Maduro anuncia que entre diciembre y enero llegarán a Venezuela las vacunas contra la Covid-19

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El presidente (de facto) de Venezuela, Nicolás Maduro, y dos dosis de la cuestionada vacuna rusa contra la Covid-19, llamada Sputnik V / Infobae.
No se descarta que las dosis comiencen a ser distribuidas solo con el aval del Ministerio de Salud venezolano, pero sin ningún tipo de certificación de efectividad suministrada por la OMS ni la OPS (Organización Panamericana de la Salud).
Maduro anuncia que entre diciembre y enero llegarán a Venezuela las vacunas contra la Covid-19

El control de la pandemia es importante en todos los países y hasta en el más lejano rincón del planeta, pero es aun más necesario y urgente en las zonas más inestables del mundo, entre ellas, el país más inestable económica y socialmente de América: Venezuela, que enfrenta un profundo deterioro en todos los ámbitos del sistema de vida de la población. Con la recesión más grande y la inflación más alta del mundo, la vida en ese país sudamericano ya era difícil desde antes del coronavirus, y con la llegada de la crisis sanitaria, el clima de incertidumbre y precariedad ha incrementado su presión sobre los venezolanos. 

Y es que en medio de una cuestionada estrategia que el Gobierno autoritario de ese país aplica mediante el control alternado de confinamientos nacionales cada 15 días con una semana de flexibilidad en la movilización civil, el presidente (de facto) de Venezuela, Nicolás Maduro, informó este pasado martes, que se iniciará un plan de vacunación masiva contra la COVID-19 entre diciembre de 2020 y enero de 2021 con vacunas provenientes de Rusia y China.


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Esto implica que, a pesar de la enorme presión internacional que recae sobre el régimen comunista de Maduro, su Gobierno está dispuesto a hacer pactos con Moscú y Pekín para importar unas vacunas que no tienen el respaldo ni la aprobación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La vacuna rusa no ha recibido el aval de la autoridad sanitaria global como un antiviral eficaz en la generación de anticuerpos neutralizantes contra el coronavirus, pero Caracas prevé actuar al margen de las leyes sanitarias internacionales por su afinidad ideológica, energética y diplomática con los dos gigantes comunistas del mundo; Rusia y China.

Maduro detalló que el plan  iniciará con “prioridades” como personas “con alguna enfermedad” y adultos mayores. “Vamos de las prioridades urgentes a toda la población. Nosotros vamos a vacunar a todo el pueblo de Venezuela. Debe llegar entre diciembre y enero la vacuna rusa y china completa, y vamos a empezar la vacunación”, indicó el líder chavista.

Por lo tanto, no se descarta que las dosis comiencen a ser distribuidas solo con el aval del Ministerio de Salud venezolano, pero sin ningún tipo de certificación de efectividad suministrada por la OMS ni la OPS (Organización Panamericana de la Salud). El impacto que esta medida generaría sobre la salud pública del país sería muy perjudicial para una sociedad que está económicamente fatigada por la presión extrema de la hiperinflación, la pobreza de ingresos, la precariedad de los servicios públicos, la migración y el shock social de una crisis cada vez más agravada desde 2014, seis años antes de la pandemia.

A inicios de octubre, el país recibió un cargamento de la vacuna rusa, llamada Sputnik V. Para esa primera fase, el Gobierno de Venezuela anunció que están incluidos unos 2.000 voluntarios. Las pruebas estaban previstas para comenzar este mes, aunque Maduro no precisó fechas.

La repercusión de esta vacuna sobre el país es mucho más que sanitaria, pues al ser Venezuela una zona bajo la mira de la política exterior de Estados Unidos, una casi inminente cooperación inmunológica de Rusia y China con el régimen de Maduro para ayudarlo a frenar la pandemia podría ser interpretado por Washington como otra acción de cooperación de sus dos máximos rivales por el dominio mundial, Moscú y Pekín, con el régimen comunista que la Casa Blanca busca desplazar por considerar el sistema y a Nicolás Maduro un dictador que expande la crisis económica-social de los venezolanos.

El resultado probable sería una nueva serie de sanciones financieras-comerciales de alto impacto de Washington sobre Caracas tal y como ocurrió en 2018 y 2019 con las órdenes ejecutivas de congelación de activos y bloqueos a las exportaciones e importaciones petroleras de Venezuela, lo que debilitó la estructura financiera del régimen de Maduro, pero también la mermada economía del país. @mundiario

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