¿Disciplina o verlas venir?

Salvador Dalí, pintor. / www.lainformacion.com
Salvador Dalí, pintor. / lainformacion.com
Afirmaba Dalí que la libertad consiste en someterse a aquello que uno no está obligado a hacer.
¿Disciplina o verlas venir?

Los distintos modos que asume cada cual para organizar sus días, actividades y prioridades son, con frecuencia. motivo de discrepancias, debates e incluso, en pareja, repetidas discusiones, y es que el Beckettiano “No puedo seguir. Voy a seguir”, puede estimular a quien lo asume, pero llevar al mero espectador/a hasta el hartazgo si no comparte determinadas servidumbres. ¿A pasear? No, es la hora de estudiar inglés. ¿Una película? Ni hablar hoy: tengo que escribir hasta las nueve. ¿La cena ya? Espera que termine…

Afirmaba Dalí que la libertad consiste en someterse a aquello que uno no está obligado a hacer, y tiene su qué el saberse dueño de las horas, estricto cumplidor de los propósitos establecidos de antemano y que no sea el azar quien determine las cotidianas derivas, por mantener la convicción de que sólo con el esfuerzo continuado, y a veces posponiendo otros deseos, se logra lo pretendido. Sin embargo, ello no permite olvidar el placer que muchas veces lleva aparejada la espontaneidad, y el dejarse llevar por la atracción de un imprevisto procura sin duda agradables experiencias que la disciplina abortará.

Ante tales alternativas, repetidas, cabría preguntarse hasta qué punto debe uno/a plegarse a uno u otro comportamiento. Porque si transgredir lo premeditado para conseguir los objetivos propuestos –sean estos cuales fueren- puede restar algo del propio respeto, una vida libre de ataduras autoimpuestas se diría horizonte a perseguir en pos de esos destellos de felicidad que la rígida agenda difícilmente brindará si no se llega al final.

¿Bienestares súbitos y tal vez irrepetibles o, por el contrario,  la diaria percepción de ser, por esclavo de los planes, también “emperador de la propia alma” y único responsable del camino emprendido hacia los finales establecidos al iniciar la andadura? ¿Qué se pierde y se gana en cada caso?

He de reconocer frente a ustedes que yo he sido, durante muchos años, de planes a seguir sin excusa que valga, pero en los últimos tiempos me digo con creciente frecuencia si no sería oportuno, en pos de cuantas más satisfacciones mejor, combinar ambos modos de vivir. ¿Es posible sin verse obligado a mudar en otro, quizá irreconocible incluso para uno mismo? ¡Menudo dilema! Sin embargo, no hay tiempo para la secuencia, así que la mezcla de comportamientos habrá de ser el único experimento viable y tendré que aprenderla a hacer. ¡Lo que me espera! ¿Alguien podría echarme una mano por haberse visto en parecida tesitura? Cualquier consejo sería muy, pero que muy bien recibido. @mundiario

Comentarios