La espada en la palabra

Era virtual: cultura y periodismo

Literatura y periodismo. / RR SS.
Literatura y periodismo. / RR SS.
Hay reflexiones que llevan a pensar en el periodismo. ¿Cuál es su futuro? Yo creo que es más o menos el mismo que el del libro impreso.
Era virtual: cultura y periodismo

El mundo se transforma positivamente más a partir de hechos calamitosos que de venturas o triunfos. Al igual que el ser humano, cambia la forma de su ser a partir del sufrimiento más que de la alegría. Y es obvio: a diferencia de cuando se está incómodo, cuando se está feliz o cómodo no se necesita hacer algo diferente. Solamente se precisa elegir el camino correcto. Si se ven los mejores avances en el campo de la técnica y la tecnología, se verá que provienen de guerras, pandemias, catástrofes naturales o hambrunas.

La pandemia del coronavirus ha venido a traer ciertos cambios que yo pienso se quedarán en el tiempo. Algunas relaciones humanas y sociales, ciertas operaciones financieras y muchos trámites enmarañados se simplificaron gracias a la virtualidad y la digitalización. En esto, el hombre salió ganando. Pero también hay que tener en cuenta que esa simplificación lo está haciendo más solitario y poco propenso a la empatía que solo otorga una convivencia física. Todo progreso, desde el descubrimiento del fuego hasta la invención de la dinamita, conlleva puntos positivos y negativos.

Lo que me importa tratar en este artículo es lo que creo que les está sucediendo a la cultura y el periodismo en estos tiempos.

La era digital se hermana a las maravillas con el fenómeno de la cultura de masas, que inició hace ya varias décadas. Es como su brazo operativo. Pero no por ello se debe ser pesimista: creo que en todo el fárrago de cultura de mala calidad que se produce y consume hoy en día, existen muchos círculos que aún aprecian la música, la pintura y la literatura de altísima calidad. Y creo que círculos como esos habrá siempre. Junto con Vargas Llosa y Hobsbawm, pienso que esa explosión de vacuidad cultural, alimentada por las redes sociales y el internet, en algún momento comenzará a resquebrajarse y evaporarse por su trivialidad (¡ojalá!). Esto no quiere decir que vaya a desaparecer del globo, pero sí que hallará límites a su difusión, por el sencillo motivo de que la sociedad mundial no puede llegar a ser tan estúpida. Dígase de paso que así como un reguetón o una novela malísima hoy están al alcance de millones, una zarabanda de Händel o una novela de Victor Hugo también están al alcance de muchas más personas que antes.

Estas reflexiones me llevan a pensar en el periodismo. ¿Cuál es su futuro? Yo creo que es más o menos el mismo que el del libro impreso. El periodismo impreso es la expresión más culta del periodismo y la labor informativa, y debe ser el bastión y el refugio de las clases intelectuales. La radio y la televisión —sobre todo esta última— serán influenciadas cada vez más por las redes sociales y los gustos plebeyos. Y aunque la gradual reducción del papel y la tinta es una realidad, pienso que, al igual que el libro, el periódico impreso sobrevivirá por una cuestión de afinidad ínsita que el intelectual tiene respecto a los objetos físicos. Por ello mismo, es primordial que los medios impresos se den cuenta de que en ellos recae mucha responsabilidad en cuanto a la preservación de círculos críticos y pensantes. Sus páginas deben recibir artículos y textos inteligentes y cerrarse a la nota superficial y sensacionalista, aunque ésta sea más comerciable que aquéllos.

El fenómeno de la literatura es más complejo quizás. Pero incluso respecto a él me siento optimista. Los muchos espacios y posibilidades de que ahora dispone un escritor para publicar en internet, con el tiempo se irán depurando y haciendo más selectos. Por ejemplo: un libro que se publique en formato solamente digital será igual de reconocido que un libro que se publique en formato físico porque la hipotética editorial digital cobrará renombre por no publicar basura literaria.

Así el mundo se va poniendo en orden per se; busca sus formas para que, pese a todo, no se degrade tanto. @mundiario

 

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