P de Poder, P de puentes

Explosión en el puente de Crimea en octubre de 2022. / Twitter @sandro_pozzi
Explosión en el puente de Crimea. / Twitter @sandro_pozzi

A simple vista estas dos palabras coinciden solo en su primera letra, la p, pero entre ambas hay más similitudes de las que, a simple vista pudiera parecer. ¿Cuáles encuentras tú?

Vamos por la vida buscando Poder, reconocernos a nosotros mismos y con frecuencia nos buscamos en lo externo: añadimos atributos a nuestra persona en forma de más posesiones, como si eso externo dijese algo más de “mí”. Un caso claro, aunque más sutil de búsqueda de poder personal se encuentra en los cargos políticos. La mayoría de ellos buscan poder externo, muchas veces a cualquier precio y de ahí que la política registre horas bajas. Siempre las ha registrado, pero hoy en día más. Ya no queda ya rastro de política como gobierno de la polis, sino como reafirmación de mi persona y, de paso de toda mi familia, es decir, de la familia del político en cuestión. No siempre, por supuesto, pero con gran frecuencia; con más frecuencia de la que nos gustaría.

Cuando escribí mi anterior artículo pensé si no estaría pasándome con la caracterización de Pedro Sánchez inventada en muchos de mis artículos publicados en este medio, pero he visto que la realidad supera la ficción, o al menos la iguala. Hace unos días no pude evitar reírme al leer una noticia en que Pedro Sánchez después de celebrarse la XXV cumbre hispano-alemana en A Coruña, el canciller alemán sonrió a la alcaldesa y Sánchez le guiñó un ojo, Irresistible y en su línea.

Pero no quiero salirme de la línea de este artículo que pretende reflexionar sobre el poder, en general, y su vínculo con los puentes en particular.

Pero entonces ¿cuál es nuestro poder en la Vida? Opino que el poder de la Vida se reduce a Ser. ¿En qué consiste ese Ser?

En mi libro Palabras luminosas para tiempos inciertos, uno de mis poemas favoritos dice lo siguiente:

Ábrete a la vida,

ábrete al poder

Ser.

La existencia te ha alumbrado,

ha asistido a tu nacimiento.

Ábrete a la vida,

ábrete al poder

La evolución

ha querido acompañarte aquí

cuando podía no haberlo hecho.

Así que tienes vida,

tienes poder:

PODER para

SER.

Resulta curioso que una palabra que manejamos con frecuencia, o que, al menos, conocemos no la comprendamos. Se trata de dos palabras, en realidad: Ser Humano.

En Palabras luminosas para tiempos inciertos, digo que el Ser necesita del Humano, y, a su vez, el Humano no existiría sin Ser. Sin esta encarnación en la Vida no habría humanidad; por eso me parece estúpido que a estas alturas de la “película” llamada Vida, algunos dirigentes sigan declarando guerras, o continuando con ellas, esgrimiendo argumentos imperialistas o de cualquier otra índole. En otro artículo publicado en Mundiario, titulado Algunos hombres buenos recojo sintéticamente esto en la frase: “Humano frente a humano. No más guerra.” 

La tristeza y el hastío, la rabia e impotencia que me produjo ese “más de lo mismo” con la guerra Rusia -Ucrania (y que al fin y al cabo no tengo el horror de presenciar ¡y vivir!)  se tradujo en la pregunta siguiente: A nivel particular ¿qué puedo hacer con esta guerra? ¿Qué se puede hacer, ya no con esta, sino con el sin sentido de toda guerra? ¿Está la humanidad abocada a una guerra sin fin- sea real o fría (la guerra fría fue también una guerra, solo que por otros medios) o puede haber un cambio verdadero? Y la respuesta está – entiendo- en la base de la pirámide: los niños. La vida está continuamente lavando su paño, pero los humanos adultos no dejamos que la Existencia despliegue su dorado.

