España, entre Ucrania, Argelia y un nuevo orden internacional bajo la dirección de EE UU

Justin Trudeau, Pedro Sánchez y Joe Biden. Mundiario
Justin Trudeau, Pedro Sánchez y Joe Biden. / Mundiario

La guerra actual es real, sin eufemismos, pero a su lado la guerra económica, comercial y tecnológica está en pleno desarrollo.

España, entre Ucrania, Argelia y un nuevo orden internacional bajo la dirección de EE UU

Tras cien días de combates en suelo ucraniano y sin perspectivas de victoria militar clara por ninguna de las dos partes, existe evidencia de que más allá del conflicto se está dibujando un nuevo orden internacional bajo la dirección de Estados Unidos. El presidente Joe Biden, frente a una cierta debilidad en política interior, ha exhibido liderazgo, celeridad y visión estratégica desde el primer momento. El objetivo indisimulado, hacer retroceder a Rusia como potencia económica y militar, debilitando su influencia en el mundo, al tiempo que se envía un claro aviso a China frente a cualquier tentativa expansionista.

Nunca desde la disolución de la Unión Soviética en 1991 y el final de la Guerra Fría se había producido un movimiento geoestratégico tan amplio. Ni siquiera las guerras balcánicas enturbiaron la atmósfera de paz que respiró el hemisferio occidental durante tres décadas. La brutal invasión rusa en Ucrania, los bombardeos sistemáticos de la población civil y la voluntad de ocupar por la fuerza un país independiente, está mostrando al mundo el comienzo de una etapa diferente, sin descartar una ampliación del conflicto actual.

La guerra actual es real

En las últimas semanas, Biden ha comprometido una gigantesca ayuda a Ucrania por valor de 40.000 millones de dólares, ha reforzado la OTAN y ha impulsado sanciones muy intensas a Rusia. Además ha realizado una gira por Asia promoviendo una alianza de doce países y ha firmado un pacto estratégico con Australia y Reino Unido para impulsar nuevas capacidades tecnológicas y militares. Y estos días ha convocado a las democracias americanas en un intento de frenar la penetración blanda de China en el continente. Una actividad vertiginosa al servicio de una causa: mantener el liderazgo, debilitar a Rusia hasta que allí se produzca un cambio de gobierno y contener a China. La guerra actual es real, sin eufemismos, pero a su lado la guerra económica, comercial y tecnológica está en pleno desarrollo.

Rusia no está ociosa y cultiva a los países marginados por Estados Unidos: Nicaragua, Venezuela, Cuba o Irán. Otros actores muy relevantes tratan de mantener la ambigüedad y salvaguardar sus propios intereses como México o India. Algunos ya eligieron aliados hace mucho tiempo, como Argelia, cuyo contencioso con Marruecos, no sólo por el Sahara Occidental, está enquistado. El alineamiento de España con el reino marroquí ha disgustado en Argel que ha amenazado con represalias comerciales. El aviso inmediato de Bruselas ha dado lugar a un ambiguo desmentido siendo probable que surjan nuevos focos de conflicto para España. Conviene no olvidar que en el pasado Argelia, que cuenta con el mayor ejército de África, prestó apoyo a diversos grupos terroristas.

La OTAN, recuperada y actualizada

Los países europeos del club comunitario han cerrado filas en la OTAN, recuperada y actualizada. Atrás quedan los discursos sobre la fuerza militar de la UE. El tamaño del rival ruso, con un importante parque nuclear, hace gravitar nuestra defensa sobre la OTAN en la que Estados Unidos ejerce un peso determinante. Es probable que sea necesario desplegar tropas y armas en las fronteras más vulnerables para ejercer suficiente disuasión. Se ha comprometido ya un importante gasto militar en muchos países e incluso Alemania y Japón, condicionados por la derrota de la Segunda Guerra Mundial, se aprestan a modernizar sus respectivos ejércitos.

Todavía es pronto para evaluar los daños sufridos por Ucrania y las necesidades de reconstrucción a las que la UE y los países miembros deberán contribuir. En todo caso será un desembolso muy cuantioso y prolongado en el tiempo que aumentará los actuales problemas causados por el elevado número de refugiados y la crisis de suministros que ya se está produciendo y que podrá afectar muy gravemente a terceros países.

La UE ha mostrado hasta la fecha unidad y capacidad de resolución ciertamente poco habituales lo que indica una clara comprensión de los problemas estratégicos por parte de todos los Gobiernos. Mantener esa unidad de acción será la mayor fortaleza y la mejor ayuda para Ucrania.

Donde está fallando la UE, como es habitual en esa organización, es en la explicación a los ciudadanos. Las consecuencias de las medidas económicas adoptadas contra Rusia están comenzando a sentirse, en los combustibles con incrementos históricos y en la inflación. Todavía no hemos visto las repercusiones en la distribución alimentaria pero los indicios ya están a la vista y pueden ser catastróficos.

Se hace necesario explicar claramente la política de defensa superando el actual distanciamiento de la población cuando no confusión interesada. Por poner un ejemplo, uno de los miembros del Gobierno español, Unidas Podemos, cuestiona el gasto militar y el envío de armas a Ucrania al tiempo que convoca manifestaciones contra la guerra que en el contexto actual sólo perjudican a la víctima: Ucrania. @mundiario

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