La última reina imperial

Isabel II celebra sus 70 años en el trono como la monarca más longeva del Reino Unido. @theroyalfamily (12)
Isabel II celebra sus 70 años en el trono como la monarca más longeva del Reino Unido. / @theroyalfamily

Los vestigios del Imperio se encuentran en la composición del Gobierno, lleno de hijos de inmigrantes de distintos países, algo insólito en Europa.

La última reina imperial

La muerte de Isabel II tras su increíblemente largo reinado representa el final de una época. Vivió lo suficiente para conocer las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, el neoconservadurismo o la nueva política de bloques que se está dibujando. Con ella su país se adhirió a la Unión Europa y con ella asumió la ruptura cuyas consecuencias serán duraderas. Durante ese tiempo el Imperio Británico tocó a su fin con la independencia generalizada de sus antiguas colonias.

El Reino Unido que representó está hoy menos unido, con tensiones independentistas en Escocia y una situación incierta en el Ulster. La imagen de permanencia y unidad que ella encarnaba no podrán representarla en igual forma sus sucesores, pues, la sociedad actual, más diversa que nunca, difícilmente reconocerá en otra persona ese símbolo tan fuerte como ella encarnó, hasta el punto de suscitar un apoyo popular como no tiene ninguna otra institución monárquica de Europa.

Inmune a los escándalos de su entorno inmediato su figura era tan genuinamente británica como el té de las cinco o el Big Ben. Como los Papas, ha querido ejercer su puesto hasta la muerte e incluso la víspera ratificó a la nueva Primera Ministra del Reino, Liz Truss. La legitimidad que heredó y ejerció con celo no es transmisible en una sociedad con valores muy diferentes a los de 1952 cuando asumió el trono. Su sucesor tendrá que abordar problemas largamente aplazados como la transparencia de la institución y la rendición de cuentas, pues, la monarquía, tan anacrónica, se basa en la confianza otorgada por la comunidad. El sistema hereditario evita la elección y predetermina la sucesión, pero no otorga mayor legitimad. Esta debe ganársela cada titular.

El legado más importante de Isabel II ha sido la ejemplaridad en su desempeño, evitando los escándalos, manteniendo una conducta tan irreprochable como previsible y dotando a la institución de representatividad para una inmensa mayoría de los ciudadanos con independencia de sus opciones políticas, religiosas o identitarias. El fasto que rodea a las ceremonias reales, un espectáculo que sería inviable en cualquier otro país, ha contribuido a esa imagen de una institución que solo se parece a sí misma. Un legado que no es menor.

El azar ha determinado que el cambio en la Jefatura del Estado coincida con el nuevo Gobierno conservador. En la lista de Ministros abundan aquellos que provienen de familias inmigrantes, reflejo de la enorme diversidad actual del país, con alrededor de un 15% de inmigrantes estables, tan arraigados como estar representados en las instituciones. Una más de las muchas fortalezas de un país que siempre se ha sentido a la vez como parte de Europa pero como algo diferente: las islas y el continente. Su fortaleza cultural, como parte del ámbito angloparlante, su capacidad para exportar fenómenos de la cultura de masas como la cultura pop además de su peso económico, han permitido que la influencia real sea superior a su peso demográfico.

Hoy el país afronta las consecuencias del Brexit con varios frentes abiertos que pueden influir en las tendencias centrífugas de algunos territorios. Su tradicional alianza con Estados Unidos ha perdido fuerza en la medida en que este país se ha reorientado hacia el Pacífico para contener el desafío comercial y político de China. En la crisis de Ucrania, han sido los dos países que más han contribuido al esfuerzo bélico como ya lo hicieron en las dos contiendas mundiales.

La agenda de problemas que esperan al nuevo binomio del Rey Carlos y el Gobierno de Liz Truss es tan exigente como la de otros países europeos. Pero podemos estar seguros de que, con independencia de la gestión gubernamental, no se perderá el genuino sabor de la monarquía británica que la hace tan fascinante para propios y extraños. Genio de la democracia más antigua del planeta que en su momento no dudó en cortar la cabeza de un rey autoritario para recrear luego una institución solo representativa, tan vistosa como útil. @mundiario

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