Muchas de las vidas de los dirigentes fríos, inhumanos, están llenas de abusos, pero por cada dirigente que tiene esa historia personal hay otros que han vivido lo mismo y a pesar de sus cargas no llegan a echar porquería de este tipo sobre los demás.  Porque la mayor porquería del mundo es la declaración de una guerra. A veces, por un humano adulto poco o nada se puede hacer, pero por un niño se puede hacer lo imposible para sembrar en él luz, sencillamente porque ese niño o esa niña es luz en sí mismo.

Hace cierto tiempo escribí un cuento infantil sobre la guerra, que por ser simbólico es también para los adultos y trata de la guerra y su negrura. Porque lo más negro de la vida, no es la vida en sí, sino la guerra. La absurda declaración de guerra de un humano, una guerra fratricida, sea el motivo que sea.

Ves las noticias y te da coraje que nada en la vida del humano haya cambiado, porque ¿de qué sirve la tecnología si no va acompañada de humanidad? Si excusas intelectuales sirven para extender los territorios patrios, ¿hay algún espacio para la esperanza?

FUTURO

Veo un futuro

donde la humanidad

utilice la fuerza física

solo en último lugar,

y no como punto de partida.

Veo un futuro

donde la armonía

sea la norma

y no la excepción.

Contenido en Palabras luminosas para tiempos inciertos, este poema habla- entre otras cosas- de la fe:

“Por eso hay que VER para creer.

Una vez que crees,

que tienes FE,

tu propia fe,

sea cual sea la forma que adopte

comienzas a comportarte como

esa parte del continente,

como ese pequeño pedazo de tierra

llamado mundo.

A la medida de sus posibilidades.”

A renglón seguido, el poema critica a aquellos que creen que nada puede cambiar, porque ¿qué hicieron los grandes creadores de la humanidad para sacar a la luz sus inventos? Gracias a ellos tenemos luz, podemos desplazarnos a grandes velocidades por el asfalto…

Y este poema me lleva a un tipo de construcción muy poderosa. Los puentes.

Hecho por hombres, todo puente es un símbolo que conecta un lugar con otro. Suspendidos en el aire, parecen alzarse como el último reducto de fe.

Cuando era niña, durante las vacaciones de verano solía atravesar el Puente del Pedrido para ir a un lugar que con el tiempo se ha convertido en una especie de santuario, y cuyo nombre real me reservo. Muchos escritores tienen un lugar especial: Marineda era el “refugio” de la gallega Emilia Pardo Bazán, o Macondo el del más reciente escritor, ya fallecido, Gabriel García Márquez. Mi Amarande particular se encuentra en Galicia. Hace unos cuantos años lo habría situado en Mallorca, pero -como para tantos otros- ha habido un antes y un después tras la pandemia y ya no soy la misma persona.

Me resulta fascinante el puente de El Pedrido: “El proyecto y obras del puente tuvieron un coste de 3.742.000 de las antiguas pesetas. Comenzaron a finales de la década de 1920 e interrumpidas por el estallido de la Guerra Civil española, se retomaron en el año 1939, siguiendo el proyecto del ingeniero César Villalba. El magnífico arco central, elemento más destacado del puente y que le confiere grandiosidad, fue obra del prestigioso ingeniero Eduardo Torroja, quien diseñó el proyecto final entre los años 1940 y 1942 con un magistral empleo del hormigón armado, de atrevido diseño para la época, ya que hasta ese momento no se había utilizado mucho en España este material para obras de grandes dimensiones.” Inaugurado en 1943, tuvo una gran importancia para mejorar las comunicaciones terrestres entre las dos orillas de la ría de Betanzos”. De todos estos datos, extraídos de la página web Bergondo. Gal, puede que algunos se sorprendan con el apellido del ingeniero, pues Torroja no es un apellido frecuente, y, sin embargo, resulta familiar. Y es que, como algunos habréis imaginado es el abuelo de Ana Torroja, la cantante del famoso grupo de finales de los ochenta y principios de los noventa, Mecano, algunas de cuyas canciones aún tarareo de vez en cuando. La fuerza del destino, Una noche más…

Recientemente se han caído varios tramos del viaducto que une León con Lugo y no sé si es causalidad o una manifestación más de los tiempos inciertos en que nos hallamos, que nos dificultan acceder a la fe- la fe en la vida, y nos muestran las arenas en que -con el paso del tiempo- se convierten algunas de las más colosales creaciones humanas. Parece como si la vida misma nos intentase enseñar a aceptar sus embates. A reconstruir los puentes una y otra vez.

