En el banquillo por el accidente de Angrois faltan responsables de su causa

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En el banquillo faltan otros responsables.
Es evidente que se buscó un compañero para que no apareciera solo como responsable el maquinista del fatal Alvia.
En el banquillo por el accidente de Angrois faltan responsables de su causa

Como hijo y nieto de ferroviario (mi padre y mi abuelo materno fueron jefes de maquinistas) tengo desde niño una especial sensibilidad e interés ante los temas relacionados con el ferrocarril, por lo que sigo con atención todo el proceso del triste accidente de Androis, sus causas y consecuencias.

Coincido plenamente con el criterio de los familiares de las víctimas de que en el proceso faltan responsables que deberían estar sentados en el banquillo y que no se quiso ir más allá. Pero como era demasiado fácil, demasiado evidente, demasiado escandaloso, cargar toda la responsabilidad en el maquinista, en este ir y venir de la causa, se le buscó un compañero de banquillo, Andrés Cortabitarte, ex jefe de seguridad de Adif, para que el asunto no fuera tan descarado y descarnado. Pero, insisto, en la estructura de responsabilidades hacia arriba falta, por lo menos, media docena de personas hasta llegar al Gobierno.

Como desde niño he vivido en el ambiente ferroviario y de sus historias, recuerdo otros episodios de otros tiempos y las circunstancias en que se desenvolvía la actividad de los maquinistas, desde los lejanos tiempos del vapor al diésel. Yo no se ni puedo juzgar toda la responsabilidad del maquinista del fatal Alvia Francisco Garzón, ni si el accidente fue causado por su descuido, por su negligencia, por su confianza, porque iba distraído o por si carecía de la pericia necesaria para conducir aquel convoy. Eso se verá.

Pero es preciso examinar otras circunstancias que pudieron propiciar el accidente, desde el estado de la vía, su trazado, las adecuadas medidas de seguridad. Pero, sobre todo, yo me pregunto si es acertado, como era antes, que en las cabinas de las máquinas no vayan dos personas, el maquinista y su ayudante. ¿Qué hubiera pasado si en este caso si el maquinista se distrae estuviera junto a él su ayudante?

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Aquellas terribles imágenes del accidente.

Dentro de su tragedia, este es un episodio más de la historia ferroviaria de Galicia, que históricamente no ha sido bien tratada dentro del esquema general de las infraestructuras ferroviarias en España. Nuestra comunidad estaba incluida dentro de la VII Zona de Renfe, con centro en León, que solía tener el peor material móvil en comparación con otras regiones ferroviarias de España.

El perfil de la vía presentaba múltiples problemas, con frecuencia se caían las trincheras (el encajonamiento por el que pasa los convoyes) y, sobre todo, los deficientes drenajes y los numerosos acuíferos provocaban lo que los maquinistas llamaban “baches ciegos”; es decir, que al paso del tren no sólo los viajeros percibían la holgura de las juntas, sino que el terreno cedía, lo que era especialmente peligroso en una curva, debido a la fuerza centrífuga.

La histórica falta de seguridad

Por seguridad, entre los años 40 y 70 los maquinistas evitaban arriesgarse a llevar los convoyes a las velocidades que marcaban los itinerarios debido a los perfiles de la vía y a su deficiente conservación. Prácticamente, ni en los tramos más rectos rara vez se podría llegar a los 100 kilómetros por hora en los trenes más veloces. En los años 70, la línea a Madrid por Puebla de Sanabria acumuló tal cantidad de siniestros que, como se recuerda, ante las protestas de la Cámara de Comercio de Vigo, que denunció el caso, el propio presidente de Renfe tuvo que venir a esta ciudad a disculparse.

Y ahora, la tardía e incompleta llegada del AVE a Galicia que no alcanzará, de momento, a los principales núcleos urbanos e industriales de la comunidad, revela hasta que puntos los sucesivos gobiernos incumplieron sus promesas, desde aquella del entonces ministro de Transportes y hoy alcalde de Vigo, Abel Caballero, de que los gallegos podríamos viajar en este tren a partir de 1993. Se puede escribir una crónica del modo en que esa fecha se fue alargando, y esta efeméride, tan celebrada, aparte de las tonterías que dijo la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, sobre sus efectos sobre una “comunidad desvertebrada y envuelta en la bruma”, como si ella nos hubiera rescatado de la Edad Media. Pero seguimos pendientes de la ampliación del AVE hasta el resto de Galicia, especialmente A Coruña y Vigo, de modo que viajar a Madrid desde los núcleos más poblados seguirá pendiente en ese sentido, a pesar de la ganancia que supone que llegue a Ourense, pendiente además de la propia mejora de los convoyes que servirán a esta línea. O sea, que gran parte de Galicia, pese a los cambios habidos hasta ahora, seguirá a eso que se suele llamar “media velocidad” y no alta velocidad del todo, con respecto a otros territorios de España.

Lo de Angrois, con su terrible balance de víctimas, hay que enmarcarlo, pese a la aparatosidad propagandística de las solemnes inauguraciones, en un marco general, históricamente doloroso, expresión de la ineficacia y desidia de políticos y gobernantes de aquí y de Madrid. Hay más responsables que el maquinista. @mundiario

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