¿Qué implica la aprobación de la vacuna de Moderna para EE UU y el resto del mundo?

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Una dosis de la vacuna de la farmacéutica estadounidense Moderna / Forbes.
Está por verse si la vacuna de Moderna tendrá la misma rapidez en surtir efectos inmunológicos eficaces como la de Pfizer, pues la primera tiene un 94% de efectividad, mientras que la segunda llega al 95%.
¿Qué implica la aprobación de la vacuna de Moderna para EE UU y el resto del mundo?

La pandemia podría empezar a perder fuerza desde su actual epicentro. Así como el mundo cambió con la tercera pandemia más devastadora de la historia de la humanidad, podrá volver a cambiar una vez que la salud pública vuelva a retornar al sistema de vida global. El 18 de diciembre, a altas horas de la noche ya casi finalizado ese día, se alcanzó un hito cuando solo faltan 12 días para que acabe el año más convulso del siglo XXI: la cura que podría normalizar la vida económica y social de la civilización.

Y es que Estados Unidos aprobó este viernes el uso de emergencia de la vacuna contra la Covid-19 desarrollada por la farmacéutica Moderna y los Institutos Nacionales de Salud, la segunda que autoriza la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) en siete días. 


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Esto implica que la mayor potencia mundial y actual epicentro de la crisis sanitaria global se convertirá en el pionero de la inmunización de la población de todo el planeta en una clara señal de que la carrera científica internacional ha sido ganada por Washington frente a los intentos de China y Rusia de lograr una expansión geopolítica usando el arma de la ‘diplomacia sanitaria’.

Las dosis de la vacuna empezarán a llegar a los hospitales el lunes 21 de diciembre, justo una semana después de que empezaran a administrarse las primeras dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech. Las primeras inyecciones han comenzado a aplicarse a los trabajadores sanitarios y personas de avanzada edad en hospitales y hogares de ancianos, todo esto en el marco de la Operación Warp Speed, cuyo crédito político busca atribuirse el presidente saliente de EE UU, Donald Trump, para así congraciarse ante la población norteamericana y la comunidad internacional como el ‘salvador’ de la nación frente a una crisis mundial de la que él mismo asegura su país ya está saliendo, pero los datos económicos demuestran que ese escenario está más lejos que cerca. 

Aunque tanto la vacuna de Pfizer como la de Moderna se basan en una técnica similar, que emplea una molécula de ARN mensajero para llevar un fragmento del genoma del coronavirus a las células humanas e indicar al sistema inmunológico que produzca anticuerpos en una especie de barrera protectora frente a las proteínas del SARS-CoV-2, bloqueando la conexión de sus espigas infecciosas con el ADN de la persona, el manejo de la vacuna de Moderna es más sencillo, ya que no requiere ser conservada a las temperaturas ultrafrías (unos 70 grados bajo cero) que necesita la de Pfizer. Por lo tanto, logística y operativamente, es mucho más viable y menos costoso para el Gobierno estadounidense empezar a administrar la de Moderna como una medida de contingencia para frenar los rebrotes lo más rápido posible.

La de Estados Unidos es la primera autorización en el mundo de la vacuna de Moderna. Luego de que el Reino Unido empezara a usar la vacuna de Pfizer incluso antes que el propio EE UU, país autóctono de ese importante avance científico, ahora se evidencia lo que ya podría comenzar a ser una carrera corporativa entre las grandes compañías tecnológicas norteamericanas por el control del mercado médico-sanitario nacional e internacional, pues ambas pasaron de ser empresas poco conocidas a ser los dos proveedores de la cura contra la enfermedad que azota a la humanidad en 2020. 

Esta panacea llega cuando el país atraviesa el momento más grave de la crisis sanitaria que lo ha sacudido desde marzo. Con unidades de cuidados intensivos al 99% de su capacidad en estados como California, Texas y Florida, EE UU está al borde del colapso a nivel sanitario, pero también socioeconómico, pues el desempleo prolongado amenaza con convertirse en la próxima ‘pandemia’ que esa potencia tenga que afrontar para 2021.

Estados Unidos registra a diario más de 200.000 contagios y 3.000 muertes, y las unidades de cuidados intensivos de hospitales por todo el país se encuentran al borde de la saturación. El coronavirus se ha llevado ya más de 313.000 vidas en Estados Unidos y ya acumula más de 17 millones de casos desde hace nueve meses.

Moderna anunció a través de un comunicado que cuenta con un inventario de cerca de 5,9 millones de dosis “listas para empezar a distribuir por el país este fin de semana”. El Gobierno federal informó de que ha adquirido, según los coordinadores de la operación de vacunación masiva, “cerca de 200 millones de dosis, el doble de las contratadas con Pfizer”.

Por lo tanto, este hecho marca un punto de inflexión en el que, por ser la vacuna de Moderna mucho más fácil de almacenar, conservar y administrar que la de Pfizer, sería la que probablemente tenga una mayor demanda por parte de países con sistemas sanitarios e infraestructuras menos desarrolladas, y otros muy precarias, en América Latina, como Argentina, México, Perú, Colombia, Ecuador y Brasil, que no poseen los sofisticados sistemas de ultracongelación que existen en EE UU, Reino Unido y Canadá. 

Está por verse si la vacuna de Moderna tendrá la misma rapidez en surtir efectos inmunológicos eficaces como la de Pfizer, pues la primera tiene un 94% de efectividad, mientras que la segunda llega al 95%, ese 1% podría ser una diferencia muy grande si se trata de un menor tiempo en el que el ARN mensajero tarde en estimular la formación de anticuerpos. @mundiario

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