Los titulares de El País de este domingo se abrían con una noticia impactante: Golpe al símbolo de la invasión rusa en la peor hora de Putin. Y encabezando el titular una fotografía del Puente que une Rusia con Crimea tras la explosión, el puente que sobrevuela el estrecho de Kerch.

¿Qué significado tiene esta explosión? ¿Hay alguna luz en la muerte de este puente?

En una primera aproximación la noticia debe ser encajada en el conjunto de la guerra Ucrania- Rusia, y es una “victoria” para la parte más “débil” en la guerra, pero no puede hablarse de victoria en sentido real, ni para el puente, que muere, ni para el mundo en su conjunto. Además , tal y como profundiza la noticia en las páginas interiores: ”los daños en la infraestructura pueden ralentizar la ofensiva rusa, pero no detenerla”, en el extenso artículo de Pilar Bonet.

Si nos elevamos al espacio exterior, el telescopio James Webb está enviando datos de tal precisión que son "demasiado grandes” para ser interpretados por la comunidad científica en nuestro planeta Tierra. Los tecnicismos hablan del "muro de precisión" del telescopio más caro de la historia, (hasta la fecha) y del problema de la opacidad. En la página web xatakaciencia : " Tenemos un problema inesperado con el James Webb: es demasiado preciso. En términos científicos esa página define la opacidad como” una medida de la capacidad que tiene la luz de traspasar materia.” Y eso permite conocer aspectos importantes de lo que hay ahí afuera, como los elementos que puede haber en la atmósfera de un exoplaneta, como por ejemplo el agua, esencial para la vida del humano. Y esas sutilezas no se perciben todavía. Lógico, pues se trata de una empresa de primer orden, que trasciende al humano.

Pero descendiendo a la Tierra, la opacidad de toda guerra debería ser fácil de ver. Pues lo significativo en toda guerra es el hecho mismo de su declaración: ¿quién duda de que el caos y la barbarie sean la consecuencia inevitable de esta guerra, de toda guerra?

Pero como el horror que otros han sembrado no debe amilanarnos para ver luz allí donde la haya, el humano debe volver a la luz de la vida conectando con su respiración.

La vida misma y su misterio se conectan al humano a través del Puente llamado respiración; por eso es tan poderosa. Conectar con tu respiración es lo mejor que puedes hacer para tener fe en la Vida, pues Vida y Respiración son para el humano la misma cosa. Estos días, a causa de un fuerte resfriado que ha mermado mis capacidades pulmonares durante casi dos semanas, he podido comprobar lo esencial que es respirar bien, y la poca importancia que le damos en el día a día, al darla por descontado. Así que conecta con la Vida de vez en cuando, aunque solo sea a través de tu respiración.

Y la respiración también dice mucho de la comodidad- o no- en las relaciones. Cuando hay un abuso de poder, algunas personas contienen su respiración. Y algunas películas dicen mucho al respecto.

Recientemente he visto -de nuevo- la maravillosa película El apartamento, de Billy Wilder. Describe con gran precisión las relaciones de poder en una empresa, y entre las personas que las componen. El final de esta película establece un puente entre lo que son las personas en un momento determinado de sus vidas (por desgracia en muchos casos durante toda la vida) y lo que deberían ser, cómo debería uno comportarse al alcanzar la madurez.

Para no hacer spoiler solo diré una de mis frases favoritas de ese film,  casi al final del metraje: soy dueño de mis actos. Y ese dominio de sí comienza en una simple frase: No hay llave.

La vi de niña y me encantó que terminase bien, aunque todavía no entendía la profundidad de su mensaje.  Para aquellos que no la hayan visto, es una película altamente recomendable.

A veces lo simbólico puede desplegar una función de puente entre un símbolo cualquiera y tu experiencia personal. Y una rosa - una de un color muy especial- será el puente entre este y mi siguiente artículo. @mundiario

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