¿Se siente bien? ¿Se siente mal?

Persona. / Autor.
Persona. / Autor.

Al igual que el malestar físico muestra sus síntomas, el malestar psíquico o mental también los posee.

¿Se siente bien? ¿Se siente mal?

En realidad, la sintomatología trata de una secuencia de avisos que correctamente interpretados ofrecen indicios sobre el padecimiento de una enfermedad o desorden, ya sea de forma puntual o crónica.

No será la primera vez que cuando vemos a una persona, no necesariamente conocida, pensamos: “No se encuentra bien. Algo le pasa”. Nos fijamos en su expresión verbal/facial, en su tono (que no color) de piel, su aspecto, etc… y no nos gusta. En realidad interpretamos que no nos gusta, pero no tenemos ni idea de qué no nos gusta.

Por ello, para iniciar el proceso de identificación de una anomalía, se suele trabajar con un diagrama de flujo en el que diferentes preguntas y respuestas van descartando escenarios (no siempre realizadas al afectado), a la vez que van incrementando las sospechas sobre un reducido número de opciones. A partir de ahí, la analítica clínica y la posterior utilización de algoritmos son determinantes.

Tenga en cuenta que un “simple” análisis de sangre, gracias a diferentes técnicas clínicas y a la formulación matemática, ofrece una información de gran amplitud y valor. En los aspectos fisiológicos se ha avanzado mucho y salvo situaciones extremadamente raras, los diagnósticos suelen ser muy precisos y certeros. En cambio, en lo que se refiere a la salud mental vamos algo más despacio.

Algunos investigadores pensamos que “el comportamiento es un síntoma” y que no necesariamente dicho comportamiento es exclusivamente emocional. Aun así, en cuestiones relacionadas con la salud mental y con los procesos neurodegenerativos, la sintomatología es muy clara en los primeros pasos de ese diagrama de flujo pero muy confusa en los eslabones posteriores. Digamos que los síntomas apreciados inicialmente nos ayudan a responder a la pregunta “¿Hay algún problema?”, para después dificultar la identificación de ese problema.

Lo cierto es que la inmensa mayoría de patologías neurodegenerativas van copiando síntomas a medida que su progresión avanza. Ya sabe, como pérdidas de funcionalidad, orientación, memoria, fijación, etc…
Un ejemplo se daría con la depresión o con la ansiedad, las cuales son en sí mismas unas alteraciones que también suelen aparecer en procesos relacionados con la Enfermedad de Parkinson, Trastorno Bipolar, Enfermedad de Alzheimer, Esquizofrenia, Demencia Fronto-Temporal, etc…

Si no se puede curar, ¿por qué desea saber si padecerá una enfermedad?

A pesar de que el diagnóstico totalmente certero de las enfermedades neurodegenerativas únicamente se puede realizar post mortem, es cierto que el margen de error en vida de dicho diagnóstico es muy reducido.

Actualmente existen 3 modelos de localización de este tipo de patologías neurodegenerativas, que desgraciadamente se activan tarde, sin excepción. Las causas de dicha tardanza suelen estar relacionadas con la no aceptación de los síntomas, ya que a menudo representan un estigma. Paradójicamente, también suele plantearse la banalización de dicha sintomatología acompañada de cierta resignación.

El primer modelo se focaliza en, una vez detectadas ciertas anomalías en el comportamiento del individuo, la realización de diferentes test con preguntas y cuestiones relacionadas con la cognición, la memoria o la funcionalidad.

Dichos test ofrecen un resultado sobre la magnitud y el avance de dichas anomalías. Al repetirse periódicamente aportan un grado de progresión o aceleración de la enfermedad. Habitualmente coinciden con las sospechas de los familiares más cercanos y se traducen en una confirmación de las mismas. Como ejemplo están el test Folstein, la escala Tinetti, la escala Reisberg, el test UPDRS, etc…

El segundo modelo se centra en los aspectos más afines a la investigación clínica aprovechando los avances en la genética y de las técnicas de neuroimagen (IRMf, TC, TEP, etc…). Se trata de pruebas costosas, relativamente invasivas y que no siempre se realizan al margen de un escenario investigador. Su uso más habitual se enfoca hacia sospechas de procesos oncológicos y/o de lesiones neurológicas.

El tercer modelo se basa en la relación entre comportamiento y neurotransmisión, ofreciendo un escenario donde la Inteligencia Artificial replica el patrón comportamental de pacientes diagnosticados con aquellos que no lo están. De esta manera, se ofrece la probabilidad de suceso bajo un modelo matemático de contraste. Esta técnica no difiere mucho, en su planteamiento base de presentación de resultados, de los análisis genéticos. De momento, en este campo solo existe la aplicación ADN.

Lo más lógico sería pensar que si una persona sabe que padecerá una enfermedad, intente retrasar su manifestación lo más posible o incluso ya padeciéndola, controle ciertos indicadores. Ya sabe… si una persona es diabética debe controlar el nivel de glucosa en sangre.

Al margen quedan esos buenos consejos que nos dicen que si no fuma, hace algo de ejercicio y come equilibradamente, se encontrará mejor. Pero ¿Qué niveles podemos controlar en una enfermedad mental?
Realmente ninguno, ya que de momento no podemos identificar los flujos neurotransmisores en el cerebro, sino únicamente simularlos a través de algoritmos.

¿Por qué la neurotransmisión es el secreto mejor guardado?

Lo primero que tiene que saber que las neuronas se comunican a través de diferentes neurotransmisores. Dicha comunicación no se define por vecindad, sino por una señalización previa. A lo largo del siglo XX se fueron descubriendo estas moléculas y actualmente se encuentran bien identificadas. Así mismo, le comento que existe una amplia variedad de neurotransmisores pero en términos generales, 9 de ellos se reparten casi todo el trabajo. También le indico que debe olvidarse de la paridad entre un neurotransmisor y una emoción. No existe como tal.

Lo que sí sabemos es que la neurotransmisión es la responsable del comportamiento y que por lo tanto, dicho comportamiento es el resultado de una combinación neurotransmisora oscilante. Por ello, el secreto no está en su composición, sino más bien en su combinación, ya que se trata de las mismas materias activas ordenadas de forma diferente… y eso, nos hacen únicos.

Ahora que sabe esto… quizás se pregunte: ¿Me siento bien? O ¿Me siento mal? @mundiario

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