Crímenes de honor

Arooj y Aneesa Abbas, hermanas asesinadas en Pakistán. RR SS
Arooj y Aneesa Abbas, hermanas asesinadas en Pakistán. / RR SS

Lo que han hecho los familiares con Arooj y Aneesa es de una crueldad escalofriante. Han caído en la barbarie, de la que quizás no han salido nunca, puesto que han vivido siempre en ella. 

Acabo de quedarme sin respiración, al leer una noticia espeluznante. Dos mujeres jóvenes paquistaníes han sido asesinadas en su país por el clan familiar al que pertenecen.

¿Por qué lo han hecho? Las habían casado forzosamente con dos primos y ellas les habían pedido el divorcio. Algo se debían temer, porque se habían venido a vivir a Terrassa. En la fotografía aparecen llenas de vida y son un regalo natural para quien las mira con ojos limpios.

La familia había ideado un plan para asesinarlas, por haber deshonrado a su tribu. Primero, las atraerían hacia el país de origen y después la someterían al peor de los castigos posibles, quitándoles la vida. Habían despreciado al país y traído el deshonor a toda su familia. Las costumbres morales de aquella sociedad no lo podían consentir. Se impone introducir el miedo para que sirva de ejemplo a futuras actuaciones contra las normas ancestrales.

Merecían recibir la muerte por su osadía juvenil. Nadie puede oponerse a lo establecido desde tiempos inmemoriales, que les han permitido vivir y desarrollar sus capacidades y posibilidades. Se trasladan a un país occidental para iniciar una nueva vida. ¿Es que no podían hacerlo en el suyo propio? Parece que no, porque no aceptaban vivir sometidas.

matrimonio de conveniencia

Sus progenitores habían arreglado un matrimonio de conveniencia con unos primos. Así se mantendría la línea genética, empleando los genes familiares para desarrollarse y convivir en paz. Puede que fuera una buena idea, pero tenía un gran defecto de raíz Ellas no habían sido consultados, porque las hijas deben hacer lo que decidan los padres. Así que se casaron con los primos y, como no estaban de acuerdo con tal decisión, pidieron el divorcio, pero esto no era aceptable.

Para que una mujer paquistaní pueda divorciarse necesita el acuerdo de su esposo y la aceptación de los padres. Nada de esto sucedió aquí, por lo que ellas estaban condenadas a conformarse. Tendrían hijos del matrimonio, consolidarían los lazos familiares y continuaría la especie. ¿Por qué obligarlas a dar un paso que ellas no querían? Parece lógico que debían llegar a un acuerdo, pero esto ya lo habían hecho los progenitores en su nombre. Solo quedaba obedecer y honrar a la familia.

Parece que la moral se haga para el hombre y no al revés. Más todavía en el caso de la mujer. Un ser débil necesita apoyos y cuáles podrían ser mejor que los de su esposo, que la cuidará en todo. En tiempos de siglo XXI se está cuestionando todo para darle la vuelta. ¿Dónde vamos a llegar? Estas mujeres han enloquecido y los cauces ancestrales han de traerlas nuevamente al redil.

Los actos humanos son libres y deliberados, según enseñó Aranguren, mientras que los sentimientos y las vivencias nos son dadas, aunque también nosotros podamos apropiárnoslas. A estas mujeres se les impusieron tales vivencias y sentimientos, porque es algo que aquella sociedad está acostumbrada y lo han practicado siempre. Lo verdaderamente importante debe ser libre. Estas mujeres no lo eran, porque estaban sometidas desde su nacimiento mismo. Llega un momento en que esta situación no se puede resistir y entonces se impone el cambio de vida radical.

Como el clan familiar no pudo establecer el orden por las buenas, acudieron al engaño más burdo y sentimental, al que ellas no se negarían. La experiencia enseña siempre y la gente madura tiene más acopio de ella. Les informaron que su madre había caído enferma. Ellas no lo pensaron más y acudieron a visitarla. Son inocentes y espontáneas y viajan a su país, cayendo en la trampa. Los familiares las asesinaron para que su sangre limpiara lo que habían hecho y de nuevo se estableciera la limpieza, restituyéndose el honor familiar. La pregunta es si puede corregirse esto desde el crimen. Desde luego que sí, no hay otra solución. Los ancestros anacrónicos de atrás llaman a la fiera humana para establecer el orden social.

Arooj y Aneesa, crueldad escalofriante

Lo que han hecho los familiares con Arooj y Aneesa, que estos son sus nombres, es de una crueldad escalofriante. Se trata de la acción criminal más inhumana. Es una bestialidad. Han caído en la barbarie, de la que quizás no han salido nunca, puesto que han vivido siempre en ella.

¿Qué consecuencias tendrá todo esto? Desde el punto de vista penal, ninguna. Es un acto heroico, estaban obligados a hacerlo para que su sociedad los acepte y no los expulse por estar deshonrados. Se trata de una muerte justa, lo tenían bien merecido, ha triunfado la justicia. Quedan impunes. La sociedad lo tolera y lo impulsa.

Mientras que las mujeres carecen de todo derecho, los varones, sus esposos, los tienen todos sobre ellas. Han adquirido una propiedad, que en adelante será solo suya y de nadie más. Es una propiedad que ahora tienen. Si no lo aceptan y los deshonran, tendrá que caer la sangre para que se produzca la necesaria purificación. En otras culturas se sacrifica un cordero, o una víctima propiciatoria para calmar a los dioses y ahora se hace con las mujeres, que se han saltado las normas tradicionales.

Por eso, nacer mujer está considerado como un castigo. Lo que se desea es un varón. A la mujer solo queda aguantarla y prepararla un buen casamiento. Una relación fuera del matrimonio subvierte la moral. La vestimenta también lo hace. Si se sorprende a una mujer en adulterio puede ser lapidada, quemada o castigada con una paliza mortal. La sexualidad tiene que ser controlada duramente para que la mujer no se desate nunca. No hablemos de la homosexualidad, ni del lesbianismo. Vesania semejante no pueden tolerarse. ¿Y todavía nos decimos civilizados? No sabemos lo que nos pasa y eso es precisamente lo que nos pasa, según la expresión retórica de Ortega. Por eso nos conformamos con ello. @mundiario

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