Las "teimas" de Ana Pontón

Ana Pontón. / RR SS
Ana Pontón. / RR SS
Ana Pontón cree que el BNG puede pescar en los caladeros del PP. Para ello ha de atraer a aquel sector de votantes a los que, Fraga primero y Feijóo después, atrajeron con el señuelo de un galleguismo moderado y sensato. 
Las "teimas" de Ana Pontón

Interclasista e ideológicamente transversal. Así define Ana Pontón la línea política que llevará al Benegá a presidir la Xunta en 2024, naturalmente con el apoyo del PSOE o en su caso también de otras fuerzas progresistas. Es un planteamiento, dice ella, constructivo y en positivo que, sin que se tambaleen los cimientos ideológicos del nacionalismo, sea capaz de conectar con sectores sociales que nunca han votado nacionalista pero se identifican con la parte de su programa político que prioriza los intereses de Galicia por encima de todo. Lo que se les ofrece desde el Bloque "pontonista" es un proyecto, más que rupturista, radical y a la vez posibilista que, yendo a la raíz de los grandes problemas de este país, acometa con decisión pero sin premura las transformaciones de fondo necesarias para mejorar de verdad la vida de la mayoría de los gallegos. 

Una de las "teimas" en las que anda empeñada Pontón es en deconstruir los estereotipos que pesan sobre la imagen del Bloque y que lo siguen presentando como un "partido" extremista, de ultraizquierda, frentista e incluso independentista. Un lobo con piel de cordero que aparenta lo que no es. Se trata de unos clichés que tienen mucho que ver con el pasado -no tan remoto- de la organización, pero también y sobre todo con los sambenitos que le han ido colgando sus rivales políticos y sus detractores sociales y culturales, eso sí, con el apoyo incondicional de los poderes fácticos (léase económicos), que no se presentan a las elecciones y que ven amenazado sus intereses con cada iniciativa nacionalista.  

Ana Pontón cree que el BNG puede pescar en los caladeros del PP. Por qué no. Para ello ha de atraer a aquel sector de votantes, más bien de centro, que simpatizaban con la Coalición Galega de González Mariñas y compañía, a los que, Fraga primero y Feijóo después, atrajeron con el señuelo de un galleguismo moderado y sensato, que defendía la identidad diferencial de Galicia sin cuestionar la idea misma de España, ni poner en tela de juicio la Constitución o la integración en la Unión Europea. En ese caso, podría funcionar algo parecido al mecanismo del voto útil. Sin estar del todo convencidos, muchos de quienes se mueven en esas coordenadas podrían votar al Bloque de Pontón por puro pragmatismo, aunque discrepen del programa máximo de la UPG o de algunas de las resoluciones del último congreso de los nacionalistas.

Tampoco es desdeñable el atractivo que, principalmente aunque no sólo para la población femenina, puede entrañar que por primera vez una mujer tenga posibilidades de encabezar la Xunta. En eso, como en otros ámbitos, Ana Pontón ha puesto una pica en Flandes,  contribuyendo a la normalización de la política gallega por la vía de la feminización. En nuestro sistema político nunca antes una mujer había liderado, a no ser accidentalmente, alguno de los partidos más representativos, ni a izquierda ni a derecha. Ello a pesar de que en los últimos años ha crecido exponencialmente la presencia femenina en los cuadros dirigentes y aún más en los cargos institucionales. Y otro gran desafío para el Benegá y para Pontón es acabar con la anomalía que supone que Galicia siga siendo, tras cuatro décadas de autogobierno, la única de las tres nacionalidades históricas que nunca ha sido presidida por un (o una) nacionalista. Una "teima" que, ahora sí, parece al alcance de la mano. @mundiario

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