementos comunes necesarios y desatendidos injustamente por el gobierno gallego y su política con respecto a ellos. No hay, por lo tanto, oposición real, a pesar de contar con tan buenos instrumentos y razones locales.
Ciudadanos ha desaparecido, después de cumplir con su papel de tonto útil para la derecha de siempre.
La izquierda del PSOE ha obtenido en Andalucía el derecho a protestar en el camino hacia su progresivo deterioro.
El retorno al bipartidismo imperfecto se empieza a vislumbrar en el desánimo electoral de aquellos que creían de buena fe en quimeras basadas en los asaltos al cielo, las frases redondas, o el rechazo a la “casta”.
Los populismos, la polarización forzada de la sociedad entre buenos y malos, y los bulos de los extremos políticos, han parido un fruto contradictorio con muchos intereses reales en juego, sobre todo para los que más necesitan del Estado protector.
Vox ya no es necesario en Andalucía. Hizo su papel de lobo feroz, y empieza su reflujo de la mano de cierta recuperación económica y de este resultado andaluz. Quizá sea ello la mejor noticia. @mundiario
