La actividad extraescolar, una lotería

Un menor tapando su cara con sus manos. / Caleb Woods en Unsplash
Un menor tapando su cara con sus manos. / Caleb Woods en Unsplash
Ya hemos asumido que las asignaturas son importantes, el estudio, el aprendizaje troncal, etc... pero mucho me temo que no le hemos dado la importancia necesaria a las actividades extra-escolares.
La actividad extraescolar, una lotería

El horario escolar se ha convertido en una cuestión prioritaria para el gobierno doméstico. Mucho se ha hablado de los padres que "aparcamos" a los niños para dedicarnos a realizar nuestras actividades cotidianas, pero eso sería injusto propagarlo ya que las escuelas están para mucho más. De hecho, se trata de organizaciones muy bien estructuradas que ofrecen grandes soluciones, incluso al problema de los horarios de los padres.

Lo cierto es que ya hemos asumido que las asignaturas son importantes, el estudio, el aprendizaje troncal, etc... pero mucho me temo que no le hemos dado la importancia necesaria a las actividades extra-escolares que deberían representar esa especialización emocional llena de destrezas por adquirir.

Como imagino sabe, el programa docente suele estar cerrado, siendo común (en gran medida) para todos los alumnos, llámese como se llamen, sean quienes sean, sean como sean.
Mientras, dichas actividades llamadas "extra-curriculares" representan la válvula de escape más deseada o el castigo más cruel.
Además, estas acciones a programar suelen ser "voluntarias" a la hora de hacer la elección.

En la inmensa mayoría de las ocasiones, dicha selección "voluntaria" se limita a lo siguiente: "Por favor, ¡Niños! ¡Atención!! Llevad este formulario a vuestros padres y sin falta, mañana lo traéis, de vuelta, totalmente cumplimentado. ¿Vale?".

Esto es así y de momento, seguirá siendo así. Una vez los padres han acordado y convenido con los niños dichas ocupaciones en tiempo y destrezas, ya solo queda establecer el horario de recogida y la tarifa.

QUIZÁS A SU HIJO NO LE GUSTE EL PIANO

Mire. Conozco a mucha gente que se ha encabezonado en que su hija/o estudie piano. Piensan que es un instrumento muy bonito. Y si no aprende a tocarlo, pondremos algunos marcos y un candelabro encima.

Incluso sé de gente que se ha gastado unos 6.000€ en un piano por eso de que "¿Será por dinero...? Se trata de la educación de mis hijos y para ellos... ¡lo que haga falta!".
Así, cuando vengan visitas a casa, le decimos a nuestro hijo/a: "Toca un poco... que para algo te hemos comprado el piano... y nos cuesta un dinero eso de las clases...".

Bueno, pues después de unos cuantos años dándole a las teclas, ahí está el piano. Arrinconado y con su telita cubriendo las teclas, la tapa cerrada y con un par de figuras de porcelana sobre su caja de resonancia. En definitiva, un "trasto" que esconde magia a la espera de la aparición de algún niño mago que aspire a ser un virtuoso de la música.

Yo tuve la suerte de tener unos padres muy comprensivos, liberales y modernos. Permítame que le cuente.

Cuando yo tenía 7 años (1966) apareció en clase un señor alto y delgado, de nariz aguileña, quien interrumpiendo la clase de la Srta. Julia. Eso sí, de forma educada pero algo atropellada. Lo cierto es que se limitó a decir que si algún niño quería aprender música, levantase la mano con la palma abierta. Inmediatamente, como si mi antebrazo tuviese un resorte que yo mismo desconocía, levanté la mano totalmente abierta. Mi amigo Manolo también me siguió.

El profesor nos miró fijamente a los ojos buscando quizás un arrepentimiento tan espontáneo o más que nuestra imprudente iniciativa, pero no lo consiguió. ¡No sabía quiénes éramos!
¡Tú! Se dirigió a mí clavando sus ojos en los míos para decirme a continuación una sola palabra: “Bandurria”. A mi amigo le dijo: “Laúd”. Extraña palabras…

Esa misma tarde al acabar las clases a las 17:00 no nos quedamos en el patio del colegio como solíamos hacer, sino que nos fuimos cada uno a su casa con un instrumento de madera, una púa de plástico y una nota de cargo de algunas pesetas de aquella época.

En casa, me miraron algo raro. Mis hermanos empezaron a mofarse por ese extraño instrumento pequeñín con 12 cuerdas de metal que me destrozaba los dedos. Pero yo estaba orgulloso: ¡Ya teníamos una actividad extra-escolar! que no era darle patadas a un balón.
Cuando fui creciendo y en clara correspondencia a dicho aprendizaje, me fueron creciendo las manos. Entonces elegí ¡Guitarra!

Como puede apreciar, algo insólito sucedió y sigue sucediendo. La música me acompaña como compositor, intérprete y productor, además de hacerme feliz cuando toco para mí. Fue un acierto. Pero, ¿Qué hacemos para acertar con el resto?

Los departamentos escolares de psicopedagogía más avanzados ya hablan de "competencias" y de las "Inteligencias Múltiples de Gardner", más como argumento de venta que como preocupación formal por la personalización educativa. Son conceptos que se han puesto de moda y que permiten, en aras de la observación, establecer un dictamen descentrado, desenfocado y deslucido; pero tranquilizador y restaurador del espíritu de esos padres "aparca-niños".

¿ESTÁ LA SOCIEDAD PERPARADA PARA EDUCARNOS?

En una sociedad donde las actividades docentes son claves para el desarrollo social de los niños, estamos asistiendo a un escenario educativo repleto de buenas intenciones pero de limitadas opciones, tanto en las aulas como en la realización de deberes en casa o en las actividades extra-escolares.

Sabemos que neurobiológicamente hay niños preparados para acometer tareas y desempeños que para otros serían sobrecargas, realizando la inmensa mayoría actividades extra-escolares decididas por los padres ya que en cierto momento creyeron haber “detectado” cierta habilidad, única e irrepetible, en sus hijos pequeños.

Lo cierto es que las personas, al margen de la educación recibida, acabamos mostrando nuestras tendencias emocionales de origen.

Generalizar la educación luchando contra estos rasgos de procedencia genética podría resultar perjudicial para las personas ya que con dicha acción estaríamos bloqueando algunos procesos emocionales que podrían llegar a alcanzar indicadores traumáticos de diferente magnitud.

Ya sé que usted piensa que creció "a las bravas" y sin tanto "rollo" y que hasta aquí ha llegado. Yo también… @mundiario

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